Era una época esplendoroso, uno de los acostumbrados días soleados de los que se dan en el trópico en verano; el calor como ingrediente natural de nuestro clima, en la medida que el sol se acercaba al cenit, nos abrazaba constantemente.
El calendario indicaba 8 de marzo día que internacional y nacional en El Salvador, se rememora la gesta combativa de mujeres en Nueva York por reivindicar sus derechos laborales, pero es importante denunciar que las mujeres a través de la historia (en los años 1857, 1909, 1911 y otros) hemos tenido que vindicar y reivindicar todos nuestros derechos humanos y que en esas constantes y variadas luchas, muchas mujeres han perdido la vida.
La marcha a la que me refiero, de este 8 de marzo de 2019, se había organizado para que saliera desde la plaza “Salvador del Mundo” hasta la plaza” Morazán”, por el caudillo Francisco Morazán, que se encuentra frente al Teatro Nacional de nuestra capital, es un tramo relativamente largo pero el deseo de evidenciar la inequidad, injusticia y violencia contra las mujeres nos serbia de aliciente para marchar ese día.
La verdad es que cuando una es integrante de la marcha, la perspectiva de la misma es un tanto limitada, pero por lo que posteriormente se vio en la televisión y por los comentarios de personas que observaban en las pasarelas, la marcha cubrió varias cuadras, y en general fue bastante colorida, aun cuando los colores que predominaban era el morado en su escala de tonalidades, el negro, el blanco, el verde y la variedad de colores que conforman el arcoíris.
Cuando se es una feminista veterana que en el pasado en las diversas actividades de mujeres y/o feministas casi siempre nos mirábamos las mismas mujeres, produce satisfacción y esperanza apreciar el involucramiento de las nuevas generaciones, en la marcha muchas niñas y jóvenes mujeres compartían una sensación de empoderamiento que les permite liberarse de los esquemas tradicionales impuestos a las mujeres por el patriarcado, evidencian su deseo de ” vivir con dignidad para decidir con libertad” como lo dice una de las consignas que se coreaban.
La diversidad de mensajes de los lemas, expresaban los deseos, acciones, reclamos, protestas y llamados de las mujeres que las gritaban para que la población en general se sensibilizara sobre la falta de equidad e igualdad para las mujeres en el patriarcado.
Por ejemplo, las mujeres decían: “Señor, Señora no sea indiferente, matan a las mujeres en la cara de la gente”; “Señor, Señora no sea indiferente violan a las niñas a la vista de la gente”; “Ni del marido, ni del partido, ni de la iglesia ,ni del Estado, ni del patrón, mi cuerpo es mío” ; “no fue un crimen pasional, fue un macho patriarcal”, la creatividad de los mensajes era variada, pero no quiero dejar de mencionar uno que es internacional y que ahora tenía un agregado, la consigna dice: “Alerta, alertas, alerta que camina la lucha feminista por América Latina, y tiemblen y tiemblen y tiemblen los fascistas (a veces decían machistas) porque América Latina será toda feminista.”
Los lemas denotan una espiración y en este caso, las mujeres al repetirlos y corearlos expresaban un mensaje, para todas las personas que siguen pensando que las mujeres debemos ser obedientes al dominio patriarcal enquistado en las varias instituciones del Estado sean estas políticas, jurídicas, religiosas, sociales, económicas y culturales; las mujeres al tomarse la calle y expresar los eslóganes querían entre otras cosas, buscar solidaridad en la población para verdaderamente hacer los cambios que se ameriten y dar respuestas positivas a sus justos reclamos.
La persistencia y tenacidad de las mujeres, porque les sean reconocidos y respetados todos sus derechos no debe ni puede parar, tenemos la responsabilidad de luchar por dejar a las nuevas generaciones una renovada concepción de igualdad, libertad y sororidad que sea incluyente para mujeres y hombres.