Por Wilmar Harley Castillo.
Tuvimos la visita del Raouf Almalki, embajador de Palestina en Colombia, a la Universidad del Tolima (UT), en la ciudad de Ibagué, Tolima. El pasado viernes y sábado (8 y 9 de noviembre) (1), el diplomático compartió con estudiantes, trabajadores y profesores, se tomó fotos y firmó afiches con mensajes de solidaridad con el pueblo palestino. Dentro de la actividad política que desarrolló Raouf, no hubo problemas, por el contrario, su agenda se desarrolló tranquilamente. Sin embargo, hubo algunos detalles que mancharon el tacto diplomático de la institución de educación superior y de otras instituciones estatales a nivel local.
Para alguien que no se mueve en la diplomacia internacional, ni conoce los protocolos que protegen estos relacionamientos, pensaría que la salida de un embajador/a de su pedacito de país, ubicada en Bogotá, para atender una agenda de visitas, debe contar con protección de la Policía Nacional o de otro cuerpo encargado de la seguridad. Primer detalle. Esta institución no estuvo durante la estadía de Almalki en Ibagué, ni para verificar que no hubiera una posible amenaza en el aeropuerto Perales. Su respuesta: no tuvo orden nacional para acompañar al diplomático.
Tampoco hubo un cuerpo de guardespaldas que midieran cada movimiento del embajador. ¿Negligencia de su equipo de trabajo? ¿protocolos particulares del gobierno palestino? Esa respuesta no la sabremos. Aun así, no hubo amenazas ni mucho menos ataques contra la vida de Almalki.
Además de la seguridad, la estadía es el otro tema básico que debe resolverse en estos casos. Aquí entra la UT, o por lo menos su equipo administrativo que dirige a la institución. A último minuto se pagó por parte de la institución, el hotel y el transporte del embajador, después de meses de gestionar esta actividad con las oficinas correspondientes, solo hasta unos días antes del evento, se tuvo la plata para pagarle la noche y la alimentación al embajador palestino, así como el vehículo para recogerlo y llevarlo al aeropuerto.
Así que, este segundo detalle tiene varias patas para entenderlo. La segunda pata que le salió fue la ausencia del rector Omar Mejía en el evento público junto a Almalki. Este funcionario se ha caracterizado por no perderse la movida de un catre en lo que de sacar pecho por la institución se refiere, desaprovechando este pantallazo internacional. En su lugar, delegaron al Secretario general Juan David Gómez.
Por otra parte, los esfuerzos de organizaciones sociales y defensoras de Derechos Humanos tuvieron un comportamiento consecuente con la solidaridad internacionalista, de lo cual las institucionales estatales a nivel departamental deben aprender, a pesar de su altanería de clase. El Observatorio de Derechos Humanos y Paz de la UT (que se echó al hombro el evento), contactó a defensoras de derechos humanos para ayudar con el cuidado del embajador en el momento de pisar suelo tolimense. Se cumplió. Ese viernes 07 de noviembre, se realizó el evento autogestionado y libertario, Sin fronteras (2), con la temática del pueblo palestino. Allí estuvo Almalki, saludando, conociendo sus actividades, firmando afiches y compartiendo con lxs punkis, mujeres y rebeldes que allí asistieron. Desde este evento se solicitó la colaboración en materia de protección y cuidado con el embajador. Se cumplió.
Acerca de la conversa, se cumplió el objetivo. Se conmovió al auditorio, se motivaron las ganas de seguir apoyando al pueblo palestino desde esta orilla del mundo, se avivó la indignación contra el estado sionista y genocida de Israel (y de paso contra sus socios gringos y europeos), también se expuso otra narrativa de la resistencia palestina, menos lastimera y más proactiva contra cualquier Estado asesino o imperio invasor.
Este evento particular, reflejó todo el tejido solidario y rebelde de los pueblos alrededor de Palestina. Representados en lxs defensorxs de Derechos Humanos, punkis, movimientos sociales y trabajadorxs de la oficina encargada del evento. Han sido estos actores sociales y populares, los verdaderos protagonistas de la unidad y resistencia frente a los grandes poderes político-económicos y militares, estos últimos representados en la dirigencia administrativa de la UT. Ya que sin leguleyadas o tramites administrativos, no se dudó en acompañar al diplomático y cuidarlo durante su visita a un territorio ajeno al bogotano.
Las confianzas, el respeto, la legitimidad, el amor, la solidaridad, el compañerismo, el sacrificio por el otrx, valen más que una norma o protocolo institucional que terminan amañadas a los intereses políticos de turno, a pesar de ser “para todos” como dicta la ley o la Constitución de 1991. Normas, instituciones y funcionarios que en la práctica no se comparan con la acción colectiva de quienes sobrevivimos y resistimos dentro de esos marcos, que por el contrario, somos más sus víctimas que sus beneficiarios.
NOTAS: