Por Rigoberto Chinchilla
Siempre pensé que con la muerte todo se detenía todo e incluso el tiempo. La muerte de un ser querido marca el fin de una historia, donde incluso los resentimientos y los anhelos también concluyen. La muerte es un debate en todas las culturas del mundo, algunas con un elevado culto a las personalidades y otras donde la muerte es vista con la naturalidad y simpleza.
En nuestra cultura el perder a un ser querido, es un signo de mutilación de memoria y recuerdo e incluso perder a alguien a quien se le genera afecto es conmemorado con un luto que está cargado con la tradición y simbolismos legendarios, la reflexión de nuestro paso por esta vida es parte de ese luto y la memoria.
La flores, la comida, las prácticas religiosas y el mantener el recuerdo de nuestros deudos, visitar sus sepulturas, colocarles comida e incluso sus bebidas favoritas y hasta llevarles música son solo una manera de rendirles culto a cada uno de ellos, los cementerios tradicionales en días como este 2 de noviembre desbordan de coloridos y vuelven a la vida como un efímero verano forzado de recuerdos familiares.
No existe ser humano que en este mundo no haya perdido a un ser querido, algunos incluso buscan todavía en este Siglo XXI a sus muertos y desaparecidos cuyas sepulturas se desconocen porque sus asesinos llevaron al extremo su acción; negando a los familiares la posibilidad de honrar a sus muertos.
Haciendo uso de esa tradición, quiero rendir el tributo por su aporte al periodismo salvadoreño a los compañeros periodistas que durante desde 1992 después de la firma de paz, han fallecido en diferentes circunstancias y que les recordamos con profundos aprecio por su paso por esta vida y el amoroso oficio del periodismo.
Nuestro eterno recuerdo para: Franklin Américo Rivera, Doris Elizabeth Molina, Antonio Lorena Saravia, Douglas Hernández, Alirio Alfredo Chávez, Salvador Sánchez Roque, Christian Poveda, Alfredo Hurtado, Mélida Antonia Amaya, Carlos José Orellana Luis Alonso Rosa, Nicolás Silvestre García, Pedro Antonio Portillo, Reynaldo Medina, Gilberto Antonio Torres, Daniel López Rosa, Margarita Castillo Aguirre, Roxana Cortez Barrera, Samuel Jonatan Rivas, Karla Turcios, Bryan Alexander Castro, Astrid Castro Sandoval, Jesús Alas.
Cada uno de ellos es una historia una familia que esperaba su regreso a casa y que sentían el profundo orgullo de que se dedicaban al periodismo, una labor muy importante cerca de los acontecimientos, testigos en primera línea en todas las circunstancias políticas, económicas y sociales de nuestro país, pero sobre toda una de las profesiones humanas llenas de convivencia, encuentros y separaciones.
Lo muertos son conmemorados en este mes de noviembre, nuestros periodistas deberían ser homenajeados y su mejor tributo es conocer su trabajo profesional, el legado que nos dejaron. Al final los dejamos morir de verdad, cuando los dejamos en el olvido, cuando finalmente de manera superflua, actuamos con egoísmo y olvido.