Por Alessia Genoves
Unas 3,113 denuncias por delitos sexuales fueron interpuestas por mujeres y representantes legales de adolescentes en contra de sus agresores. La cifra representa una reducción de 1,939 denuncias respecto a las 5,052 interpuestas, una proporción del 38.38%, de acuerdo a las estadísticas oficiales del Ministerio de Justicia y de Seguridad Pública (MJSP).
Pero, unos 3,284 reportes de violencia sexual fueron denunciados ante la Fiscalía General de la República (FGR), durante el año 2021. El dato supone una brecha del 5.20% de los casos judicializados, que registró en MJSP en ese periodo. Sin embargo, las denuncias efectuadas en el Ministerio Públic equivalen a un incremento del 18% respecto a las que se hicieron efectivas durante el año anterior (2,665).
“Cultura de violación” es como define la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (Ormusa), a los hechos concurrentes de abuso sobre la libertad sexual, que se hacen patentes en los registros del sistema de justicia. Por su parte, la representante de Ormusa, Silvia Juárez, sostiene que éstos hechos son frecuentes, en contraste con la reducción sostenida de hechos de violencia, homicidios y muertes por covid19 en los que ha tenido influencia del Estado.
Ante la violencia sexual, la organización de mujeres propone “que el Estado salvadoreño retome las organizaciones internacionales, y el mandato establecido por la LEIV (Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia contra la mujer)”, para establecer “medidas punitivas y proctoras”, así como “medidas preventivas” con impacto social.
Cultura de Violación
“Violencia sexual”, es el concepto que Ormusa define como “una de las más siniestras manifestaciones de violencia de género”, en la que la expresión máxima es el “poder patriarcal sobre el cuerpo de mujeres y niñas”. Al mismo tiempo, sostiene que los hechos “permean en todos los espacios sociales de convivencia cultural”.
Unas 20,728 denuncias por violencia sexual fueron registradas desde el año 2018 al 2021. Las cifras van en descenso, en el transcurso de éstos años. De modo que los 6,421 reportes por violencia sexual de 2019, no representan un dato proporcional a los 5,052 casos reportados en el año 2020. Al mismo tiempo, éstos son superiores a los de 2021, en los que apenas se reportaban 3,113 hechos denuncias, dato que representa una reducción del 50.68% respecto del año 2018.
Sin embargo, “de las 20,728 denuncias registradas, sólo el 12%; o sea, 2,570 acabaron en sentencias condenatorias”, en esos años, señala Juárez. Al mismo tiempo, el 4% (924) de las denuncias concluyeron en “sentencias absolutorias”; mientras que el otro 9% (1,841) terminaron en “sobreseimientos”; mientras que sólo un 1% (145) de las denuncias concretaron en “salidas alternas”.
Para dar una respuesta a los hechos, la organización sostiene que “existe resistencia por parte del funcionario de aplicar la Lie y la Leiv”. Otras variables también responden a la “aplicación de criterios basados en la propia interpretación de las personas operadoras de justicia, que no creen en la justicia especializada y que consideran que no les compete aplicar la Leiv y Lie”, sobre hechos de violencia sexual.
Al mismo tiempo, sostiene que existen motivos estructurales y culturales que influyen en “ignorar o no estar de acuerdo en la aplicación de procedimientos especiales en materia de violencia contra la mujer”, de acuerdo con los primeros hallazgos del “Estudio sobre el seguimiento a las normativas nacionales y ministeriales: institucionalización de políticas y normativas nacionales, como estrategias para el desmontaje de la cultura de violación”.
Twitter y Misoginia
Para Silvia Juárez, los hechos de violencia y la cultura de violación tienen presencia en el país, en razón de una “cultura machista”. Estos hechos tendrían lugar en espacios públicos y privados; y, en última instancia, en los espacios cibernéticos, como las redes sociales, según lo constatan los primeros hallazgos de la investigación titulada “La Cultura de la Violación, factores estructurales y culturales. Propuesta para una nueva arquitectura para la construcción de nuevos imaginarios sociales”.
Unas 3,015 publicaciones de la red social de Twitter fueron investigados por Ormusa, para identificar mensajes con contenido misógino. Los mensajes fueron analizados por el equipo investigador, y recabados con auxilio de una inteligencia artificial, para identificar “desvío de atención”, “violencia” y “descrédito” ante hechos de violencia.
De modo que unas 1,546 publicaciones fueron identificadas por sus “mensajes misóginos”; es decir, una proporción aproximada al 51.27%; mientras que el resto no se consideró como tal. Sin embargo, unos 441 (29%) mensajes fueron definidos por reforzar “estereotipos” contra las víctima; mientras que otros 427 mensajes fueron definidos como “desvío de atención”. Los mensajes con contenido de violencia fueron al menos 264 (17%), y los de “descrédito” fueron al menos unos 414 (27%) casos.
La organización concluye que los hechos definidos como “micro-machismos” contribuyen a “perpetuar de forma sutil las desiguales relaciones de poder entre hombres y mujeres, en beneficio de los primeros; así como los roles tradicionales de género, a través de la afirmación de la masculinidad hegemónica dominantes y la sumisión femenina”.