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A tres años de gestión, el paí­s avanza

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A tres años de gobierno, nuestro paí­s exhibe visibles y comprobables logros en los ámbitos económico, social, de sustentabilidad, gobernabilidad y seguridad pública, los cuales son confirmados por sendos informes publicados en los portales institucionales respectivos, debidamente fundamentados y documentados, verificables y que gozan del respaldo de instancias especializadas, nacionales e int

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A tres años de gobierno, nuestro paí­s exhibe visibles y comprobables logros en los ámbitos económico, social, de sustentabilidad, gobernabilidad y seguridad pública, los cuales son confirmados por sendos informes publicados en los portales institucionales respectivos, debidamente fundamentados y documentados, verificables y que gozan del respaldo de instancias especializadas, nacionales e internacionales. Dichos informes deben ser objeto del más riguroso escrutinio público.

Los logros del periodo generan confianza y certeza fundamentada del avance por buen camino en el rumbo trazado por el Plan Quinquenal de Desarrollo (documento que consolida las expectativas y aportes de amplios sectores), instrumento central de las polí­ticas del gobierno que debe ser evaluado constantemente para medir el grado de cumplimiento de los compromisos ofertados hace tres años y como parámetro de la labor del gobierno del presidente Sánchez Cerén.

Estas evidencias muestran, además, el arduo trabajo liderado por el Presidente que ha sido posible mediante la articulación y coordinación de cinco gabinetes de gestión que a su vez agrupan cerca de 90 instituciones del órgano ejecutivo (entre ministerios, autónomas, secretarí­as, comisionados e institutos). Sin embargo, dicho trabajo no está exento de señalamientos, ya que siempre es perfectible.

La crí­tica constructiva que proviene de las personas racionales y sensatas de todos los sectores con visión de paí­s, que trabajan y aportan, pero conocen y entienden la complejidad del periodo que transcurre, las limitaciones y caracterí­sticas del entorno nacional e internacional es muy necesaria; sobre todo, de quienes conocen la trayectoria, intereses y actitud polí­tica de los diferentes actores con capacidad de incidencia.

Estas personas no critican el rumbo del gobierno, sino el grado de velocidad en generar condiciones para lograr un mayor crecimiento económico, fundamentado en atraer nuevas y mayores inversiones y estimular el mercado interno en el que necesitamos promover nuevos agentes productivos; el nivel de agilidad en la inversión pública para la generación de más empleos; demandan mayor eficiencia, coordinación y cooperación interinstitucional que redunde en más seguridad y prevención focalizada territorialmente; aumento en la cobertura de los programas y servicios sociales con énfasis en quienes más los necesitan; y mayor eficacia polí­tica en tejer las correlaciones que deriven en acuerdos concretos.

En cambio, hay otros sectores que, desde su interés y con discursos radicalizados, se consideran los guardianes de la fe y desde una visión mezquina ““por falta de espacio de participación en este gobierno o por falta de interés bajo cualquier pretexto para involucrarse”“, exigen de manera voluntarista cambios casi mágicos, que incorporen mayores y más profundas transformaciones estructurales para los cuales, hoy por hoy, aún no hay condiciones objetivas ni subjetivas y menos correlación social y polí­tica. Esos cambios solo se pueden lograr en unidad.

Existe un último grupo, de la más rancia derecha tradicional, que se considera dueño del paí­s, y que es responsable -sin medias tintas- del atraso de la nación al poner los anteriores gobiernos en función de su interés empresarial para amasar enormes fortunas mediante la privatización, dolarización, desmontaje de barreras arancelarias en su beneficio; provocando rezagos en nuestro economí­a al imponer un reducido y empobrecido modelo de comercio y servicios, que expulsó a millones de compatriotas en calidad de migrantes, y luego se enriqueció captando sus remesas.

Este grupo del gran capital se impuso en menoscabo de importantes sectores productivos de corte industrial, agroindustrial, agropecuario, de micro, pequeñas y medianas empresas, que fueron ahogados financieramente y relegados en sus capacidades productivas y exportadoras, provocando el grado de pobreza y miseria de la que nos estamos recuperando. De este grupo hay quienes, durante 20 años gobernaron y hoy están bajo sólidas evidencias que deben ser investigadas, de haber robado centenares de millones de dólares en perjuicio del erario público.

Hay retos ineludibles de urgente tratamiento para que nuestro paí­s siga avanzando en los dos años que restan a este gobierno, y asegurar que la nación cuente con rumbo claro y seguro. Lo más relevante es: a) lograr un acuerdo fiscal que asegure el financiamiento para continuar la ruta del desarrollo; b) alcanzar una reforma al sistema de pensiones que sea sustentable en el tiempo, ofrezca beneficios tangibles a sus cotizantes, y alivie la deuda y finanzas públicas; y c) fortalecer los mecanismos que generen confianza para alcanzar un mayor crecimiento productivo en beneficio de todos.

La duda: ¿Es posible en el estado de polarización y confrontación dialogar y alcanzar acuerdos concretos? Parece que sí­ es probable si valoramos acuerdos recientes y analizamos qué los hizo posibles. El acuerdo del 10 de noviembre para la Ley de Responsabilidad Fiscal y primer tramo de financiamiento por 550 millones, el crédito del financiamiento para el proyecto de agua de “Las Pavas”, el Acuerdo del Café, la Ley contra la Minerí­a, el crédito de Japón para atender la vulnerabilidad, son esfuerzos de paí­s con resultado concretos; entonces, es posible construir acuerdos si articulamos los intereses y capacidad de movilización de la sociedad en su conjunto. No pongan resistencia, el paí­s necesita y merece avanzar.

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Eugenio Chicas
Eugenio Chicas
Secretario de Comunicaciones de la Presidencia

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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