Por Gabriel Otero.
Siempre se escribe a oscuras. El guiño y empatía con un tema solo son el inicio, la reflexión e interiorización de lo que se quiere comunicar. Lo que viene después es la exposición, trazar un camino inexistente y desarrollar la idea principal, vestirla, lo que Vargas Llosa definiría como un strip tease invertido que tanto aplicó a sus novelas, por lo menos las primeras que escribió.
He intentado reproducir esta concepción creativa en algunos de mis textos, pero la experimentación me ha llevado a resultados diferentes, muchas veces me inclino por relatar, brindar detalles, sin ripios, en espacios cortos, la contundencia en la brevedad. Me gusta narrar, quiero imaginar que el siguiente paso es una encerrona para escribir una novela.
Otras veces opino e informo con diversos tamices y en otras brota la poesía, aunque siempre le doy su lugar a escribir un verso, que es un mundo en si mismo. La poesía es palabra mayor y es para respetarse.
Boceto estas ideas como un introito, el ejercicio de un oficio que practico desde hace más de cuarenta y cinco años: la escritura, con este texto se cumplen doscientas semanas ininterrumpidas de colaborar como columnista en Contrapunto. De inicio quise nombrar mi espacio como Tercera Estación, pero sin identidad gráfica no hubiese servido nada, por lo que preferí omitirlo.
En otros dos medios, las veces que me he desempeñado como articulista mis columnas se llamaron Vitral y Palabra de Cíclope, los editores las ubicaron en la sección cultural y la de sociales, en esta última, fue a solicitud a mía para lograr un número mayor de lectores. Porque debo admitirlo, me encanta que me lean.
Juan José Dalton, gran amigo y hermano, me abrió las puertas de su publicación hace más de catorce años cuando me lo encontré en el metro Chapultepec por una feliz casualidad, colaboré con él en una primera etapa para la revista Contracultura, fundada por Tomás Andréu y que luego coordinó Carlos Clará.
Y en esta columna número 200, también agradezco a Alessia Genovés y a Mateo González por su colaboración y paciencia.
Inicié durante la pandemia en año bisiesto, cuatro años después continúo publicando en otro año bisiesto.
Voy a seguir con la convicción de que existe algo detrás de los cerros, dicen que es el amanecer.