sábado, 23 noviembre 2024
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El amor según los diputados

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"La democracia cuesta igual o más que el amor y mantener los reductos del pensamiento y brillantez legislativa también": Gabriel Otero.

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Por Gabriel Otero.

A algunos, nos enseñaron que había que casarnos sólo una vez y que el amor esencial no se encuentra en cada esquina; a otros, les dijeron que los contratos son ataduras puras y que el amor no necesita amarras; y al resto, les comentaron que su pareja es como una cruz y que estoicos deben cargarla hasta llegar a reinos prometidos.

En demasía se ha opinado y escrito que el matrimonio es consagración o tormento y que la unión libre y soberana es la panacea de la soledad. Lo real es que a cada quien le corresponde su cada cual, unos encuentran su complemento repartido en varias y a las otras les sucede igual.

730 días, ni un segundo menos, durará el matrimonio según la iniciativa de ley que presentarán dos diputados ocurrentes en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Borrándose así de plumazo la posibilidad de divorcio en el caso de que los cónyuges practiquen el amor serrano y se agote la miel antes de dos años.

Porque todo puede suceder después de firmar el contrato matrimonial y más si se adereza con acuerdos prenupciales de los bienes, la custodia establecida por escrito de los futuros hijos y el análisis hermenéutico al derecho y al revés de la epístola de Melchor Ocampo, cuya lectura es parte del ritual de la boda civil en México.

La iniciativa de ley atenta contra la libertad individual de separarse en el menor tiempo posible, además de estrujar con corpiños obligados los amores, en otras palabras, hoy te casas y no importa que sea en martes.

Su argumento sustantivo son los costos: un divorcio cuesta un promedio de 48 mil pesos de los cuales 21 mil pesos son sufragados por las parejas y el resto por el gobierno de la ciudad.

En 2010 en la Ciudad de México se casaron 33 mil parejas de las cuales 16 mil se divorciaron lo que significó una erogación compartida de 768 millones de pesos, cifra que es una bicoca si se compara con los sueldos, dietas, seguros, ayudas para despensa, gastos de representación, estipendios de comisiones y emolumentos partidistas de los 66 diputados.

Hoy nos queda claro que la democracia cuesta igual o más que el amor y mantener los reductos del pensamiento y brillantez legislativa también.

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Gabriel Otero
Gabriel Otero
Escritor, editor y gestor cultural salvadoreño-mexicano, columnista y analista de ContraPunto, con amplia experiencia en administración cultural.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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