Vivimos en un mundo en el que el cambio es constante, y quienes viven en el siglo veintiuno tenemos la dicha de vivir el cambio de era.
La antigua cultura Maya, pronosticó la llegada de los españoles y además que la humanidad viviría a partir del día 21 de diciembre del 2012 “el cambio de era”.
Los mayas manifiestan que: “El fin del período del quinto sol (se sucede el 21 de diciembre de 2012), último día del decimotercer baktún (ciclo de 144.000 días) en la cuenta larga del calendario maya, día en el que se celebra el solsticio de invierno. Dando paso entonces a una nueva era en la que habrá cambios positivos en todo sentido para la humanidad”, y no catástrofes, como lo anunciaron quienes desconocían sobre el tema de la cosmovisión maya.
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Esta afirmación de que avanzamos hacia una nueva era es poco creíble, pues pequeño es el grupo de personas que valoran el legado de nuestros ancestros.
Cuando se anuncia el cambio de era, esta noticia dejó en mi mente por varios años una interrogante abierta y sin respuesta. Es hasta el año 2016 que percibo que se están sucediendo acontecimientos históricos sin precedente como la decisión del pueblo del Reino Unido que decide abandonar la Unión Europea, y es entonces que empiezo a entender que este tipo de acontecimientos no son obra de la casualidad, que forman parte del cambio que conduce a forjar un futuro diferente al que vivíamos.
Analítico como soy de tendencias políticas locales y externas y de las disputas de poder, percibí que las viejas acciones que nos conducían hacia el mundo globalizado; una tendencia que la propaganda me había hecho considerar como buena, de pronto comienzan a perder influencia mundial y sufren una derrota sin precedentes en el Reino Unido.
Este acontecimiento me permite ver claramente que se está dando un cambio que trasciende, y me hace pensar por primera detenidamente en la ¡nueva era!
Ese mismo año 2016 en los Estados Unidos de Norteamérica se aproxima el final del segundo período presidencial de Hussein Obama, el primer presidente de color, y de quién muchos esperamos menos desestabilización internacional, mayor justicia para las minorías raciales, y que elevaría el nivel de vida a las clases necesitadas, y finalmente resultó seguir el formato de los gobiernos que lo precedieron.
Hussein Obama llega a especularse que es un presidente que fue preparado por la CIA, o poder profundo y siendo títere de la élite mundial a cambio de su servicio lo volverán millonario, esa será su recompensa por servir al viejo orden mundial (V. O. M.).
Durante su administración el país retrocede en prestigio, seguridad y sus ciudadanos bajan su calidad de vida.
El engaño del que fuimos objeto los ciudadanos del mundo por supuesto se instrumentó durante años, pues las vicisitudes del pueblo norteamericano, su debilidad militar y la falta de credibilidad como nación, fueron llevados a cabo durante décadas, y estas acciones fueron encubiertas por la prensa tradicional.
Obama cumple órdenes de quienes dirigen a su país y durante sus dos períodos como presidente, convierte al planeta en un lugar de desestabilización, permite el fortalecimiento de centros de tensión como Corea del Norte e Irán, consintiendo su desarrollo nuclear y genera nuevos conflictos e inestabilidad en el Medio Oriente; acciones que facilitarán a su sucesor designado a conducir al mundo a conflictos mayores durante los ocho años posteriores a su mandato contribuyendo al establecimiento del Gobierno Mundial.
Las señales de que algo extraño acontece no aparecieron en las primeras planas de la prensa, por esta razón los indicios son poco claros, pero si investigas un poco el futuro previsible era el de un desenlace trágico para la humanidad.
Los principales medios de prensa proclamaban en esa época que el próximo presidente de los EE. UU., sería una mujer, Hillary Rodman Clinton, a quien ellos consideraban invencible.
Algo que parece inesperado sucede cuando anuncia la candidatura a la nominación presidencial del partido republicano un multimillonario empresario dedicado a la construcción, un hombre mayor, quien se convierte en polémico desde el momento en que anuncia su inscripción en las elecciones internas del partido republicano.
Su nombre es Donald J. Trump y antes de ser candidato a la presidencia debe derrotar a 16 aspirantes a la nominación del Partido Republicano.
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(*) Ernesto Panamá es Escritor