domingo, 5 mayo 2024

Centenario natal de un poeta y periodista sonsonateco injustamente olvidado

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Antifascista convencido y militante, fue redactor de El Diario de Hoy (1940-1944), en momentos en que ese medio se enfrentó a la dictadura de trece años del brigadier Hernández Martínez / Dibujo de portada del pintor Carlos Cañas

Alfonso Morales Morales nació en la ciudad de Sonsonate, el martes 16 de septiembre de 1919, como hijo de la salvadoreña María Morales y del nicaragüense Francisco Morales.

En 1937, el periodista y escritor Napoleón Viera Altamirano, fundador de El Diario de Hoy (mayo de 1936), recibió una serie de poemas diáfanos y vigorosos, por lo que surgió la duda de que su autor fuera un joven sonsonateco menor de 18 años. Fue la intervención del escritor y periodista  santaneco Rolando Velásquez quien despejó aquellas inquietudes en torno a la autoría de aquellos versos, muy influidos entonces por Pablo Neruda, Pedro Geoffroy Rivas y otros autores nacionales y extranjeros.

Obtuvo su título de bachiller en 1939. Después, se matriculó en el doctorado en Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador, en el que cursó de 1940 a 1943, pero que abandonó por dedicarse de lleno al periodismo y la literatura.

A mediados de febrero de 1940, el prolífico y joven poeta salvadoreño Joaquín González del Río anunció en los periódicos capitalinos que se encontraba en la fase de impresión su Antología de jóvenes salvadoreños, en la que había reunido textos en prosa y verso de Morales, Matilde Elena López, Oswaldo Escobar Velado, Emma Posada, Manuel Aguilar Chávez, Elisa Huezo Paredes, Juanita Soriano, Lisandro Alfredo Suárez, Ricardo Trigueros de León, Antonio Gamero y muchos escritores y autoras más, hasta completar un volumen cercano a las doscientas páginas. Sin embargo, no hay certeza de que ese volumen haya sido finalmente impreso, pues no se ha localizado ningún ejemplar en bibliotecas y archivos del país o del extranjero.

Antifascista convencido y militante, fue redactor de El Diario de Hoy (1940-1944), en momentos en que ese medio se enfrentó a la dictadura de trece años del brigadier Hernández Martínez.

Desde el domingo 30 de marzo hasta el 11 de mayo de 1941, el poeta Serafín Quiteño dirigió al semanario capitalino El mundo libre, en cuya plana de redacción tuvo a Morales, al igual que a los intelectuales hondureños Julio Connor, Medardo Mejía y Matías Oviedo. Esa publicación era materializada en San Salvador, en la imprenta y encuadernación “La república”, mientras que las oficinas del periódico estaban situadas en el no. 54B de la octava avenida norte. Con la salida de Quiteño de la jefatura editorial, Morales asumió el cargo a partir del 11 de mayo. A partir de ese momento, el nuevo jefe mantuvo a Connor, Mejía y Oviedo en sus empleos, contrató como corredactor al salvadoreño Alirio García Flamenco (hermano del educador Marcelino, 1888-1919), trasladó la sede de esa publicación del no. 54B de la octava avenida norte al no. 31 de la segunda avenida norte, en la ciudad de San Salvador, hizo que los nuevos tirajes fueran realizados por la Imprenta Rodríguez, situada en el no. 19 de la 22 calle poniente, en el barrio capitalino de Santa Anita y convirtió a la publicación en bisemanario, impreso los jueves y domingos a partir del no. 36, que circuló el 18 de diciembre de 1941. Para los registros históricos del periodismo salvadoreño, ese fue el único medio nacional  dedicado por completo a la Segunda Guerra Mundial y a la lucha contra el nacionalsocialismo de Adolf Hitler y el fascismo de Benito Mussolini.

Con varios directores de periódicos y revistas de El Salvador -entre quienes se encontraban Morales, Manuel Andino, Julio Enrique Ávila, Miguel Pinto h., José Quetglas y otros- divulgaron mediante la portada de Diario nuevo (San Salvador, sábado 20 de junio de 1942) una carta dirigida al presidente Maximiliano Hernández Martínez, en la que le solicitaban tomara las providencias necesarias para que se le permitiera residir y trabajar en el país al periodista guatemalteco José Atanasio Miranda –el cuñado de Alberto Masferrer-, quien se había establecido en la capital salvadoreña desde 1939, pero que ya para esos momentos enfrentaba problemas con las autoridades migratorias nacionales.

Fue integrante del Gruposéis (también denominado Grupo Seis), originado en la mañana dominical del 11 de enero de 1942, en las instalaciones de El Diario de Hoy y cuyas reuniones se efectuaban en restaurantes nocturnos y en la cafetería “Grano de oro”, en la ciudad de San Salvador. Diversos autores piensan que ese nombre estaba compuesto por las siglas del Grupo Social En Ideas Superiores. En esa agrupación también participaron Cristóbal Humberto Ibarra, Oswaldo Escobar Velado, Manuel Alonso Rodríguez, Antonio Gamero, Tránsito Huezo Córdova, Pilar “Pilly” Bolaños, Ricardo Trigueros de León (1917-1965), Margoth O’Connor y otras personas más, quienes publicaron en las páginas literarias del rotativo que los acogió y en las de Diario Latino.

En 1943, en la ciudad de México, se desempeñó como delegado del Frente Nacional Antifascista en la Conferencia de la Juventud por la Victoria, dedicada a motivar y potenciar el avance militar y político de las naciones aliadas en contra de Alemania, Italia y Japón. En ese cónclave continental, Morales fue designado delegado para El Salvador del Comité Juvenil Americano, con sede en New York.

En la noche del lunes 23 de agosto de 1943, un grupo de periodistas, escritores y artistas plásticos se reunió en la Biblioteca Nacional, con el fin de unificar, reorganizar e impulsar a los distintos grupos de intelectuales contrarios a los totalitarismos mundiales. En esa ocasión, fue electa una junta directiva provisional del naciente Comité de Escritores y Artistas Antifascistas, presidida por el escritor y periodista Julio César Escobar Alberto Quinteros h. (secretario), Luis Gallegos Valdés (prosecretario), Guillermo Machón (tesorero), el pintor Raúl Elías Reyes (primer vocal, luego llamado Raúl Elas Reyes), Luis Rivas Cerros (segundo vocal) y Matilde Elena López (tercer vocal). Además, Alberto Quinteros h. y Matilde Elena López fueron nombrados como delegados del Comité ante la futura organización del Frente Juvenil Antifascista y así escuchar los informes de la delegación salvadoreña (compuesta por Morales, José Salvador Guandique, Reynaldo Galindo Pohl y otros) que asistió a la Conferencia Continental de la Juventud por la Victoria. Tras la elección de aquella junta directiva y la difusión pública de un manifiesto del Comité –redactado por Morales-, le fue dedicado un editorial anónimo de apoyo a sus actividades (difundido en El gran diario, San Salvador, miércoles 25 de agosto de 1943, pág. 3), que incluían la fundación de la Casa del Artista y la del Club de Prensa de El Salvador, de común acuerdo con la Asociación de Periodistas de El Salvador.

Se desempeñó como director del Diario en el Aire (radios YSR-YSF, San Salvador, 1945-1949), redactor de La tribuna (1946–1947) y redactor y coeditorialista del diario capitalino Tribuna libre a partir de 1948 hasta su desaparición.

Colaborador de las páginas editoriales de La Prensa Gráfica, fue presidente de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES, 1951–1956).

Casado con Esperanza de León, procrearon a su hija Angélica (de Espinoza).

Presidente del Segundo Congreso Centroamericano de Periodistas (San Salvador, 1951), fue integrante del Subcomité de Periodistas y Escritores del Partido Revolucionario de Unificación Democrática (PRUD), constituido en la capital salvadoreña el sábado 15 de marzo de 1952.

En 1953 obtuvo su licenciatura en Periodismo en la Universidad de San Carlos (USAC), en la ciudad de Guatemala, mediante una modalidad de estudios realizados a distancia.

Nueve años después, dio a prensas su poemario Tentativa canción a Sonsonate y otros poemas (San Salvador, Dirección General de Publicaciones del Ministerio de Educación, 1962, con ilustraciones de Antonio Flores Hernández), con el que había obtenido el máximo galardón de los Juegos Florales de su ciudad natal.

Durante 35 años, laboró como Oficial de Información y Publicidad del Programa de Electrificación Nacional, impulsado por la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Rio Lempa (CEL).

Desde 1962 hasta 2002, fue asesor de prensa de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador, para la que en 1978 fundó su revista institucional Comercio e Industria.

Autor del poemario Estatutaria de amor a José Simeón Cañas, la mayor parte de su producción literaria se encuentra dispersa en periódicos y revistas de mediados del siglo XX, aunque muchos de sus poemas y demás escritos literarios se encuentran aún inéditos, a la espera de una recopilación, estudio crítico y publicación conjunta en formato de libro. En ese sentido, es el más desconocido integrante de los movimientos literarios anteriores a la Generación Comprometida, al Grupo Octubre y al Círculo Literario Universitario.

Falleció en la ciudad de San Salvador, el domingo 6 de junio de 2004.

Algunos de sus trabajos literarios fueron compilados en el volumen colectivo Poetas y escritores de Sonsonate (Asociación de Periodistas y Amigos de la Cultura de Sonsonate-Casa de la Cultura de Sonsonate, 1992, 192 págs.).


Nota del Editor: En la actualidad, su hija Angélica custodia su archivo personal.


DOS POEMAS DE ALFONSO MORALES MORALES


Del poemario Tentativa canción a Sonsonate:


VII

Aún fluyes a mi canto, tierra amada.

Me invitas al descanso a la planicie

de las verdes pasturas,

para empapar mi frente en el murmullo

de tus aguas rurales.

Me sales al encuentro, enamorada,

en delirio estival de mariposas.

Me sofoca tu clima repentino

como un puma aferrado a la garganta! 

Blanca y quieta a lo lejos,

anticipada luz del altiplano,

Armenia se vislumbra

con el muslo de arcilla en la neblina,

doncella de las trenzas de tabaco.

Fortaleza en el humo de las ganaderías,

velamen de marítima acuarela

en la ola suspensa de los cañaverales.

Caluco, cacicazgo del cacao,

espliego arrodillado en el derrumbe

de coloniales templos.

Nervaduras de azufre y cataclismo

te socavan las ingles

y aun ofreces en densa agrimensura

el ópalo de miel en la naranja.

Ishuatán en la herida del bálsamo irredento,

baja como el aroma por los ríos

hasta el caimán que duerme en los esteros.

Juayúa entre neblinas forestales,

bajo el lampo floral

de los madrecacaos

que en la brisa amanecen

mojados con rocío de cerezo.

Pétalo en el aroma del cafetal maduro,

guardabarranca de la serranía

que anuncia la cascada

en los helechos.

En los acantilados de Acajutla

y en el bosque salado

donde la garza es un arrullo en vuelo,

la rosa de los vientos

le desgarró el timón a mi aventura

y empecé a morir como los días

en el duro rumor de la rompiente!

Allí nació mi vocación de angustia,

frente a la inmensidad irrevelada.

Náufrago del amor y la esperanza,

con mi sollozo levanté la luna

como a un gran girasol

del horizonte.


Del poemario Estatuaria de amor a José Simeón Cañas:


I

Albor en el prenuncio levantino,

tu sacro nombre, Padre,

es una turbonada de sombras y gemidos,

mi rebelión induce y mi esperanza

hacia el sosiego tenue de tus párpados,

alas de mariposa disgregadas

en un sueño de musgo y calicanto!

Pastor, diafanidad de las lumbreras

nacientes en el pasto y en los trinos,

la borrasca dispersa tus rebaños

y el sol va calcinando

la errancia de sus huellas.

Cantaré la alabanza de tus óleos,

olvidada fragancia que reintegra pura

la fe en el hombre y su destino

de cereal generoso,

para amar su heredad y afincar su simiente

y tornar a ceniza en el rastrojo,

eco en el viento, sosegada vena.

Inmerso en el tornado de los días

-con agobio de estruendo y de nublados,

polvo en la frente, solitaria duna-

clamo por los silencios conventuales

donde tu voz tenía

la intimidad del aire respirado.

Fugitivo del odio y la intemperie,

jirón de la alambrada,

tibio grumo de sangre sobre el muro,

el corazón del hombre se incorpora y pregunta

en dónde está tu voz abanderada

de la piedad suprema.

En dónde está tu mano,

en gratitud de lágrimas ardiendo,

como una hoja en que la luz brotaba

de su limbo empapado de rocío.

Por la humillada sangre del esclavo

y su ancestro insumiso,

creador de dinastías de coraje

en el cubil de pumas o panteras,

se prodigó tu amor

en las gavillas del suplicio

y en la desnuda fibra de la llaga.

No fue, no pudo ser,

el dolor que dimana en cautiverio,

incidental espina en tu costado.

En el afluente tumbo coronario

que inauguró en pistilos

la amorosa hilatura de tus venas,

venía ya tu bálsamo indiviso,

la lumbre de tu linfa redentora,

tu verbo de varón inmaculado!

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Carlos Cañas Dinarte
Carlos Cañas Dinarte
Historiador, escritor e investigador salvadoreño, residente en España. Experto en temas centroamericanos, columnista de ContraPunto
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