sábado, 13 abril 2024
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¿Cómo la economía salvadoreña sale de la trampa de ingreso medio bajo?

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La utilización del dólar eliminó la posibilidad de emplear el tipo de cambio para ajustar las exportaciones e importaciones. Se cedió el control de la tasa de interés por lo que no se dispone de una herramienta para reactivar la economía

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El objetivo de la presentación es abordar desde una perspectiva heterodoxa por qué la economía salvadoreña ha presentado históricamente déficits comerciales y fiscales persistentes que han configurado una economía de bajo crecimiento económico y que se encuentra inmersa en una trampa de ingreso medio. A su vez, proponer un conjunto de acciones de política pública que nos permita salir de esta trampa.

El orden de exposición inicia con un análisis del porqué El Salvador se encuentra en una trampa de país de ingreso medio.

El segundo apartado, plantea una visión heterodoxa de los déficits gemelos que el sentido de la causalidad va desde los déficits en cuenta corriente hacia los déficits fiscales.

El tercer apartado se centra en cómo resolver el déficit fiscal y la deuda del sector público no financiero desde una perspectiva de crecimiento inclusivo.

En el último apartado establecemos una serie de estrategias de política pública con la finalidad de salir de la trampa de bajo crecimiento y superar la clasificación de país de renta media.

El ingreso nacional bruto per cápita entre 2000 y 2016 creció a una tasa promedio de 1.3%, una tasa muy por debajo del crecimiento promedio de los países de ingreso medio alto e ingresó alto clasificados por el Banco mundial.

Estimo que de continuar a este bajo ritmo de crecimiento del ingreso per cápita pasarán setenta años para que el país converja con el promedio de los países de ingreso medio alto que su ingreso en 2016 alcanzó $6,698 por habitante.

Sí quisiéramos converger con los países de renta per cápita alta tardaríamos doscientos años para alcanzar un nivel de $39,068.

Siempre es conveniente revisar la historia económica de El Salvador para comprender los orígenes de una economía de renta media y no volver a cometer estos errores. El Salvador se inserta a la economía mundial durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, estando su producción y circulación dominadas por las actividades agrícolas, tales como el café, cacao, banano, azúcar y otras actividades de gran integración al mercado internacional bajo el dominio de las élites. Dichos renglones de exportación no lograron sentar las bases para el desarrollo económico y social requerido, configurando una sociedad con bajos niveles de educación, indicadores de salud y nutrición por debajo del promedio latinoamericano, un elevado porcentaje de la población económica activa destinada a labores agrícolas y elevadas tasas de sub-empleo, baja cualificación de la oferta laboral, crecimiento demográfico elevado, una oferta agregada especializada en actividades primarias.

Las élites articulan una estrategia de desarrollo económico y social basada en la ventaja comparativa de costes, que en América Latina se denominó estrategia de sustitución de importaciones y que explicará la tendencia a los déficits comerciales y de cuenta corriente que examinaremos en el siguiente apartado. Las élites analizaron el por qué, los precios de las exportaciones agrícolas tenían una tendencia a la baja y elevada volatilidad mientras los precios internacionales de productos industriales de exportación de los países industrializados ascienden, en  la estructura imperfecta de la competencia internacional donde los países desarrollados mantienen un poder de mercado. En suma, los desiguales niveles de la competencia entre los dos bloques de países se manifiestan en primera instancia como una estructura “imperfecta de mercado”. Sin embargo, como mantendremos en el segundo apartado, las diferencias entre los costos de producción entre países y sus empresas explican la evolución de los precios de venta relativos en el mercado nacional e internacional (términos del intercambio). Cabrera (2001, Pág. 250)

En el transcurso de las ocho últimas décadas, en El Salvador se han producido cambios en la estructura socioeconómica, tanto global que han definido “un sistema productivo dual”, en el que coexisten sectores productivos con alta y baja composición técnica del capital, una característica descrita por Arthur Lewis, que tienen como consecuencia altos diferenciales de productividad del trabajo en amplios sectores de la economía. Otra característica encontrada es la propensión al desempleo crónico y una elevada desigualdad entre la población que imposibilita el converger a un crecimiento inclusivo con pleno empleo.

La economía salvadoreña presenta cuatro etapas en el crecimiento económico. La primera etapa en los años sesenta que se caracteriza por altos niveles de crecimiento como media del 5%. Una segunda etapa en los años setenta y noventa con un crecimiento moderado de 3.9% y 3.7%, respectivamente. La década de los ochenta con una desaceleración abrupta en el crecimiento económico de -2.0%. Una cuarta etapa de crecimiento bajo de 2.0% y 2.5% en la primera década y segunda del presente siglo.

En la primera etapa, se buscó la creación, el fomento y la consolidación de empresas en ramas industriales que permitieran mayores tasas de acumulación de capital y mayor incorporación de capital fijo medio por unidad de producto, así como diversificar la oferta agregada regional y reducir los costos de producción unitarios.

El proceso de industrialización en Centroamérica nace bajo el amparo del Mercado Común Centroamericano (MCCA), suscrito por los países a principios de los sesenta, que configura un tejido industrial muy protegido de naturaleza coste aceptante en sus insumos, principalmente importados, y precio-determinante en los mercados regionales.

La tasa de crecimiento promedio de la Formación bruta de capital en esta década alcanzó una media de 7% mientras que la ratio de inversión al PIB fue de 15%.

Los setenta, marcan un proceso de desaceleración del crecimiento económico explicado por la ruptura del Mercado Común Centroamericano (MCCA), la crisis del petróleo entre otros eventos. Pese a estos eventos, la mecanización alcanzo un crecimiento del 18%  y el ratio de inversión al PIB alcanzó un 19%.

La década de los ochenta, fue un período de conflictos político-militares en algunos países que al final del período llevó al logro de Acuerdos de Paz (Nicaragua, El Salvador y Guatemala), de una mayor gobernabilidad democrática y a la implantación de programas de ajuste y estabilización económica (basados en el Consenso de Washington) que explica un exiguo crecimiento de la Formación bruta de capital de 1.6% mientras su aporte al PIB bajo dos puntos respecto a la década anterior (15%).

Como fruto de estas reformas estructurales orientadas hacia la apertura del mercado, la ineficiencia económica en la década de los noventa empieza a reducirse por el aumento en el grado de apertura, los programas de privatizaciones de primera y segunda generación, reforma fiscal liberalización del sistema financiero, una política comercial orientada a atraer inversión extranjera directa, la firma de tratados de libre comercio, el fortalecimiento del Mercado Común Centroamericano y se vuelve a desencadenar la inversión que creció dos dígitos (12.6%) y la importancia relativa en el PIB se eleva al 17%.  Bajo este marco de políticas, en los noventa, se recupera la senda de rápido crecimiento, pero por debajo de los niveles observados en la década de los sesenta y setenta.

En el presente siglo, la economía salvadoreña se caracteriza por la profundización de la trampa de bajo crecimiento del 2% y 2.5% en los veinte años explicado por una caída en el ritmo de crecimiento de la inversión de 3.3% que aumentó entre 2010 a 2018 a 7.5%.

Decisiones de política pública como la eliminación del colón y la sustitución por el dólar, provocó que la economía salvadoreña no contará con políticas de demanda, tales como la monetaria, crediticia y cambiaria y el poco espacio fiscal. La utilización del dólar eliminó la posibilidad de emplear el tipo de cambio para ajustar las exportaciones e importaciones. Se cedió el control de la tasa de interés por lo que no se dispone de una herramienta para reactivar la economía.  

“Ceder el control de los tipos de cambio y la tasa de interés puede tener un precio muy alto para un país. Se enfrentará a problemas enormes a no ser que se haga algo. La magnitud de ese precio y la naturaleza de ese algo dependen de una serie de factores […]” (Stiglitz, 2016, pág. 108).

En la práctica, sólo es posible gestionar la dolarización a través de la deflación de precios internos, la caída de los salarios que deben adaptarse a los precios externos con efectos en altos índices de desempleo y sub-empleo y una gran incertidumbre para los trabajadores que explica el lento crecimiento económico.

El Salvador se enfrentó en la recesión de 2009, desprovisto de herramientas de política para atenuar los impactos en términos de desempleo elevado, pérdida de producción y un crecimiento bajo.

LEA PONENCIA COMPLETA:   Déficit comercial y Déficit fiscal 

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Nota del Editor: Dr. Óscar Cabrera, ex presidente del Banco Central de Reserva de El Salvador (BCR), es actualmente Presidente de la Fundación para el Desarrollo de Centroamérica (FUDECEN)

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Óscar Cabrera
Óscar Cabrera
Presidente de la Fundación para el Desarrollo de Centroamérica (FUDECEN)

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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