El arqueólogo Federico Paredes y el periodista Juan José Dalton — hijo de Roque Dalton— acudieron a la Fiscalía General y a la Sala de lo Constitucional de El Salvador para entregar 2 mil 500 firmas de artistas, intelectuales y profesionales salvadoreños para exigir que celeridad al proceso de justicia por los asesinatos de Roque Dalton y Armando Arteaga, hace 45 años y que aún se mantienen en la impunidad
El documento, titulado Justicia para Roque Dalton, fue elaborado en el marco de los 45 años del asesinato de Dalton y del obrero Armado Arteaga, tiene como finalidad pedir a la Fiscalía General que realice una “verdadera y exhaustiva investigación” que termine en “una debida sanción a los responsables y reparación para las familias de las víctimas y la sociedad”.
Este sector de la población considera que ambos “son un símbolo notorio de los crímenes de lesa humanidad de la guerra civil salvadoreña”.
En el escrito se recuerda que el caso de Roque Dalton es un crimen de lesa humanidad y que, por lo tanto, es imprescriptible.
“Exigimos a la Sala de lo Constitucional que resuelva el amparo interpuesto por la familia Dalton admitida en 2018, ya que hasta el día de hoy no ha sido emitida la sentencia que conforme a derecho corresponde”, agrega el documento.
La medida surgió del arqueólogo Federico Paredes y otros intelectuales interesados en que se haga justicia en el caso Roque Dalton.
“Quiero brindarles mi agradecimiento por esa iniciativa que no tiene precedentes en la historia de El Salvador. Más de 2,500 intelectuales unidos en una sola causa”, agradeció el Juan José Dalton.
Por su parte, el arqueólogo Paredes detalló que las más de 2,500 firmas se recolectaron a través del sitio Change.org y que la finalidad es que las instituciones funcionen y se termine con la impunidad.
El pasado mes de mayo, el procurador de Derechos Humanos, José Apolonio Tobar, recomendó a la Fiscalía General investigar el asesinato para determinar responsabilidades y hacer justicia.
“Es imperativo que el Estado, a través de la Fiscalía General de la República, investigue los hechos, determine responsabilidades y acuda a los tribunales a exigir justicia y reparación para las víctimas y para la sociedad salvadoreña”, manifestó el procurador.
Breve historia del poeta salvadoreño
Dalton, fue asesinado el 10 de mayo de 1975, en un momento en el que su país empezaba a recorrer la ruta que le llevaría a vivir una cruenta guerra civil.
Roque Dalton, el poeta guerrillero es considerado el "Unicornio azul" que todavía buscan en El Salvador a más de cuatro décadas de su asesinato.
En aquellos primeros días, el poeta y escritor ya había tomado partido, y se había sumado a la insurrección armada de izquierda integrándose en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), uno de los cinco grupos que años después conformarían el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN.
Paradójicamente, y esta es una de las pocas cosas que se tienen por ciertas sobre su destino final, la muerte le llegaría a manos de quienes consideró sus propios compañeros revolucionarios y no de las fuerzas del orden establecido contra el que se levantaron.
Sobre su ejecución se tendió un espeso velo de silencio que, levemente, se ha levantado durante las últimas décadas aunque sin que aún se haga justicia. La familia Dalton ha impulsado un largo proceso que lleva aproximadamente una década en los tribunales salvadoreños, así como el la Comisión Interamericana de DDHH (CIDH), con sede en Washington.
El caso no fue incluido en el informe de la Comisión de la Verdad que se creó tras el fin de la guerra civil en 1992 y, 20 años más tarde, en 2012, fue objeto de un sobreseimiento en un tribunal, en una causa que en la actualidad podría considerarse nula ya que no hubo investigación por parte de la Fiscalía y del juez que ventiló el caso.
Esa medida fue objetada por la familia de Dalton que en mayo de 2018 presentó un amparo ante la Corte Suprema de El Salvador y logró que el proceso fuera reabierto. Ahora se espera un fallo a un Amparo de la Sala de lo Constitucional, interpuesto por la familia Dalton y sus abogados.
Pero, ¿qué se sabe realmente sobre el destino final del poeta guerrillero?
Nacido en 1935, Dalton estudió en los mejores institutos católicos de San Salvador y fue enviado en 1953 a estudiar Derecho en la Universidad Católica de Chile.
Allí entró en contacto por primera vez con el marxismo y pasó de ser un católico conservador a un progresista de orientación socialcristiana.
De vuelta en El Salvador, Dalton publicó sus primeros trabajos de poesía con los que inició una carrera literaria que le llevaría a ganar varios reconocimientos importantes, como el Premio Casa de las Américas, y le convertiría en uno de los principales representantes de las letras centroamericanas.
Su trabajo literario fue profusamente alabado por autores como Julio Cortázar, a quien Dalton conoció en París y más tarde en Cuba. Dalton y su familia se establecieron en Praga (1964-1967), luego residió en Cuba casi una década.
Esa estadía en La Habana sería la última etapa de un exilio originado por los problemas que el poeta tuvo con los distintos gobiernos militares que rigieron su país en aquella época turbulenta, marcada por la Guerra Fría.
Después de haber sido arrestado en varias ocasiones y de ver su vida en peligro, Dalton salió rumbo a México en un periplo que le llevó a la Unión Soviética, a Checoslovaquia y a otros países de la Europa comunista antes de terminar en La Habana.
En la isla, el poeta conoció a Fidel Castro, entre otros dirigentes de la Revolución cubana; y se hizo amigo de Silvio Rodríguez hasta que en 1973 decidió regresar a El Salvador de forma clandestina para sumarse a la lucha armada.
Con el seudónimo de "Julio Dreyfus", Dalton se unió al ERP; en el que era asesor político de la dirección.
Las relaciones con sus compañeros de insurgencia, sin embargo, estuvieron marcadas por diferencias de criterio y por "disidencias" que fueron interpretadas por la incipiente guerrilla como actos de "insubordinación" que llevaron a su muerte.
Documentos del ERP divulgados años después, revelan un enfrentamiento entre un ala "operativa" encabezada por el líder del grupo, Alejandro Rivas Mira, que ponía énfasis en la "conducción política y militar", y el movimiento formado alrededor de Dalton, peyorativamente denominado "burocrático" por su contraparte, compuesto por "pequeños burgueses pensantes".
"Sus compañeros veían a Dalton con sospechas porque no se adhería a la alternativa de tomar las armas, como el pequeño burgués que no sabía mucho de guerras", dijo en 2016 a BBC Mundo Javier Espinoza, periodista salvadoreño y coautor del libro "Quién mató a Roque Dalton".
Así fue cómo el 13 de abril de 1975, miembros del ERP "arrestaron" a Dalton junto a su compañero José Armando Arteaga (alias Pancho).
Según explicó Joaquín Villalobos, un excomandante del ERP y del FMLN que es señalado como uno de los responsables de la muerte del poeta, Dalton estaba acusado de propiciar la insubordinación, la división en el grupo insurgente y de ser agente de la CIA.
"El cargo más importante que se le imputaba era el de promover la insubordinación y la deserción; el segundo fue un cargo adicional que en realidad nunca llegó a documentarse sino que fue un cargo bajo sospecha. El cargo insubordinación para aquel entonces se podría considerar como real", explicó Villalobos en una entrevista que le hizo Juan José Dalton, el hijo del poeta fallecido, para el diario Excélsior de México.
"Lo que él estaba haciendo era tomando contactos con gente para convencerlas políticamente de su posición y eso a la luz de nosotros -en la otra posición- era considerado divisionismo", agregó.
Aparentemente, esta diferencia de criterios radicaba en que Dalton abogaba por crear un movimiento de masas antes de poner en marcha la insurrección armada, algo que finalmente hicieron las guerrillas salvadoreñas varios años después de su muerte.
En esa entrevista Villalobos dijo considerar la muerte de Dalton como el peor error de su vida y lo atribuye a la inmadurez y al dogmatismo ideológico que imperaba entre los miembros del grupo guerrillero. Además reconoce que el cargo de "agente de la CIA" no tenía fundamento.
El excomandante guerrillero admitió también que el "proceso" al que fueron sometidos Dalton y Arteaga (Pancho) no tenía ningún rigor.
Dijo que el poeta fue informado de los cargos en su contra y participó en reuniones en las que estos fueron discutidos, pese a lo cual no tuvo una oportunidad de defenderse.
"Los códigos que se aplicaron fueron más bien basados en elementos subjetivos, porque las condiciones hacen imposible que se pueda acumular pruebas, documentos, no se puede prolongar mucho el tiempo de una cosa de esa. Entonces, lógicamente la tendencia es siempre a que la conclusión sea siempre la de condenar al que está en una situación de este tipo", apuntó.
"Indiscutiblemente no hubo juicio, aunque nosotros hayamos dicho que eso fue un juicio. Entonces se llega a esa conclusión y se toma la medida de pena de muerte por fusilamiento por llamar a la insubordinación y se le pone la carga de que era agente enemigo", agregó.
De acuerdo con Joaquín Villalobos, la condena a muerte de Dalton fue una decisión colectiva tomada por él junto a otras seis o siete personas, entre las cuales menciona a Jorge Meléndez (alias Jonás), el director de Protección Civil destituido esta semana por Bukele.
Al anunciar en Twitter el despido de Meléndez, el mandatario destacó que está "acusado del magnicidio de nuestro poeta Roque Dalton".
En su defensa, el efuncionario destituido señaló que solamente tenía 21 años cuando Dalton fue ejecutado y que, para entonces, solamente era un combatiente y no un jefe guerrillero.
Hasta ahora, Meléndez y Villalobos han sido mencionados con frecuencia como los responsables materiales de la muerte del poeta.
En el documental "Roque Dalton, fusilemos la noche", de la cineasta austríaca Tina Leisch, Porfirio Hernández, uno de los "carceleros" del poeta, relató en ese filme su versión de los hechos:
"Jonás (Jorge Meléndez) estaba en la ventana hablando con Roque y entra Joaquín (Villalobos), le tira un cuetazo y no lo agarra y luego se le tira en la cama, ahí le dice Roque ‘no matés’ y en la cama le pegó el cuetazo", cuenta.
Juan José Dalton y el resto de la familia del poeta otorgan plena credibilidad a ese testimonio.
Otra versión divulgada por el escritor mexicano Hermann Bellinghause señala que el poeta fue asesinado de un tiro en la cabeza esa misma noche por decisión de tres miembros de la Comisión Militar del ERP: Joaquín Villalobos, Alejandro Rivas Mira y Vladimir Rogel Umaña.
Sin embargo, un informe de la Misión de observadores de la ONU en El Salvador tras el fin de la guerra civil, aseguró que Dalton habría sido ejecutado en El Playón, una zona de restos volcánicos.
El periodista argentino Roberto Bardini señala en un texto que se cree que el cuerpo de Dalton fue abandonado allí sin enterrar para ser devorado por las aves de rapiña y destaca que fue justamente en ese lugar donde los escuadrones de la muerte de El Salvador dejaban los restos de los políticos, sindicalistas o estudiantes que eran asesinados por ser sospechosos de colaborar con la guerrilla.
En todo caso, aquel 10 de mayo de 1975 no era la primera vez que Dalton se enfrentaba a una condena de muerte.
En su libro "Días y noches de amor y de guerra", el escritor Eduardo Galeano rememora cómo Dalton había sido condenado a muerte en dos ocasiones y logró salvar la vida. La primera vez, porque cayó el gobierno cuatro días antes de que lo fusilaran; la segunda vez, porque un terremoto derrumbó una de las paredes de su celda, lo que le permitió escapar.
Así, paradójicamente, el poeta guerrillero logró salvarse de sus enemigos pero no pudo evadir el fuego amigo.
En mayo de 1993, un año después de la firma de los Acuerdos de Paz, el periodista Juan José Dalton entrevistó al excomandante guerrillero Joaquín Villalobos sobre el asesinato de su padre, el poeta Roque Dalton García.
Cuando le preguntó por los responsables del crimen, Villalobos dijo que había sido una decisión de la entonces dirección del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) —una de las organizaciones guerrilleras más fuertes en los años setenta— y mencionó algunos nombres: “Por ahorita me recuerdo de Alejandro Rivas Mira, Jorge Meléndez, Vladimir Rogel, Alberto Sandoval y otro compañero de seudónimo Mateo y yo. Probablemente se me ha quedado un par de nombres más”, respondió.