El pasado 27 de agosto el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, se encontró con los mandatarios estatales reunidos en la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), que incluyó a los recién electos que todavía no toman posesión de su cargo. Al presidente lo acompañaron integrantes del futuro gabinete legal y ampliado.
La mayor expectativa de los gobernadores era que el presidente electo dejara en claro y de manera abierta cuáles iban a ser las funciones que tendrían los delegados nombrados por él en los estados. Había mucha inquietud y preocupación sobre el tema.
El gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, presidente saliente de la Conago, ahora senador de la República, al término de la reunión dijo que pidieron al presidente que el trato fuera directo. Y que éste les aseguró que los delegados en su “administración actuarán con absoluto respeto a la soberanía de los estados y no estarán por encima de las autoridades locales”.
Velasco añadió que “ningún gobernador se manifestó en contra de los delgados, pero sí de sus funciones, por lo que debe de haber claridad en las atribuciones que tendrán los delegados estatales y lo que representa un gobernador elegido por el pueblo”.
Y Enrique Alfaro, gobernador electo de Jalisco, manifestó que el presidente les aseguró que los delegados no ejercerán recursos y no verán temas relacionados con la seguridad. Y dijo que éstos, de acuerdo a lo que les planteó López Obrador, “no van a tener las facultades que ellos mismos se encargaron de decir que iba a tener, eso me parece que ya es un avance”.
Uno de los gobernadores asistentes comentó en privado, después de la reunión, que el presidente les dijo que ellos iban a seguir siendo los responsables de los programas sociales y que deberían estar atentos, para que los recursos federales llegaran en tiempo y forma.
Los 32 delegados nombrados por el presidente son cuadros políticos locales de Morena y en cinco casos candidatos a gobernador que perdieron en las pasadas elecciones. El gobernador de Hidalgo, Omar Fayad manifestó que “algunos de estos personajes (delegados) se guían por la política interna de cada entidad y pueden poner en situación de problema la relación con el gobierno federal y los gobernadores”.
Algunos gobernadores quedaron satisfechos con la afirmación del presidente electo de que su gobierno va a respetar la soberanía de los estados, pero otros se quedaron con dudas razonables sobre las funciones de los delegados y claramente en desacuerdo con el delegado que ya está nombrado para su estado. Aquí hay un foco de tensión entre los gobernadores y el presidente electo.