viernes, 12 abril 2024
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Aguas que matan

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Nuestra ruralidad es hermosa, y con ello sus habitantes, que llevan en la sangre el ADN de la hospitalidad, y lo óptimo es remirarla como complemento de lo urbano no como antagónica, y proporcionarles las mismas condiciones sociales de vida; pero hay grandes desafí­os en los territorios rurales, uno de ellos tiene que ver con el saneamiento ambiental: como parte de sus paisajes es frecuente observar las escorrentí­as o charcos de aguas residuales en los patios de las viviendas o en sus sendas; como clara amenaza a la vida de suelos y a la salud.

El Playón, en Tecoluca, San Vicente es un complejo de una treintena de comunidades, que se formaron por familias ex combatientes, y también por sobrevivientes de eventos naturales. Las viviendas fueron una solución a un problema inmediato; pero una tarea pendiente en este territorio como en otros es el tratamiento eficiente de aguas residuales, que son: “El gasto o agua usada por una casa, una comunidad, una granja, o industria que contiene materia orgánica disuelta o suspendida”.

Sobre lo anterior, la Estrategia Nacional de Saneamiento Ambiental 2013 refiere que, en El Salvador, más del 95% de las aguas residuales domesticas se descargan a un cuerpo receptor sin ningún tratamiento, y que muchas de estas aguas que salen de los escasos sistemas de tratamiento no cumplen con los lí­mites de contaminación permitidos por la normativa vigente, impactando gravemente a los cuerpos de agua que reciben dichas descargas.

Actualmente hay clara atención por la extracción, accesibilidad y calidad del agua, pero no es la misma con la sostenibilidad de este recurso finito y con el tratamiento que se de ella después de su uso.

En ese contexto; recientemente un estudio auspiciado por la Universidad Tecnológica reveló importantes hallazgos sobre la “Situación actual del manejo de las aguas ordinarias en lotificaciones y parcelaciones habitacionales de la zona rural de El Salvador”, se hizo desde un análisis del cumplimiento técnico y legal.

El estudio de carácter exploratorio-académico revela que siguen con vida las letrinas de hoyo simple, pese a una prohibitiva legal ambiental y sanitaria, y que éstas, en algunos casos han sido desplazadas por las de hoyo modificado, no obstante, adolecen de que sólo ofrecen tratamiento al agua negra, dejando a libre escorrentí­a las aguas grises. En el “mejor” de los casos son derivadas por tubos a las calles, quebradas o rí­os, o simplemente se percolan en el suelo.

La investigación se realizó a nivel nacional y tuvo como objetivo: Obtener un diagnóstico sobre el uso de los sistemas de tratamiento y disposición de aguas residuales ordinarias en el sector de lotificaciones y parcelaciones habitaciones rurales. Se llevó acabo por un equipo multidisciplinario liderado por la abogada ambientalista Alma Carolina Sánchez y la quí­mico Marí­a Teresa Castellanos, y está disponible en lí­nea.

El estudio destaca el rol del sector de lotificaciones; se determinó que a las parcelaciones y lotificaciones habitacionales, no se les es técnica ni económicamente viable un sistema de planta de tratamiento colectivo de aguas residuales ordinarias, por el hecho que estos proyectos no se desarrollan ni construyen masivamente, ni en toda su capacidad habitacional, su desarrollo puede demorar hasta 30 años y en el 100% de los casos estudiados, nunca la proyección del número de casas con que inició la lotificación, va a ser igual al número al final de las ventas, siempre será menos, porque hay clientes que compran hasta 3 o 4 lotes para hacer una sola casa.

Lo anterior dificulta proyectar la capacidad de una planta de tratamiento en su totalidad, dato vital para la eficiencia de depuración de un sistema, por lo que si se construye una planta al inicio de un proyecto parcelador este no llegarí­a a cumplir con los parámetros de norma de aguas residuales, sumado al hecho de que el mantenimiento de un sistema en esas condiciones de prueba y error no puede ser asignado al sector de la población que acceden a este tipo de soluciones habitacionales, por razones económicas, sencillamente porque no son sujetos de créditos en el sistema financiero formal.

Ante esa situación, para cumplir con lo establecido por la ley los lotificadores y parceladores habitacionales, algunos de ellos, han optado, por condicionar la dotación de agua potable a la construcción previa del sistema de saneamiento individual al lote-habiente, tales como las letrinas de secado solar o las fosas sépticas con pozos de absorción y trampa de grasas.

La investigación no reporta ningún sistema de plantas de tratamiento de agua residuales en lotificaciones, pese a que el Ministerio de Medio Ambiente tiene la opción de exigir este sistema.

El equipo investigador, recomienda: Mayor control del impacto de las aguas ordinarias por parte de las autoridades, perfeccionar el sistema de compra- venta con enfoque no solo comercial sino ambiental que permita cumplimiento de Ley.

Lo anterior hace concluir que, es urgente establecer sistemas de reutilización de aguas residuales o grises en la zona rural, y aumentar el conocimiento y sensibilización en técnicos, encaminados a la aceptación cultural de la población. Aunque es de reconocer que ya muchos hogares, por cuenta propia reciclan el agua, ante la carencia de la misma.

No hay duda que se requiere de estudios pertinentes para analizar el costo económico, social y ambiental y de la salud como consecuencia de la venta de lotes de interés social que incluya servicios básicos y tratamientos objetivos de aguas residuales. Es imperante el diálogo entre todas las partes interesadas, a fin de revisar la normativa correspondiente a los sistemas de tratamiento de aguas residuales en lotificaciones, entre otras medidas.

Remirar “el charco” o la escorrentí­a doméstica y comunitaria es urgente para proteger la salud y el medio ambiente, también lo advierte la ONU ante las enfermedades relacionadas con el agua que están cobrando 3.5 millones de vidas anuales en América Latina, ífrica y Asia, sin duda son aguas que matan.

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Susana Barrera
Susana Barrera
Periodista salvadoreña y columnista ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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