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Declaraciones en la XXVI Cumbre Iberoamericana

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De la XXVI Cumbre Iberoamericana podemos rescatar múltiples anécdotas, entre las que destacan las autocomplaciente declaraciones de la mayorí­a de delegados que describen como verdaderos paraí­sos a sus respectivas naciones, en las que el progreso, la democracia, y la prosperidad se han establecido; para el caso el ejecutivo mexicano, quién sin referirse a la fiesta del narco en su natal México, la corrupción generalizada, la ineficacia institucional, etcétera, lo reseña como un verdadero ejemplo para Latinoamérica; o el caso brasileño, varado en el limbo institucional crudamente decantado a favorecer el atraso, la corrupción y el conservadurismo, que en la persona de su recién electo ejecutivo, se constituye en vergonzoso ejemplo de suicidio del soberano, que se dejó conducir de la demagogia pastoral reaccionaria y protestante, conformado como principal fundamento del movimiento anti sistema alentado desde los medios. O las declaraciones colombo peruanas, que dedicaron buena parte de su intervención a llamar descarnadamente a intervenir a Venezuela, según estos, para restablecer la democracia y la institucionalidad.

El caso hondureño es de particular interés para la reflexión, puesto que el paí­s en pleno se ha sumido en el más oscuro de sus episodios, derivado del golpe que no supera y que hace de ésa nación la más violenta del istmo -una genuina república bananera-, con una absoluta inexistencia institucional que hace de Honduras un estado fallido (el fenómeno de las caravanas migrantes que atestiguamos, surgidas en aquel paí­s, devela sin dejar duda alguna, lo fracasado del esquema).

El populismo es, digámoslo con claridad, la comparsa que dicta los discursos escuchados, pues el momento pendular del subcontinente marca al continuismo como norte electoral, lo que es consecuente con el hastí­o de los pueblos latinoamericanos, que agotaron su paciencia luego de aguardar al progreso que no cuajó, pues ha caí­do en la trampa del "institucionalismo democrático" criollo, y sus afines judiciales.

Entonces, luego de 26 años de reuniones anuales, con su perorata discursiva triunfalista y vací­a, de progresos que gozan solo las élites, de riquezas construidas laboriosamente con el sacrificio de los pueblos latinoamericanos y que solo alimentan a éstas [pues apenas el 17% generado por los trabajadores, lo mí­nimo para la la sobrevivencia, constituye sus salarios](Carlos Carcach, Economista, UCA, PNUD), mientras que el restante 83% aunado a la indefectible polí­tica regresiva impositiva, reproduce y perpetua una riqueza asfixiante, solo para el 1% de la población latinoamericana, determinando ello lo falso del canto propuesto desde su sede en Guatemala, hasta donde viajo el rey español, invitado especial del evento, para contemplar desde su podio, reflexionando en la colonia sin duda, con indiferencia lo insustancial del evento.

Luego, ¿cuál es el propósito ulterior de ésta mascarada?, el de simplemente asegurar que las cosas seguirán como hasta ahora, desmontando al estado, privatizando aquello que aún no se privatizó, erosionando las instituciones, negando cualquier forma de progresismo, impidiendo la industrialización y reduciendo a la región a la entrega de su soberaní­a, recursos, identidad y sobre todo, negando su futuro.

Porque, llanamente los pueblos cosechan lo que siembran.

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El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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