Por Rubén Aguilar Valenzuela
El presidente López Obrador nunca condena de manera abierta al crimen organizado y para relacionarse con él utiliza un lenguaje ambiguo, al tiempo que realiza actos simbólicos de acercamiento.
Su ambigüedad manifiesta se basa en su estrategia, para enfrentar la acción de los bandos criminales, que se sustenta en dos principios: “Abrazos y no balazos” y “no utilizar la fuerza porque genera más violencia”.
Está convencido que es posible que los cárteles reduzcan sus niveles de violencia si estos asumen, que tienen garantía de que el gobierno no actuará frontalmente en su contra.
Días atrás dio un paso más en la ambigüedad de su discurso cuando sostuvo que su gobierno “protege” a los delincuentes porque son personas.
Sus declaraciones con relación al crimen organizado producen desconcierto, incluso entre los suyos, pero de manera abierta reitera que ese, no otro, es el camino y que tiene la razón.
En términos de la reducción de la violencia y los crímenes dolosos, la estrategia presidencial no ha sido exitosa y los indicadores manifiestan que son peores a los de los gobiernos anteriores.
El Ejército, como parte de la estrategia de seguridad de su comandante en jefe, ha dejado de tener un papel central en la lucha contra el crimen organizado. Actúa como un espectador.
Se le impide enfrentarse. El presidente, ahora también el general secretario, califican de virtud, cada vez que el Ejército cede a la presión de los criminales.
Dicen que la “retirada” responde a una estrategia. En otro país eso se calificaría como derrota de las fuerzas armadas o incluso como un acto de cobardía.
La ambigüedad del discurso presidencial ante el crimen organizado se radicaliza cuando se encuentra en estados o en regiones donde su presencia es clara y manifiesta.
La mayor parte de sus actos simbólicos, en búsqueda de acercamiento, se han dado en Sinaloa, cuna y centro de acción del Cártel del Pacífico.
No lo ha hecho en territorios donde el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) tiene una mayor presencia. ¿Es parte de la estrategia?
A lo largo de tres años y medio, el presidente ha tratado, con su estrategia, de reducir los niveles de violencia y los asesinatos dolosos. No lo ha logrado.
Cuando en alguna de sus comparecencias mañaneras se le ha cuestionado la estrategia responde, en contra de toda evidencia, que está dando resultados. No es así.
Twitter: @RubenAguilar