El ambiente está caldeado, los niveles de enfrentamiento a los que se ha llegado son enormes. El epicentro de la pelea, está en la SIGET, el detonador de toda esta situación fue la elección de Gregorio Sánchez Trejo como director propietario del sector privado en la junta directiva de Superintendencia General de Electricidad y Telecomunicaciones.
El avivamiento de la confrontación se dio cuando el presidente de la República el sábado recién pasado declaró, al buscar un culpable: “Los tenemos en la mira”, al referirse a los magistrados de la Sala de lo Constitucional.
La reacción de la empresa privada también fue verbalmente agresiva y jurídicamente directa La Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) presentó un recurso de amparo ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) para revertir el proceso de elección de directores del sector privado de la SIGET.
A estas alturas del partido nadie se acuerda del “Pacto de Ataco”, los dirigentes de los partidos son desmemoriados, ya se les olvidó que en agosto de 2015, tras una encerrona de dos días en Ahuachapán, firmaron un acuerdo para evitar la confrontación y trabajar unificados en pro de un mismo objetivo: la seguridad de los salvadoreños. Firmaron un “compromiso de generar un ambiente respetuoso y propicio a la solución de los principales problemas que enfrenta el país”, así dice el documento firmado por todos los representantes de los partidos políticos.
En la actividad entre partidos se puede admitir que la confrontación se vea como normal, la verdad es que es así, como se maneja el juego político. Pero una cosa es aceptar que la confrontación es de la esencia de la política y otra someterse a la confrontación estéril.
La que sirve, es la confrontación que da resultados, ofrece soluciones. Está claro que los partidos políticos, para seguir existiendo, deben confrontar. Pero lo que no se vale es el juego de la confrontación estéril, pues un ambiente enrarecido solo lleva a un callejón sin salida, a una política sin sentido, que es nefasta porque no permite sacar adelante a El Salvador.
Una confrontación productiva puede posibilitar concretar acuerdos básicos de nación y dar lugar a la elaboración de políticas de Estado que son las que perduran más allá de un gobierno.
Es una realidad, que la confrontación aumenta en periodos electorales, pues lo que se busca es ganar votos a partir de desgastar al adversario, la intención es hacerlo pagar un costo político por sus errores, para tener más posibilidades de triunfar en las próximas elecciones.
La confrontación estéril no sirve: interfiere o paraliza la gestión pública, y contribuye al desencanto de la ciudadanía. Hay que tener en cuenta que la confrontación estéril y la polarización no van a desaparecer por si mismas o por el mero paso del tiempo o mucho menos por hacer llamados en abstracto a la no polarización; se necesita un plan ciudadano para combatirla y derrotarla y se tiene que elaborar pronto.