Sin estadísticas, sin metas alcanzadas y sin proyectos a futuro; así fue el discurso expresado, en la noche del miércoles, por el presidente de la República, Nayib Bukele, correspondiente a la rendición de cuentas de los tres años en los que ha estado al frente del país.
Bukele dejó de lado todas las promesas que el 1 de junio de 2019 asumió en favor de la población salvadoreña, esto al centrar su discurso en dos partes: continuar con sus descalificaciones a la guerra civil salvadoreña -entre ellos sus adversarios políticos- y jactarse de las repercusiones que ha tenido el Régimen de Excepción, que exigió al Legislativo el pasado 27 de marzo luego que las pandillas provocarán un repunte de homicidios, que dejó del 25 al 27 de ese mes un total de 85 personas masacradas por estructuras criminales.
Semanas después el periódico digital, El Faro, dejó en evidencia que esta masacre fue desatada por el quiebre en el pacto que el gobierno de Bukele tenía con las estructuras criminales.
Retomando las declaraciones, el mandatario aseguró que la comunidad internacional – con insinuación a Estados Unidos- fue la que “inició, alimentó y terminó” el conflicto armado salvadoreño, que inició en octubre de 1979 y culminó en enero de 1992.
“Los poderes de afuera que querían influir en nuestro país y lo hicieron, nosotros solo fuimos peones de los poderes internacionales, ellos solo pusieron los dólares y las armas, y nosotros pusimos los muertos”, arremetió.
Además, acusó a los dirigentes de ARENA y el FMLN de ser “los simples ejecutores” de la guerra.
Con estas palabras que no duraron ni dos minutos, el gobernante salvadoreño tiró a la basura los más de 40 años de historia previa a la guerra civil salvadoreña, en los cuales prevalecieron la falta de una distribución equitativa de las riquezas que Estado y la represión de los gobiernos militares.
Ambos factores fueron los que provocaron que la población pobre, en su mayoría, campesina luchara por el reclamo de mejores condiciones para la clase trabajadora salvadoreña, con lo cual fueron naciendo grupos insurgentes que tenían como objetivo luchar contra el autoritarismo de la época.
Esta convulsión social estalló en lo que conocemos como la guerra civil. Por lo tanto, Bukele con sus palabras también le falta el respeto a las personas, que ofrendaron su vida por un país democrático y respetuoso de los derechos humanos.
Pero en lugar de buscar reivindicarse al descarado atropello que hizo contra la historia salvadoreña, continuó vociferando en contra la clase política tradicional.
Aprovechó esto para enlazarlo con el problema de las pandillas que afecta en territorio salvadoreño, al apuntar que ARENA y el FMLN fueron culpables de alimentar el cáncer de las pandillas, dejando sin esperanza al pueblo salvadoreño de un país mejor.
“Durante 30 años, más de 120,000 salvadoreños fueron asesinados por las pandillas, sin contar las decenas de miles de desaparecidos, millones de extorsionados, heridos, asaltados, amenazados, desplazados y un gran número de violaciones. En muchos casos era gente inocente”, añadió.
Enfatizó que, junto al actuar de los delincuentes en años anteriores, se suma la violencia vivida por la élite política, quienes saquearon al Estado, con un sistema de salud y educación en abandono y en deterioro, donde imperó la marginación, la desigualdad, y falta de oportunidades; lo que se volvió una receta perfecta para el crecimiento de las pandillas.
También recordó que las anteriores gestiones de la Asamblea Legislativa no hicieron nada para combatir a los grupos criminales, porque se lucraban del dolor y luto que generaban los grupos terroristas.
El Jefe de Estado lamentó que muchos salvadoreños en el extranjero “tuvieron que dejarlo todo porque un pandillero así lo decidió. Miles de ellos tuvieron que migrar, pero dentro de poco podrán regresar a vivir, si así lo desean, o al menos visitar o incluso invertir en un El Salvador sin pandillas”.
En este aspecto, explicó que bajo su Gobierno y el desarrollo de las diferentes fases del Plan Control Territorial se ha ido fortaleciendo la institucionalidad y la capacidad de respuesta del personal de seguridad, además, se ha cortado todo poder de las pandillas en el sistema penitenciario del país.
“Con la Fase II comenzamos a construir oportunidades en las comunidades más afectadas por la violencia, para arrebatarle a las pandillas su semillero”, enfatizó el jefe de Estado.
De igual manera, agregó que se ha fortalecido a la Policía Nacional Civil y la Fuerza Armada de El Salvador, duplicando y quintuplicando su personal, como parte de la Fase IV del Plan Control Territorial.
“Cada día son más los salvadoreños que dejan de pagar renta a las pandillas para que sus negocios se mantengan o para que no los maten”, agregó el Presidente Bukele.
Entrado de lleno en eso, no dejó escapar la oportunidad para hablar de los resultados del Régimen de Excepción, que aseguró que está “a un paso de ganarle” la guerra a las pandillas.
“No ha sido fácil, no ha pasado de la noche a la mañana; en 1992 la guerra no terminó, solo cambio de forma, el pueblo siguió siendo víctima de la violencia con la misma fuerza e incluso mayor que la de la guerra”, comentó.
En tres años de Gobierno, el país registra 128 días sin homicidios, mientras que en los tres gobiernos anteriores solo se registró un día sin muertes violentas, según Bukele.
“Durante los últimos dos meses de entrada en vigor del régimen de excepción, los salvadoreños, que antes vivían en zozobra y temor debido al asedio de los grupos terroristas, ahora respiran tranquilidad tras haber sacado de las calles a más de 36,000 miembros de pandillas, lo que les ha permitido continuar con sus negocios”, destacó.
Subrayó que: “Lo que antes parecía imposible, porque así los tenían acostumbrados los gobiernos anteriores, ahora es posible.Antes la gente no podía abrir también negocios ni visitar a sus seres queridos solo porque vivían en la zona de la pandilla contraria; no querían mucho mandar a la escuela a sus hijos, por miedo a que les pasara algo en el camino o en la misma escuela”.
Asimismo, sacó a relucir las encuestas que fueron publicadas recientemente y que dan un visto bueno a lo que hace el sistema de seguridad público.
“Y si no me creen, vean las encuestas de la misma oposición, donde ni ellos pudieron negar que la inmensa mayoría de los salvadoreños apoya lo que estamos haciendo para combatir estas organizaciones terroristas”, afirmó.
Planteó que para seguir transformando al país es necesario garantizar la seguridad de la población, pues esto permite que muchos inversionistas internacionales deseen invertir en el país más seguro de la región, como también lograr que se sienten las bases para los nuevos proyectos que beneficien directamente al desarrollo del pueblo salvadoreño.
“Si no tenemos seguridad, ¿De qué servirían las tablets o computadoras?, ¿De qué servirían las mejoras del sistema de salud que hemos hecho y seguiremos haciendo?, si no tenemos seguridad ¿De qué serviría tener el mejor aeropuerto de la región?, los CUBOS, un nuevo estadio y la nueva biblioteca nacional, para que todo esto funcione se deben sentar las bases y esas bases son la seguridad”, expresó el mandatario.
Por otro lado, dirigió un contundente mensaje contra la oposición y todos los sectores nacionales e internacionales que no abonan al crecimiento y desarrollo del país.
“El Salvador es un país soberano, aquí vamos a tomar las decisiones correctas para nosotros y nuestro futuro. Todos los que quieran apoyarnos son bienvenidos para construir este sueño con nosotros. Pero los que no, mejor apártense, no vamos a permitir que vengan a nuestra casa a decirnos qué hacer o a darnos órdenes”, manifestó.
Asimismo, cuestionó sobre la “preocupación” de la comunidad internacional y la oposición, grupos que ahora critican y llaman al país una dictadura, en momentos que el país está avanzando y tomando las decisiones correctas para su desarrollo social, económico y de seguridad.
“Esos grupos, de repente amigos, trabajan juntos, para liberar a El Salvador de lo que ellos han querido llamar, sin ningún rigor histórico ni político: dictadura; pero, a ellos les digo: digan lo que digan, escriban lo que escriban, ataquen una y otra vez, no nos van a detener, tenemos a Dios y al pueblo salvadoreño de nuestro lado”, dijo.
Además, enfatizó que ya se encaminan proyectos estratégicos como el Tren del Pacífico, el Aeropuerto del Pacífico, el estadio nacional de primer mundo, una biblioteca nacional moderna y la primera ciudad Bitcóin; todo esto será posible a través del principal objetivo del Gobierno que es proteger la vida de los salvadoreños.
“El Salvador, que por tantos años fue de las pandillas, al fin es nuestro y la victoria está a la vista y seguimos”, concluyó.
Mientras Bukele dirigía su discurso, un grupo de ciudadanos afín al oficialismo interrumpía con aplausos y gritos a favor al mandatario. Entre esa algarabía, hubo un momento que pedían la reelección del “presidente cool”.
Muchos eso ha sido tomado como clara señal de que Bukele quiere afincarse en la silla presidencial.
A la rendición de cuenta estuvieron presentes varios funcionarios, diplomáticos y la familia del presidente salvadoreño.