Breve sátira para creyentes en esta víspera de elecciones
Ahora, cuando nos acercamos a un nuevo e insufrible período de elecciones generales, bien vale la pena recordar las sabias cuanto punzantes palabras de dos extraordinarios escritores satíricos estadounidenses del entresiglo XIX-XX. Me refiero a Ambrose Bierce y a Henry-Louis Mencken.
Ambrose Bierce dejó asentado que “La política es la conducción de los asuntos públicos para el provecho de los particulares”. ¿Cómo?, podría exclamar cualquier ingenuo creyente en la democracia, ¿acaso, como su nombre lo indica, la cosa pública no se ejerce siempre en provecho público? A la vista está que no. En especial en países con oligarquías capaces de financiar partidos de izquierda y de derecha para que pongan en escena el espectáculo de la “libertad democrática”, como ocurre con el nuestro en estas elecciones, en las que la restauración oligárquica se perpetrará sin que importe qué partido llegue al poder y menos si es de izquierda o derecha, pues todos están comprados por la oligarquía ─los de ultraderecha por el arzuismo y los de derecha “moderada” o izquierda rosa por el dionisismo─. La excepción a esta regla es, como se sabe de sobra, el MLP.
Por casos como el nuestro (pero también por otros de democracias “avanzadas”) es que Bierce dijo asimismo que en la democracia “El elector goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros”. Y con mucha antelación. De modo que las votaciones son una puesta en escena para patriotas de melodrama por parte de corruptos consuetudinarios, como los políticos de izquierda o derecha que se prestan a un simulacro como el arriba delineado para perpetrar una vulgar restauración oligárquica.
Las ideas acerca de que la mayoría de hecho manda y tiene la razón ante las oligarquías, ha sido incrustada con tanta fuerza en las masas por los medios audiovisuales, que mucha gente cree que son ciertas y, algunos, los más insensatos, están dispuestos a dar la vida por ellas, soslayando el hecho evidente de que las oligarquías financian desde hace años a izquierdas y a derechas (como lo demuestran Soros y sus Open Society Foundations), y que el votante no es sino el jovial payaso del alegre carnaval de las elecciones “democráticas”. Además, ¿a cuenta de qué la mayoría tiene siempre la razón si esa mayoría ya no es más que una masa manipulada por los medios audiovisuales? No en vano Henry-Louis Mencken dejó dicho que “La democracia es la creencia patética en la sabiduría colectiva de la ignorancia individual”. Y eso que en su época no había redes sociales ni netcenters ni millennials (alabado sea Maximón), lo cual nos lleva a que, mucho antes de las guerras de quinta generación, la democracia era ya un vil simulacro para inocentes y un buen negocio para corruptos. ¿El pueblo? Bien, gracias. En el MLP.