A los nicaragüenses nos ha tocado vivir la terrible vuelta de la rueda de la historia muy de cerca: conocí a un guerrillero que ayudó a derrocar la tiranía de Somoza, sufrió cárcel y torturas y encabezó una revolución que en su momento fue un faro de esperanza para muchos. Para mí ese hombre era, en la década de 1980 un héroe. Nunca fue muy carismático ni elocuente pero su mejor discurso, sin duda, fue cuando reconoció la derrota del Frente Sandinista en las urnas ese 25 de febrero de 1990 y dijo: “Gobernaremos desde abajo…”. En ese momento, aceptando el doloroso veredicto del voto popular, estaba en su apogeo.
Me pareció que él no participó de la piñata, como lo hicieron muchos de sus pares que se enriquecieron al mismo tiempo que destrozaron la mística y la ética del Frente Sandinista. Sin embargo, este hombre desde muy temprano empezó a poner zancadillas y promover asonadas contra el nuevo gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro. Muchos vieron eso como una legítima defensa política y lo siguieron apoyando. Pero cuando el Frente Sandinista se dividió, allí empezó a sacar las uñas y sin muchos tapujos se adueñó de los símbolos, las llaves y sellos del partido y se autoproclamó líder indiscutible.
Hay que entender que mientras otros dirigentes aceptaron la derrota y se dedicaron a sus quehaceres y supervivencia, este hombre, sin otro oficio conocido más que el de la política, pues se dedicó a eso exclusivamente, por desgracia.
Vino entonces la denuncia de violación por parte de su hijastra, Zoilamérica. Esta fue una bomba y este hombre se escondió tras las faldas de su mujer, de la propia madre de la víctima y la desterraron a Inglaterra y procuraron por todos los medios desacreditarla. Pero todo el mundo sabía que la muchacha decía le verdad y que fue violada sistemáticamente desde temprana edad.
Luego, ¿cómo esconder el pacto con su némesis política Arnoldo Alemán? Hicieron planes de repartirse el gobierno para siempre, bajaron el techo electoral para que pudieran alternarse en el poder, pero finalmente este hombre maniobró de tal forma que pudo neutralizar a su enemigo político y le dio casa por cárcel. Aquí ya no solo enseñaba las garras sino también los colmillos, viejos y amarillos.
Después de varios intentos fallidos logró ganar la presidencia en 2006 de forma no muy clara y estando en el poder reescribió la Constitución para poder quedarse en la silla presidencial eternamente. Cooptó todos los poderes del Estado, la Policía y empezó a formar su dinastía.
Los dineros de Chávez y del Marxismo del Siglo XXI petrolero nunca pasaron por las arcas del Estado, sino que pasaron directamente a un banco paraestatal controlado por él y utilizó esos fondos para enriquecer a su familia y dar limosnas a sus bases hambrientas.
El otrora marxista-leninista se declaró católico ferviente, abolió el aborto terapéutico y se casó por la iglesia con la mujer que rechazó a su propia hija. Esta pareja elevó eso del “opio de las masas” a nivel dogma de Estado por medio de pancartas gigantes alucinantes en todo el país declarando que Dios es el pueblo. Y que el pueblo es él.
Este viejo zorro ofreció una rama de olivo a la empresa privada y retomado las prácticas del dictador que ayudó a derrocar, impulsó lo que los empresarios bautizaron como “populismo responsable”. Es decir: “No me meto en sus negocios, pero tengo los míos propios. No se metan en política ni en mis negocios y a todos nos irá bien”. Y durante muchos años, a todos les fue bien, como en los cuentos de hadas.
Pero este gobierno bicéfalo (sacado de la telenovela “House of Cards”) donde la mujer es la maquiavélica y el hombre, cual león cansado está echado, ha tenido un abrupto despertar a las bocas del infierno al que llegaron por atajos.
Hace un año el FMI le dio un pase a la gestión macroeconómica a este gobierno, que en definitiva es de derechas, pero los estudiantes y los jubilados no estaban de acuerdo y empezaron a manifestarse. La mujer reprimió y la cosa se le fue de las manos. Los estudiantes se sublevaron y todo el pueblo se levantó con ellos. Sin armas. La empresa privada vio que los días estaban numerados.
A 11 meses de este acontecimiento histórico para Nicaragua, la pareja presidencial tiene en su haber más de 500 muertos —mejor dicho, asesinados— y 700 presos políticos. Lo que la pareja presidencial no quiere es soltar el poder, aunque todo el pueblo, la Iglesia, la empresa privada y la comunidad internacional les han dado la espalda. Aun así no son capaces de soltar la brocha, aunque ya no tiene escalera y lo peor es que no les importa a cuántos de sus enemigos o incondicionales se lleven con ellos en su caída. Ingratos hasta el final.
El 18 de abril se cumplirá un año dese que empezó la rebelión pacífica más grande en la historia de Nicaragua y las teorías de conspiración de que esto ha sido un golpe del imperialismo se han caído una a una como un castillo de naipes. La pareja presidencial de Daniel y Rosario se ha quedado al más vergonzoso desnudo y con las manos en la masa. En un vano y ridículo gesto por tratar de detener la marea inexorable de la historia que los va a engullir, recurren a encarcelar a sus antiguos compañeros de armas, a los periodistas, estudiantes y gente común que se atreven a opinar y que siguen manifestándose en las calles.
En este triste escenario un golpe simbólico muy duro es el que les dio el presidente electo de El Salvador, Nayib Bukele: “Que se vayan despidiendo”, dijo. Y es una sentencia lapidaria que resuena como campanas que redoblan.