Parafraseando el título del libro “Confieso que he vivido” -memorias de Pablo Neruda- yo confieso que he sufrido -y sufro aun- la enorme tristeza que causa el fallecimiento de tantos compatriotas (médicos, enfermeros/as, demás trabajadores de la salud y muchos otros hermanos salvadoreños…), víctimas del mortal Covid-19.
Un marco social tremendamente doloroso. ¿Habrá todavía algún diputado que siga considerando al Covid-19 como algo de poca importancia, o como una “bendición” o una simple “gripita”? ¿Podrá alguien ser todavía indiferente a este drama de la pandemia? Puede ser que sí…
“Hombre soy y nada humano me es ajeno”, sentenció Terencio, comediógrafo latino (190-159 A.C.); por eso, no sorprendería que alguien todavía sub estime al mortal Covid-19. Los seres humanos tenemos diferentes criterios, percepciones y maneras de ver y aceptar el devenir de la vida.
Entonces, es normal que algunos diputados -junto a otros sectores y MCS impresos y digitales- culpen de todo al Gobierno, hasta de los males no ocurridos, por evidente revanchismo político, frustración y odio personal, precisamente ahora que la Patria exige unidad ciudadana, para enfrentar al mortal Covid-19. Una actitud nada aceptable para la mayoría de la población, que la considera propia de intereses personales y políticos. Lo que está a la vista…
Los Parlamentos son diálogo, controversia política en el marco de los pesos y contrapesos, se supone que en beneficio de la población.
Fui Director de Prensa de la Asamblea Legislativa (1967-1970), entonces compuesta por 64 diputados. Sin la tecnología y otros avances de hoy, los diputados del Gobierno y los opositores mantenían enconados debates -también llevando agua a su molino partidario- pero cuando la población estaba en situación difícil (no se diga una pandemia), debatían fuerte pero pronto lograban acuerdos; además, el Presidente actuaba con mucho conocimiento del sistema parlamentario, sin vacilaciones, ni contradicciones.
No había fuero parlamentario para refugio de diputados cuestionados por posible causa penal; ni existía el Parlacen, ahora convertido en nicho de seguridad, para políticos que huyen de la justicia o buscan mantener su imprescindible “modus vivendi”.
Hoy, la Asamblea Legislativa cuenta -lógicamente- con novedosas condiciones de modernidad que favorecen su funcionamiento, y mucho se ha logrado; pero, en el marco desolador de esta pandemia, el hecho de que los diputados de los principales partidos políticos, ignoren la petición de una cuarentena estricta del Gobierno, muchos médicos y demás trabajadores de la salud de primera línea y del pueblo sufrido, los evidencia como des interesados e insensibles por la salud. “Cuarentena focalizada”, proponen; pero, ¿quién puede asegurar que una persona en cuarentena focal no irá -por necesidad- a un lugar no focalizado o viceversa? El virus es agresivo, dicen los entendidos…
Lamentable también el papel de algunos MCS, impresos y digitales, en franco ataque contra el Gobierno, al convertirse solo en muestrario de denuncias tendenciosas, de recargas económicas, de exigencias de proyectos incosteables… en fin, todo lo malo que, diariamente, se puede decir cuando se quiere dañar una imagen.
Durante mi carrera de ya casi 6 décadas, laboré en los principales periódicos impresos; conocíamos su línea editorial conservadora, pero se mantenía el equilibrio informativo, sin sesgos tan evidentes como los de hoy, que ponen en entredicho la afirmación “noticias de verdad e imparcialidad”. Evidente: sube el rechazo del pueblo a los periódicos y baja el número de suscriptores y lectores. Como periodista profesional, lo lamento…
Ayer lunes 20 de julio, sin embargo, se supo que Arena/Salguero, PDC/Parker y ANEP/Simán -quienes, junto a los otros partidos políticos, han sido los férreos opositores a la cuarentena estricta contra el Covid-19- declararon que “hoy sí ya es tiempo” (¿?), y piden al presidente Bukele unir esfuerzos para combatir la pandemia.
Después de tan reiterada y oscura oposición, quizás oigan el clamor de un pueblo, aunque solo sea por ahora…