martes, 16 abril 2024
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¿Cómo le gustaría morir?

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Por Gabriel Otero

Uno nunca sabe cuándo, cómo y dónde morirá, aunque se tenga la certidumbre que en cualquier momento pueda suceder. Es tan frágil el trazo divisorio entre la vida y la muerte que sus límites se diluyen y a veces aseguramos que la defunción es parte de la existencia misma, el fin último por el que nacemos.

Morimos desde que somos concebidos, el crecimiento toma forma de curva o de parábola, los extremos del inicio y del final están alejados, pero a un mismo nivel, esto en el entendido de que el transcurso de nuestra vida no tenga sobresaltos, accidentes o circunstancias que corten prematuramente su proceso natural y la terminen de tajo.

Sabemos cuándo, cómo y dónde nacimos por ser parte de la vida de alguien más, nuestros padres, quienes al unirse voluntaria o incidentalmente nos generaron dentro de su ciclo vital prolongándose en nosotros.

Conocemos dos formas exactas de nacer, una el parto natural y otra mediante cirugía o cesárea, las demás son variables derivadas de la ciencia, aunque ni siquiera imaginamos los cientos, o acaso miles, formas de morir.

¿Cómo le gustaría morir? ¿sin dolor, de viejo, dormido para no despertar nunca más? ¿en la inconciencia de un sueño profundo, sintiéndose eterno y parte de todo? O a lo mejor, usted es adicto a la adrenalina y a lo trémulo de la piel y morir emocionado es la elección.  

Hay tantas causas para la muerte y contados, pero, inmensos los motivos para la vida y es tan valiosa que muchos la utilizan como moneda de cambio sustrayéndole todo su brillo y su luz.

Nadie tiene la potestad de quitarnos nuestra vida, ni el asesino, ni el secuestrador, ni el asaltante, ni los militares, ni los policías, ni las leyes, ni los gobiernos, ni los países, ni las divinidades del verbo.

Los juristas de todas las épocas han aplicado la Ley del Talión, o por lo menos la han modernizado, en un intento para castigar el que mata a otro, institucionalizando la venganza como forma de justicia.

¿Una vida podrá sustituir a otra? el asunto es motivo de debates interminables, de discusiones estériles, de nudos gordianos que nadie podrá desatar.

Lo trascendente es la revalorización de la vida a pesar de su cercanía con la muerte, dos caras del centavo que llevamos en el bolsillo, la contemplación de la calavera que siempre nos pela los dientes o renacer de tan sólo ver el amanecer.

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Gabriel Otero
Gabriel Otero
Escritor, editor y gestor cultural salvadoreño-mexicano, columnista y analista de ContraPunto, con amplia experiencia en administración cultural.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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