Acusado de causar alboroto e interrumpir las clases en una escuela, el Pepe tuvo que aguantarse las ganas de andar por ahí y por allá.
Amarrado a un tronco, pero con espacio suficiente para moverse en el patio, Pepe resistió comiendo lo que encontraba a su paso por casi tres días. Pepe gustaba incursionar a la escuela en busca de comida. Y a veces gustaba comer algunos cuadernos y material didáctico en la escuela. No tardaron en llegar las quejas por las insistentes incursiones de Pepe y la policía intervino.
Varios policías, que el lunes llegaron al centro escolar en una camioneta, participaron en una fácil operación para atraparlo. En sus incursiones no lastimó a ningún alumno, pero Pepe "llegaba en horas de clases a interrumpir a los niños, les ensuciaba los uniformes, les comía los cuadernos", dijo una jefa policial a una televisora local.
La caída de Pepe no solo atrapó espacio en la televisión. También uno que otro diario y alguna radio reseñaron el hecho. Algún conocedor opinó también sobre la edad de Pepe. Y la etiqueta #FreePepe circuló con cierta sorna en redes sociales. Los responsables de Pepe acudieron con el reclamo a la estación policial.
Obtuvieron la liberación, no sin hacer antes el solemne compromiso de impedir que Pepe continúe sus correrías en el centro educativo. También reiteraron que es inofensivo, que lo mantendrán con mayor vigilancia para evitar que se fugue del corral, en un barrio de la ciudad nicaraguense de Estelí.
Una foto en un diario este jueves atestiguó la entrega a sus responsables del Pepe, el joven cabro que causaba revuelo en la escuela Oscar Arnulfo Romero, el Arzobispo Beato y Mártir de El Salvador.