martes, 30 abril 2024
spot_img
spot_img

No exijan dialogo, hagan el dialogo

¡Sigue nuestras redes sociales!

spot_img

La sociedad nicaragí¼ense amanece hoy fracturada, al borde de un estallido social desbordado, en donde los sectores más representativos del paí­s, como empresarios y gobierno fracasaron, no pudieron dialogar al asumir posiciones extremas para solventar la reforma al sistema de pensiones, originando que inconformidades de varios grupos sociales, polí­ticos y ciudadanos se salieran de cauce, y el uso del poder coercitivo, como la Policí­a, para contener las protestas incentivara las tensiones y las movilizaciones.

Lamentable que entre hermanos nicaragí¼enses estemos otra vez confrontados, asumiendo posiciones radicales y extremas, dividiendo la familia, y lo más grave, pérdida de vidas humanas tan valiosas, de jóvenes pobres que deseaban un mejor porvenir para Nicaragua, para ellos y sus familias. Son siempre los pobres los que ponen los muertos. 

En los últimos once años vimos protestas y movilizaciones populares por reclamos electorales, pero no como la situación actual, un descontento popular, por diversas razones que sean, legitimas o no; en donde se está perdiendo el equilibrio y las posiciones extremas y opuestas están tomando el control, con derramamiento de sangre entre hermanos, saqueos, pillaje, daños a la propiedad privada y a instituciones del Estado, mientras el acuerdo para frenar todo tipo de violencia urge.

El diálogo se está alejando por la complejidad de la misma situación y la emocionalidad, incluso en las elites polí­ticas, sociales, empresariales y gubernamentales, que son las llamadas a ponerle un alto a la confrontación y la violencia y a tener la hidalguí­a y la valentí­a en este momento histórico de deponer actitudes individualistas, pensar en Nicaragua, no seguir escalando posiciones creyendo que se podrá administrar la convulsión, y no permitir que el futuro se vaya por la cañerí­a.

Cada uno tiene que asumir su responsabilidad histórica y frenar todo tipo de violencia, venga de donde venga y encontrar, como lo hemos hecho antes a lo largo de la historia, en peores momentos de conflictos armados, el diálogo y la conciliación y restaurar las heridas a través de una genuina reconciliación nacional.

La historia nos ha enseñado como en el pasado, cuando no pudimos ponernos de acuerdo y fuimos a la guerra, perdimos miles de vidas innecesariamente, hicimos retroceder el paí­s en más de 50 años, y después irremediablemente fuimos a la mesa para ponernos de acuerdo en algo que se pudo evitar, y a reconstruir la nación en condiciones difí­ciles.

Nicaragua está hoy dividida en dos grupos. Entre quienes están en la calle exigiendo más que la reversión a las medidas del INSS y escalan sus demandas con razones o no, y los que apoyan al Gobierno y al Frente Sandinista, unos en la calle, otros en su casa.

Entre los que deslegitiman al gobierno y quieren tumbarlo por la fuerza y no quieren reconocer que el FSLN es una realidad polí­tica en el paí­s y no quieren esperar al 2021 para cambiarlo por la ví­a pací­fica y electoral y descalifican a quien vaya a hablar con las autoridades; y entre los que desde el Gobierno acusan una conspiración y prometen defender su constitucionalidad y legitimidad. Además, los que están excluidos, molestos, frustrados y han explotado su enojo.

Pero existe otra parte, que es la mayorí­a, nicaragí¼enses que quieren vivir en paz, tener trabajo, salud para ellos y sus familias, educación, que tienen esperanzas de un futuro mejor y que no están siendo tomados en cuenta.

La falta de desprendimiento polí­tico y de diálogo está fracturando a los nicaragí¼enses interesados en mejorar el presente y el futuro del paí­s. La estabilidad macroeconómica ha costado muchos millones de dólares, el sacrificio de miles de nicaragí¼enses que ahora están amenazados por la desesperanza de un futuro mejor y de convertirnos en el paí­s cuadrilátero de la violencia, la criminalidad y el asedio del narcotráfico y el crimen organizado internacional, además de un costoso retroceso en el desarrollo humano, económico y social.

Urge un alto inmediato, en el que todos debemos contribuir no exacerbando los ánimos, no llamando a la confrontación entre hermanos, pensando en Nicaragua, con responsabilidad social, asumiendo el diálogo como el único camino posible para encontrarle una salida a la actual situación.

Los llamados son quienes siempre debieron estar en la mesa del acuerdo. Tienen el desafí­o de demostrar que aman a Nicaragua y paralizar un inminente caos de incalculables consecuencias que nos costará a todos por muchos años.

Los lí­deres polí­ticos, económicos y religiosos tienen la capacidad suficiente para desprenderse de las posiciones y darles paz a los nicaragí¼enses, y los que quieren incendiar el paí­s con sus posiciones radicales deben detenerse.

¡Hola! Nos gustaría seguirle informando

Regístrese para recibir lo último en noticias, a través de su correo electrónico.

Puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

spot_img

También te puede interesar

spot_img

Últimas noticias