En nuestro país es urgente un mayor nivel de atención y recursos a este esfuerzo de Mypes para estimular un mayor impacto social que se refleje en mejorar la calidad de vida de los emprendedores y empresarios locales.
Quienes estudian la evolución de las condiciones del país con inteligente optimismo, detenimiento y sentido constructivo, se preocupan por aportar. Cada vez son más evidentes los resultados que demuestran la mejoría de las condiciones de seguridad ciudadana, aún falta mucho por recorrer pero claramente percibimos la creciente tranquilidad en diversos lugares que habían sido críticos. Los logros obtenidos son producto del encomiable y sacrificado trabajo de instituciones sólidas y creíbles como la PNC, que día a día crecen en capacidad y experiencia para lograr el objetivo de alcanzar la modesta tranquilidad que tanto ansiamos, pese a la limitación de sus recursos.
De la misma manera el país ya tiene rumbo en materia educativa, apreciable en los trabajos ofrecidos por el Consejo Nacional por la Educación que mediante El Plan El Salvador Educado nos muestra una ruta estratégica para alcanzar el sueño en el que las presentes y venideras generaciones puedan contar con habilidades, formación, y conocimiento suficiente para interpretar los nuevos tiempos, transformando ventajosamente su realidad. En este esfuerzo educativo también hacen falta muchos recursos para que nuestra sociedad pueda construir esa nave que nos transporte hasta la tierra prometida de un país más educado y en consecuencia más seguro.
Hemos avanzado mucho en la difícil tarea de construir consensos en materias de seguridad y educación, dos pilares fundamentales del futuro; el gran reto es asegurar el sustento económico que permita materializar los sueños de nuestra colectividad. Entonces, el tercer pilar constituye el reto mas significativo de este periodo; para esto, es necesario mucho trabajo y nuevos consensos sobre el desarrollo económico del país y la disponibilidad de recursos para continuar la agenda social trazada, respaldada internacionalmente y establecida en los objetivos del milenio delineados por Naciones Unidas, los que constituyen un compromiso ineludible del Estado.
El desarrollo del país exige lograr condiciones y compromisos que aseguren atraer potentes inversionistas con nuevos proyectos que aporten al progreso de nuestra economía en condiciones de equidad, justicia y responsabilidad; al mismo tiempo, necesitamos desde la base, crear un nuevo tejido económico potenciando mas agentes productivos locales y nacionales que generen nuevos puestos de trabajo brindando crecimiento y dinamismo al mercado interno, donde el trabajo que realiza el Consejo Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (CONAMYPE) es esencial.
Hasta ahora CONAMYPE ha acompañado el surgimiento de un nuevo tejido productivo que representa, según datos oficiales de este Consejo, el 99% del sector empresarial del país, proporcionando más de setecientos mil empleos directos, constituyendo a estas alturas el 35% del PIB. En esta plataforma promueve el enfoque de género, abriendo una brecha para la inclusión económica de miles de mujeres que además de sostener sus propias familias generan nuevas oportunidades, convirtiéndose en toda una fábrica de empleos, superior en cantidad al que proporcionan -en número- las grandes empresas.
Este salto fue posible en el contexto de los cambios que se generaron a partir del 2009 y por el aporte de la asamblea legislativa de un marco jurídico en abril de 2014, atendiendo al artículo 115 de la Constitución que fijó su interés en el fomento y desarrollo del comercio, la industria y la prestación de servicios en pequeño, su protección fomento y desarrollo. La aprobación de esta normativa propició el surgimiento de una política gubernamental de acompañamiento y fortalecimiento de las MYPE e hizo posible gestar iniciativas que han llegado a las cumbres presidenciales del Sistema de Integración Centroamericana y del Caribe en 2011, 2012 y 2014, estableciendo incluso una agenda regional para las MIPYMES con el mandato de gestar recursos técnicos y financieros, y gestionar la competitividad mediante la promoción de un exitoso mecanismo de Alianzas Público-Privadas y Académicas, llegándose a instalar un centro regional de promoción MYPE, abocado a la articulación de políticas públicas para el fomento y armonización de estas iniciativas y el intercambio de buenas prácticas a nivel de emprendimientos y de empresas.
En nuestro país es urgente un mayor nivel de atención y recursos a este esfuerzo de MYPES para estimular un mayor impacto social que se refleje en mejorar la calidad de vida de los emprendedores y empresarios locales; esto generará inmediatamente un mayor impacto económico en más emprendimientos y empresas, más empleos e ingresos; fomentando a la vez la tendencia a la formalización de estos agentes económicos.
Hace falta mucho trabajo acompañando capacidades para la creación de nuevas ideas e iniciativas, aportando concatenación al proceso de gestión empresarial y competitividad, herramientas para el diagnostico empresarial, conocimiento del entorno del producto y del mercado, manejo contable, gestión de negocios, diseño de imagen comercial y marca, empaque y presentaciones de productos y servicios, ventas y acceso a nuevos mercados, gestión de créditos, requisitos para exportar, soporte digital, formación y capacitación. Esta es, en definitiva, la ruta de la efectiva democracia económica que necesita el país.