viernes, 12 abril 2024
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Circo, promesas y falsedades

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“La polí­tica deberí­a ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano.”- Dwight D. Eisenhower. Dentro de la coyuntura social de El Salvador, la palabra “polí­tica” ha adoptado una serie de diferentes adjetivos y opiniones, que han sido condicionadas principalmente por la labor de las figuras y entidades polí­ticas de los últimos años. Una labor que ha recibido diferentes crí­ticas y designada por la misma población, con diferentes conceptos como: corrupta, hipócrita, egoí­sta y mentirosa.

Dicha perspectiva social se ha visto manifestada en gran medida desde hace un par años, aumentada principalmente en los últimos cinco, mismo tiempo de gobierno por parte del presidente Salvador Sánchez, y, por ende, del partido FMLN. Que según estadí­sticas de la IUDOP (Instituto Universitario de Opinión Pública), la población calificó en un promedio de 4.6 la labor efectuada por el gobierno en turno. De igual forma, el 83% de población se siente poco o nada beneficiada por el accionar del mismo.

Ésta, es sólo una muestra de la poca confianza que los salvadoreños tienen con respecto a sus actuales “lí­deres”. Mismos, que se han encargado paulatinamente de perder la imagen que tení­an frente a sus seguidores y reprenderlos de cierta manera. Viéndolo de forma más clara, en la poca representación por parte de este partido en las pasadas elecciones municipales y de diputados. Sin embargo, no se pueden confundir los accionares realizados por los salvadoreños, al pensar que el gane del partido ARENA fue producido gracias a que las personas los consideren como la mejor elección para gobernar, sino más bien, como una forma de proclamar su descontento y una cierta manera de escarmiento.

Sin embargo, estamos a las puertas de un nuevo proceso electoral, donde estaremos a la espera de conocer al nuevo gobierno que tomará las riendas de nuestro paí­s por los próximos años. Mismo, que se encuentra inmerso por un panorama poco convencional, principalmente por la necesidad de tener un nuevo cambio para pueblo. Dicho cambio, que viene protagonizando el partido Nuevas Ideas, la conocida como “tercer fuerza polí­tica del paí­s”, encabezada por la figura mediática de Nayib Bukele. A quién, las encuestas lo encabezan como el preferido para las próximas elecciones presidenciales.

A pesar de esto, el sentir de muchos, tanto jóvenes como adultos, llegan a la conclusión de no poseer un real convencimiento hacia los partidos electos y sus aspirantes al poder. Influenciado no solamente por las acciones inoperantes y corruptas de los últimos años, por parte de los dos partidos tradicionales de El Salvador, sino también por la falta de confianza que la misma población tiene ante las estrategias de marketing, publicidad, uso de retórica, entre otras formas de convencimiento que utilizan los partidos y sus candidatos para llegar a los ciudadanos. Todo esto, apoyado en gran medida por el uso de las redes sociales y la capacidad que les han dado a las personas para que estén enteradas de sus acciones y que se logren informar más sobre ellos.

Este camino, rumbo al porvenir del paí­s, está inmerso en distintas opiniones y perspectivas sobre todo lo que le atañe. A pesar de esto, una forma de definir la situación actual de nuestra polí­tica y las diferentes aristas que toca de forma resumida, es por medio de tres conceptos:

Un circo romano, haciendo alusión a ese recinto famoso e histórico, que se ocupaba en la época de la Antigua Roma y que se utilizaba principalmente para entretener al pueblo de forma gratuita. Sin embargo, ésta misma forma de entretenimiento estaba conformada por civiles de la ciudad, que utilizaban para dar “show” y entretener a la población. Este concepto se puede relacionar a nuestra polí­tica debido a todo ese espectáculo que vemos de manera más constante entre los polí­ticos y partidos polí­ticos de nuestro paí­s, donde lo que buscan es dejar mal a su oponente y no buscar soluciones para mejorar la situación en la que vivimos.

Las promesas, todas aquellas que quinquenio tras quinquenio esperamos que se cumplan y así­ podamos tener un mejor futuro, tanto a corto como largo plazo. Sabiendo del mal que poseen las figuras y entidades de nuestro paí­s, que solo buscan marear a las personas, con el uso de su discurso para convencer a los ciudadanos de votar por ellos. Finalmente, las falsedades que una y otra vez vivimos por parte de los representantes máximos del Estado, que por años han buscado su propio beneficio, pero nunca el de su gente.

Tres meses más para saber de qué color nos vestirán”¦ un rojo ya utilizado y que casi nadie confí­a. Un azul, blanco y rojo que con sus patadas de ahogado pretende volver a ganar la simpatí­a de la gente. O un color celeste, que intenta venderse “”ocultando sus intenciones más oscuras”” como la esperanza de un pueblo y el cambio que necesitamos.

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El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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