En El Salvador, la crisis ambiental ya está anunciada. Los latentes efectos del clima son sentidos en todo el país sin importar sexo, edad y estatus social es más democrático que todas las leyes juntas; y aun así, no se le ha dado la debida importancia que amerita. Un ejemplo, es el estancamiento del anteproyecto de la Ley General de Aguas que desde el 22 marzo de 2012 se encuentra engavetada en el pleno legislativo, esperando una oportunidad para salir airosa de su encierro en la que ha sido confinada, para ser aplicada en nuestro país.
Dicho anteproyecto tiene como finalidad desarrollar un marco regulatorio sobre la gestión del agua como un bien nacional, incluyendo los derechos, uso y aprovechamiento; protección, conservación y recuperación de las cuencas hidrográficas y de los ecosistemas respetando las fases del ciclo hidrológico.
Hay que recordar que aunque se convierta en ley, no asegura que sea funcional, si no cuenta con funcionaros públicos comprometidos, ni una sociedad civil vigilante.
Pero actualmente el tema es álgido, en la Asamblea por ser el agua susceptible a intereses económicos, solo se llega a nivel de discusión entre parlamentarios pero sin acción, convirtiéndose en una discusión estéril, vaga y digna de show mediático.
Pero quieran o no, los efectos son cada vez tema del día a día en nuestras mesas, aunque no es tan “importante” como la seguridad y la economía es necesario girar un poco la cabeza a lo que hoy podemos soportar, pero lo que mañana quizá no, que se cierne en la escasez del preciado líquido.
Es importante que cada persona lleve la voz cantante y exija de una vez por todas las garantías de nuestro derecho humano al agua, así como otros derechos básicos que se quedan rezagados por lo inmediato y lo urgente. Que estas necesidades no sean una utopía del futuro, sino una realidad del presente.
Recordemos, que al negarnos este derecho, se nos están negando otros tan fundamentales como el derecho a la vida, que no solo está presente al nacer, sino al crecer y desarrollarnos en dignidad e integridad humana, en las condiciones adecuadas y con medios de subsistencia necesarios.