Por Carlos Velis.
“Su objetivo común es el desarrollo pacífico de la humanidad. Estos valores son el eje del Movimiento Olímpico y se establecen en la Carta Olímpica, que codifica los principios del olimpismo concebidos por Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos modernos”. Wikipedia.
Una somera búsqueda en la red me dio esta respuesta ante la pregunta de cuáles son los valores que promueven las Olimpiadas. Sin embargo, vemos con horror, cómo estos principios, rara vez se han alcanzado en el evento cuatrienal. Recordemos: 1936, el racismo y la exclusión; México 1968, la masacre de Tlatelolco antes de empezar; 1972, el asesinato de los atletas judíos en Berlín; 1980 Moscú, exclusión de los atletas estadounidenses; 1984 Los Angeles, exclusión de los atletas soviéticos. Y llegamos a la actualidad, 2024, apagones, insuficiencia de alimentos, robos, disputas raciales, insultos, y un largo etcétera.
¿Qué ha pasado con los ideales olímpicos? ¿Por qué es París, la Ciudad Luz, la que queda a oscuras ¿La de “Libertad, Igualdad, Fraternidad”? ¿La cuna de los Derechos del Hombre y la Naturaleza?
Aceptemos lo obvio, Francia y con ella, toda Europa han perdido todos los ideales éticos, morales (y hasta estéticos, mi apreciación) y civilizatorios que las fundó. Gastar todos sus recursos en una guerra perdida que está acabando con la vida de millones (vida física en el campo de batalla y vida del alma en los campos de refugiados); apoyar y aplaudir un genocidio televisado, sin ninguna vergüenza e insensibilidad.
Ahora se enfrentan a un problema que ellos mismos han creado, la llegada de millones de refugiados de todas aquellas ciudades destruidas, que no tienen a donde regresar, porque sus casas ya no existen. Son gentes de otras culturas y civilizaciones, ni mejores ni peores, pero que vivían según sus principios y creencias. El choque es inevitable.
Cómo, Paris va a hacer gala de los valores olímpicos, si no los tiene en la sociedad.
En estos momentos somos testigos de una estructura que se desmorona, un edificio que se cae por abandono y saqueo, desde sus cimientos. Con una ultraderecha en ascensión y una ideología retrógrada, que está revisando y blanqueando hasta las peores épocas históricas y los más sanguinarios dictadores: Franco en España, el payaso de Mussolini en Italia, el señor de bigotito chistoso en los países teutones, el cristianismo volviendo a las misas de espaldas y en latín. Hasta en América, pretenden blanquear a los de la Triple A en Argentina y el ridículo mayor, MAGA en Estados Unidos.
¿Será que habrá otra Olimpiada? ¿O tendremos que esperar a que esta etapa de la caída del imperio termine y el reordenamiento del mundo nos dé nuevas esperanzas de aquellos ideales que Francia, en sus buenos tiempos nos dio?
Porque el espíritu olímpico es eterno y no debemos dejarlo morir. Eso sí vale la pena recuperar para las futuras generaciones, que verán días más gloriosos, no importa a qué dios le recemos, que, al fin, todos son el mismo.