Los modelos matemáticos SEIR (Kermack & MacKendrick, 1927) que corrimos, a 60 y 90 días, desde abril de 2020 en la Universidad Francisco Gavidia (UFG) plantearon diversos escenarios, entre supuestos muy optimistas cercanos a los 4,175 casos hasta los escenarios más alarmantes de 193,349. Obviamente estos resultados dependen de los parámetros de aislamiento y número reproductor básico de contagio. Nuestra lectura sugerida publicada el 1 de mayo de 2020 en el libro El Salvador y el COVID-19 fue de 14,916 contagios. (Vea página 36).
Un “borrador interno” del INCAE proyectó una tasa de contagio cercana al 30% en 400 días (1,993,500 casos); un segundo informe de la misma casa de estudios pronosticó 996,750 contagiados (14 de abril). Otros modelos markovianos aplicados por el matemático Otoniel Campos de la Universidad de El Salvador (UES), a inicios de la pandemia, proyectaron cifras cercanas al medio millón de contagiados.
No debemos soslayar en el análisis la controversial “progresión matemática” del gobierno que estimó 3,145,728 contagiados al 20 de mayo de 2020.
Desde el 18 de mayo de 2020 el Ministerio de Salud viene aplicado un promedio de 2,500 pruebas diarias; en los tractos 26 de junio al 22 de agosto y 13 de noviembre al 31 de diciembre, la relación entre pruebas y casos detectados refleja una media aritmética cercana al 10%; para ser más específicos, la cifra de 200 o más contagiados diarios es moda en 90 de 280 días de pandemia; es decir, si aplicamos 2,500 pruebas hay 250 contagiados. Proyectando este dato a nivel nacional llegamos a 600,000 contagiados.
Por otro lado, en la literatura internacional se estima que por cada 1,000 contagiados hay dos decesos; con 1,351 fallecidos que reporta el sitio web oficial (sin contar subregistros), podríamos afirmar que: 1,351 * 500= 675,500 contagiados…
Estas proyecciones incluyen a la población asintomática -seis de cada diez contagiados-. Creo que la mayoría de científicos de datos coincide en esta máxima: A mayor cantidad de pruebas aplicadas más casos detectados y viceversa… en efecto, hay países que tienen pocos casos porque no aplican suficientes pruebas…
Vale la pena aclarar, que estos pronósticos o proyecciones no se realizan para “adivinar el futuro”, sino como un ejercicio científico para planificar mejor las necesidades sanitarias del país -camas, respiradores, médicos, enfermeras, especialistas, fármacos, equipo, etc.- y para comprender el dinamismo y propagación de contagio.
A la fecha de redactar este artículo -2 de enero de 2021- las cifras oficiales señalan que tenemos 46,242 casos. A inicios de diciembre, nuevamente el Centro de Modelaje Matemático “Carlos Castillo-Chávez” de la UFG realizó las proyecciones para el 31 de enero de 2021 con cuatro R sub cero (1.42, 1.6, 1.8 y 2.0) los datos podrían ser entre 48,970, 52,017, 56,814 y 62,221.
Finalmente, Alfonso Rosales epidemiólogo de la Universidad de Liverpool pronosticó que se duplicarían los casos para abril, pasando de 278 a 600 casos diarios.
Lamentablemente las autoridades de salud reservaron como secreto de Estado las estadísticas de COVID-19 por varios años, lo cual dificultará entender el dinamismo y propagación de contagio comunitario.
Observando el mapa global del dinamismo de contagio cuesta entender, bajo un modelo de pensamiento lineal qué está sucediendo y cómo sucede; hay ciertas hipótesis: a) Los jóvenes son un factor importante en el dinamismo de contagio; b) Los eventos o aglomeraciones propician el contagio; c) El transporte público es un vector crítico que facilita el contagio; d) Las normas de bioseguridad -exigir mascarilla y aplicar alcohol- comerciales y empresariales ayudan a evitar la propagación; y e) No se debe abrir el sistema escolar en los niveles de parvularia, básica y media.
El factor de inmunidad a través de vacunas es otro elemento que puede frenar el dinamismo de contagio; en nuestro caso todavía no hay fechas ni datos. Pero siendo optimistas quizá a partir de marzo o abril comience a impactar el proceso. Al final, no sabemos bien si nos ayudará la vacuna o la inmunidad colectiva.
En síntesis, y por el momento, no se confíe de las cifras, pero no deje de utilizar la mascarilla, desinfectarse cada vez que toque algo, guarde distancia física y no vaya a ningún lugar en dónde haya más de 20 personas, sea comercio, iglesias, eventos políticos de campaña, etcétera. Veremos qué sucede a partir del 10 de enero… Gran parte de la solución está en nuestra conducta cotidiana.