Contra lo que comúnmente se piensa no hay una relación directa entre celibato y pederastia. Así lo sostienen los psiquiatras y los sexólogos que trabajan sobre estos temas.
El ser sacerdote o religioso célibe no supone una inclinación a la pederastia por sí misma, pero sí puede ser que personas con esta problemática psicológica se acerquen al sacerdocio o la vida religiosa, según el Instituto de Estudios de la Sexualidad de Barcelona (IESB).
Más del 95 % de los casos de pederastia ocurren al seno de la familia de las víctimas, como lo asegura la UNICEF, pero la Iglesia, sin pretenderlo, se ha convertido en un espacio que da cabida a pedófilos, dice el IESB.
Las personas que sienten atracción por las niñas y niños eligen profesiones o actividades que los acerquen a estos. Es el caso de entrenadores deportivos, monitores, profesores, sacerdotes y religiosos. Escogen esas profesiones, “para enmarcar su pedofilia”, asegura la Asociación Española de Psiquiatría Legal (AEPL).
Este comportamiento está presente “en todos los contextos sociales, culturales y religiosos, y no solo en los católicos” y de tres de cuatro casos de pedofilia ya existía un contacto entre el niño y el adulto, afirma el IESB.
Los expertos señalan que el celibato no aumenta la tendencia a la pedofilia y los estudios revelan que entre los sacerdotes y religiosos existe la misma proporción de heterosexuales, homosexuales y pedófilos que el resto de la población.
Un dato que ayuda a ubicar la dimensión del problema es que entre 1995 y 2010, en Alemania, para poner un ejemplo, se denunciaron 210,000 casos de abuso infantil y solo 94 casos eran de religiosos, el 0.044 % del total.
La Iglesia, por razones equivocadas, por décadas ocultó los hechos. La situación ha cambiado de manera notable con el papa Francisco que señala todos los casos deben darse a conocer y proceder judicialmente contra los sacerdotes y religiosos pedófilos.
Aunque no hay nada que demuestre “desde el punto de vista fisiológico de que la abstinencia conduzca a una mayor atracción por los niños”, el celibato no es algo normal, plantea la Asociación Española de Urología (AEU).
Aunque también reconoce, como lo propone Sigmund Freud, que los límites que impone el celibato se pueden resolver por la vía de la “sublimación” del instinto sexual.
La opción del celibato no es exclusiva de la Iglesia católica y a lo largo de los siglos ha estado presente, como decisión voluntaria, en otras religiones. El argumento fundamental de quienes toma este camino es que se abren a un amor más universal que no se reduce a la pareja y a la familia.
El célibe y el que no lo es cuando sienten el estímulo erótico deben superarlo, pero no reprimirlo. Los especialistas plantean que conseguirlo o no depende del grado de la madurez personal.
Y también que las infidelidades las pueden cometer tanto un célibe como el integrante de una pareja. Cuando eso sucede uno y otro saben que están rompiendo un compromiso adquirido por amor. Los fallos se pueden perdonar por el amor.
Si bien es cierto, hay mucha evidencia, de que no existe relación directa entre el celibato y la pedofilia, en la Iglesia católica latina la abstinencia sexual debería ser opcional. Es un tema donde al interior de la Iglesia hay posiciones distintas. Iglesias cristianas de Oriente, en comunión con el papa, admiten el matrimonio. ¿Por qué no en la de Roma?
En el pasado Sínodo del Amazonas, la mayoría de los obispos se pronunció por la ordenación sacerdotal de hombres casados. La decisión final estaba en manos del papa, que decidió mantener la tradición del celibato.
La práctica del celibato en la Iglesia católica no es un tema teológico, que se refiera a la fe. Es una práctica, una costumbre, que oficialmente tiene su origen en el Concilio de Elvira en el siglo V.
Estoy seguro que algún día, ya no muy lejano, el celibato sacerdotal será opcional en la Iglesia Católica Romana.
Twitter: @RubenAguilar