martes, 10 diciembre 2024
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Acuerdo Nacional ¿eso cómo se come? 

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“Solo un grito retumbaba en ese barrio y en el país ¡Ganamos! ¡Petro presidente! ¡Francia Vicepresidenta!”: Wilmar Castillo

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Por Wilmar Castillo


Consideramos que no podrá construirse la paz sin el concurso de los sectores sociales populares que hemos padecido la guerra. Insistimos en que la salida al conflicto armado no le compete solamente al gobierno nacional y las insurgencias, pues los sectores populares también tenemos mucho que aportar en la construcción de paz. Si el cese del conflicto armado requiere de consolidar una sociedad democrática, es necesario empezar por democratizar la búsqueda de la paz.

Fragmento de la declaración política del Congreso para la Paz. (1)


Los nervios paraban el cabello y no dejaban descansar cada poro de la piel, transformando el cuerpo en una antena receptora de la noticia. Ese 19 de junio a las cinco de la tarde los celulares, radios y televisores sintonizaban la misma fuente informativa, el conteo de los votos para seguirle el pulso a la carrera política más importante del 2022. Llegue en bicicleta a una de las casas Francia-Petro con un sancocho de emociones. 

A medida que subía el número de votos a favor del Pacto Histórico (PH) los ojos se humedecían entre quienes estábamos pegados a las pantallas. Cuando la ventaja de 700.000 votos sobre el Ingeniero no bajó, adelantamos la celebración y los abrazos se dejaron caer sobre los corazones, solo un grito retumbaba en ese barrio y en el país ¡Ganamos! ¡Petro presidente! ¡Francia Vicepresidenta!. A las seis de la tarde sonó el himno nacional, seguido del himno del departamento del Tolima y los miles que estábamos rodeando a la distancia la nueva dupla presidencial no salíamos del asombro, un asombro bonito porque en el fondo lo esperábamos.

La sospecha de un ataque, de un atentado, de un disparo cobarde estaba presente de manera inconsciente entre algunos, imaginando la escena de muerte que ha acompañado a los candidatos presidenciales de izquierda en la historia democrática de Colombia, es triste admitirlo, pero esa premisa de la política nacional aún contamina el pensamiento. Sin embargo, la llegada del discurso ganador de Francia y posteriormente de Petro, afirmaron que no era un sueño lo que presenciamos entre lágrimas, suspiros y una que otra cerveza. Aunque oímos los discursos y los aplausos a través de una pantalla, estábamos abrazándonos entre los casi once millones de paisanos/as y al resto que no votó pero en su corazón querían que esto pasara. 

Después de acentuar la emoción, paramos oreja a las palabras del nuevo presidente colombiano que reiteró las intenciones del PH para solucionar los conflictos sociales como la salud, la educación superior, las pensiones, llamándome la atención el denominado “Acuerdo nacional” (AN), cuyo objetivo y métodoexplicó Petro, que sustentado en el diálogo, este ANbusca construir acuerdos (y reformas) vinculantes entre la sociedad colombiana para lograr la paz. 

No es nueva esta propuesta de construcción de paz en Colombia, de hecho, sintetiza la histórica práctica asamblearia que han tenido los pueblos desde la rebelión de los Comuneros en 1781 con su método asambleario para tomar decisiones durante este acontecimiento político popular. En el siglo XX también son diversas las experiencias de democracia directa de las comunidades sobre el rumbo del país, pero la guerra de los ricos las ha desconocido y bloqueado; por lo que será un reto disputarle a esa clase social la consecución de los acuerdos derivados del AN dentro de una normatividad e institucionalidad basada en la representatividad excluyente. En las calles también se tendrá que sostener los argumentos. 

La consecución de un gobierno progre en Colombia sintetiza los años, sudores y sangre de los pueblos que resistimos y construimos poder desde abajo, por lo que participar e incidir en el AN es un deber con nosotros/as mismos/as, pues nuestra visión de la paz dialogará con otras visiones sobre la paz, incluso con visiones que estarán del lado del modelo económico vigente, del modelo de justicia que lo sustenta; sin pretender reducir la complejidad de nuestra sociedad, en el AN participarán quienes quieren que todo siga igual, aquellos que querrán cambios superficiales y quienes queremos cambios hasta el tuétano de la sociedad. 

El hecho de empezar un AN implica poner en tela de juicio el tipo de gobernabilidad vigente colombiano al anteponer la participación directa de las comunidadesfrente al régimen representativo excluyente, trayendo consigo la necesidad de transformar el Estado colombiano para incluir nuevas formas de gobernabilidad, y la participación directa es una nueva forma de gobernabilidad. Sobre pasa los mecanismoslegales actuales de la Consulta Popular o el Cabildo abierto, en el sentido no de desaparecerlos sino de potenciar y ampliar el poder decisivo colectivo sobre la institucionalidad que tiene la última palabra, es decir, el resultado de este choque de trenes sin frenos debe ser la construcción de una mínima estructura social consecuente con los acuerdos nacidos en el AN, incluyendo las rutas creativas-colectivas para hacerlas cumplir. Si la avalancha política colectiva del AN termina en manos del Congreso de la República para su “aprobación” o depende de la ley X o Y vigente, habremos hecho una carrera sobre una trotadora eléctrica. 

El tiempo no está a favor, cuatro años no son suficientes para cumplir con todo este propósito común, proyectar estos cambios bajo ese tiempo presidencial colombiano es ilusionarse. Por lo que otro reto intrínseco en este escenario participativo y dialogante, es poner en práctica la visión estratégica que mucho se repite en el papel y en las reuniones, ampliarla del año o cuatro años a 20, 30 y hasta más años para que los pasos que se den sean firmes y sus raíces se entierren hondo en los corazones y conciencia de quienes haremos parte en el AN. 

NOTAS: 

1- https://www.semillas.org.co/es/lo-ultimo/declaraci-13

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Wilmar Harley Castillo
Wilmar Harley Castillo
Comunicador social, especialista en Política Pública para la Igualdad. Columnista y comunicador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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