A partir del 1º de Junio los homicidios comenzaron a bajar; el nuevo plan –que la mayoría desconocía- y sus fases de ejecución comenzaron a tener efecto; ni en la triste época de la “Tregua” se lograron cifras de homicidios tan bajas.
Las teorías especulativas comenzaron a rodar en el escenario de las redes sociales: ¿Otra Tregua?, ¿era tan sencillo o fácil y los gobiernos de ARENA y FMLN no quisieron o no pudieron solucionar el problema?, ¿la campaña de cárcel o cementerio sensibilizó a las pandillas?, ¿las acciones en Centros Penales fueron efectivas?, ¿la represión, ahora sí va en serio?, ¿disminuyeron los homicidios, pero aumentaron los desaparecidos?; y mucho más. ¿Qué está sucediendo para bajar tasas de homicidios de 15 a 2 en menos de un mes…?
En el pasado inmediato había muchos planes sofisticados y “estrategas” pero no había ejecución. Nayib Bukele instauró un modelo de gobierno basado en órdenes y amenazas: O cumplen y sirven al pueblo o salen del gabinete. El estilo de sus ministros se plegó a cumplir cada orden con eficacia -orden cumplida Presidente!!!-; en efecto, estamos ante un gobierno “Ejecutor”.
Podríamos interpretar que la eficacia en los cambios en Centros Penales tuvo efecto; al parecer el gobierno diseñó un esquema poco amigable para los pandilleros, una especie de Tregua visible y cantada: Si no bajan los homicidios la van a pasar mal… y los homicidios comenzaron a bajar…
Al final, no era un asunto de difícil o fácil, más bien parece ser un asunto de eficacia, de ejecutar, de cumplir las promesas del Presidente. ¿Es sostenible este modelo?, pues al parecer es el mejor de los esquemas posibles, obviamente, la situación de violencia, control territorial y extorsiones no se iba a resolver con paños tibios, y tampoco se podía implementar un modelo de respuesta represiva radical. En este contexto, se creó un escenario con al menos tres vertientes: a) La campaña mediática de psicología social –cárcel o cementerio-; b) Se instauró un sistema de control en las cárceles rígido y fuerte, y con traslados recurrentes y requisas; y c) La PNC y las fuerzas Armadas salieron a la calle con más dignidad, recursos y empoderamiento para atacar a las pandillas. Los resultados y estadísticas están a la vista.
El estilo de Bukele es histriónico y afable, relajado y tajante, autoritario y divertido, cool y parco…; su cuenta de Twitter es la ventana a su personalidad, juega, ironiza, da órdenes, y las cosas funcionan. Es su estilo y punto, y gracias a él, ganó las elecciones; muchos lo celebran y otros lo critican. Ningún Presidente ha sido monedita de oro…
Los datos al momento hablan bien de la gestión, no obstante, habrá que analizar la sostenibilidad en el tiempo y las tendencias. Al filo de los 100 días, el Presidente y la mayoría de su equipo saldrán muy bien evaluados; este periodo es una muestra, e inicia la mejor versión del gobierno –los dos primeros años-; a medio camino habrá elecciones y todo puede cambiar a favor de Bukele.
Mientras todo esto sucede, el FMLN y ARENA no se encuentran consigo mismo; cada intento de supervivencia se ha tornado una experiencia adversa de contradicciones y crítica. El pasado los persigue y no lo han resuelto, y hay un temor justificado, no es un problema sencillo. La CICIES –que no sabemos mucho sobre ella- seguro antagonizará la situación y es posible que ni siquiera estén preparados… lo peor está por suceder.
En síntesis, Bukele es un ejecutor nato; es posible que los estrategas y asesores estén tras bambalinas, es más posible que los planes sean poco estructurados o improvisados, y es posible que no exista un ecosistema teórico de políticas públicas diseñadas con el canon tradicional, pero con su estilo de gobierno hay resultados. Al final es una buena lección para los planteamientos tecnócratas neoliberales y para los sistemas socialistas: Se debe cambiar, se puede cambiar y se puede medir el cambio, todo lo demás sale sobrando…