Cuando los cubanos supieron que sus salarios y jubilaciones crecerían en un 500% creyeron que finalmente podrían vivir de sus ingresos laborales. Sin embargo, solo unos días después el ¨zar de la reforma¨, Marino Murillo, y otros ministros, anunciaban aumentos en las tarifas de electricidad, agua, teléfono y gas, en el valor de los productos de la canasta básica, en la entrada a espectáculos culturales y deportivos, en el transporte y hasta en los helados de la famosa Coppelia.
Aunque los medios de prensa trataron de mostrar el apoyo popular al aumento de precios, el rechazo reflejado en las redes sociales fue demasiado grande como para pasar desapercibido. El propio presidente Miguel Díaz Canel reconoció el descontento, aceptó que las críticas que ¨nos ayudan a rectificar mientras caminamos, algo de lo que jamás nos avergonzaremos ni renegaremos¨ y prometió que ¨se revisará lo que haya que revisar y se corregirá lo que deba y pueda ser corregido¨. Pocos días después se redujo en un 30% el aumento de la tarifa eléctrica y también el valor de los helados, mientras, uno a uno, los ministros se comprometían en TV a revisar los aumentos de precios en sus respectivos sectores.
El otro factor inesperado de la reforma monetaria fue que la gente ya no compra algunos productos elaborados por las empresas estatales. El ejemplo emblemático es el del pan, este año miles de unidades de 80 grs. se quedaron sin vender desde que su valor se multiplicó por 20 (de U$D 0.002 a U$D 0.04). Según una inspección oficial realizada en enero, los panaderos que trabajan para el estado utilizan en la elaboración menos materias primas de las que lleva la formula, produciendo panes mas pequeños y de pésima calidad. La investigación no dice que con el ¨sobrante¨ hacen sus propias producciones para revender en el mercado informal, en su propio beneficio.
LEA: Cuba reforma su sistema monetario en medio de grandes riesgos
Los precios de los alimentos agropecuarios fueron los primeros en dispararse, aun antes de la subida de salarios y la respuesta de las autoridades fue poner valores máximos de venta a los principales productos de consumo popular. En la capital esta medida ya dejó los mercados vacíos, toda la oferta se realiza en los alrededores, de forma clandestina y a precios muy por encima de los establecidos por el gobierno. No es la primera vez que las autoridades intentan ¨topar¨ los precios, en ocasiones anteriores han tenido que ceder para evitar el desabastecimiento de las ciudades.
Un elemento clave del reordenamiento monetario es que se terminan la mayoría de las subvenciones a los productos de primera necesidad, solo se mantienen las dietas para enfermos y embarazadas, además de la leche en polvo de niños hasta 7 años, cuyo valor continúa siendo de U$D 0,12 el kg. La nueva estrategia económica consiste en eliminar subsidios a los productos y apoyar a las familias vulnerables. ¨En Cuba nadie quedará desamparado¨, afirmó el padre de la reforma, Marino Murillo, informando que 120 mil núcleos familiares reciben ya asistencia social y continúan las pesquisas para detectar nuevos necesitados.
Las trabas burocráticas al plan del gobierno son enormes, las cadenas de tiendas, por ejemplo, se niegan a recibir en todas sus instalaciones los CUC (la moneda que desaparece), a pesar de que los ministros aseguraron que podría utilizarse durante 6 meses. Esta situación está provocando una gran presión al sistema bancario, donde hay enormes colas de cubanos queriendo cambiar sus CUC a pesos. Por otra parte los mayoristas, que venden a los trabajadores autónomos y pequeños empresarios, han subido también los precios, a pesar de que sus productos no estaban subvencionados y los venden en dólares.
Las dificultades son mayores porque siguen engavetadas algunas importantes medidas anunciadas para acompañar el reordenamiento monetario como es el caso de la legalización de las pequeñas y medianas empresas y las cooperativas. Se espera también la lista de trabajos autónomos que no se permitirán realizar, en vez de la actual que autoriza apenas un centenar de actividades. La apertura de la zona franca al sector privado, una vía rápida de adquisición de moneda dura para el gobierno, implica trámites tan lentos y engorrosos que es como si el país no tuviera acuciantes necesidades financieras.
Por mucha velocidad que el gobierno pretenda imprimir, la burocracia cubana se mueve a paso de tortuga, incluso ahora que el bloqueo de los EEUU se ha intensificado como nunca antes, cortando todo acceso legal a las remesas familiares. La única vía fue reabrir el país para la entrada de las ayudas en los bolsillos de los cubanoamericanos que visitaban a sus familias y de las ¨mulas¨, que se dedican a ese negocio. Fue ¨la alternativa del diablo¨ porque ellos no solo trajeron dinero también multiplicaron el contagio del covid19, llevando los niveles diarios de menos de 20 hasta los 300 casos y extendiendo la epidemia a todas las provincias, algunas de las cuales llevaban meses sin enfermos.
A pesar de lo complejo de la situación el humor nacional no deja de estar presente y reflejado en las redes sociales. Uno de los mejores textos publicados en Faceboock por estos días proviene, paradójicamente, de un militante del Partido Comunista y dice ¨No olviden que muchas veces dijimos que defenderíamos la revolución al precio que sea necesario¨.