Texto y Fotos: Wilfredo Díaz.
El volcán de Santa Ana, conocido como Ilamatepec, se considera el más alto de El Salvador. Mide unos dos mil 381 metros sobre el nivel del mar. Para llegar al cráter, se caminan tres kilómetros, equivalente a dos horas y media aproximadamente. Las medidas de seguridad, que proporcionan los guías turísticos, se deben de respetar. Es prohibido bajar al cráter, acercarse a la orilla por los fuertes vientos y el terreno resbaloso. Desde su altura, se ve el volcán de Izalco, Cerro Verde y algunos pueblos del departamento de Sonsonate y Santa Ana.
La historia geológica del volcán Ilamatepec, se remonta en la época Pleistocena, división de la escala temporal geológica, que da inicio hace dos millones de años. Sus erupciones, han sido pausadas e irregulares, entre 1904, 1920 y 2005, esta última, expulsó gases, ceniza, un alud de agua caliente, que descendió del cráter, rocas volcánicas alcanzando unos dos kilómetros y medio de distancia.
Fue un hecho devastador, ocurrió un sábado 1 de octubre del 2005, dejando unas 20 mil personas evacuadas, cultivos quemados por la ceniza caliente, muertos y viviendas en mal estado. En ese momento, yo trabajaba para un medio de comunicación y me tocó cubrir ese acontecimiento natural.
Dieciocho años después, acompaño al lugar a geólogos y estudiantes de la Universidad de El Salvador, a quienes les enseñarán el uso de equipos, que miden concentraciones de gases volcánicos como: el dióxido de azufre (SO2), dióxido de carbono (CO2), sulfuro de hidrógeno (H2S), cloruro de hidrógeno (HCl), vapor de agua (H2O) y el caudal de dióxido de azufre emitido desde el cráter. Este aparato, es utilizado para atender crisis en volcanes y hacer investigaciones dónde estos parámetros no son monitoreados.
Salimos rumbo al volcán Ilamatepec, ubicado en el departamento de Santa Ana, a 52 kilómetros de San Salvador. Los geólogos tenían una misión, instruir a sus alumnos sobre el uso del equipo para medir concentraciones y caudales de gases volcánicos y qué medidas tomar, para reducir riesgos a la población, que vive cerca de ellos.
Llegamos a la parte baja del volcán, estacionamos los carros y nos da la bienvenida un clima entre frío y caliente. Antes de escalar y llegar al cráter, un guía de la zona da indicaciones de seguridad. Teníamos claro el esfuerzo, que debíamos de poner. Son tres kilómetros, que debemos caminar, sobre un terreno resbaloso, árido y complicado para avanzar. Al principio se siente interesante, se camina entre árboles, pero a medida que avanza, la sombra de la naturaleza se termina y te encuentras en un ambiente reseco, como un desierto.
Seguimos avanzando, nos detenemos un rato para descansar y esperar a los que se quedan atrás de cansancio. Las piernas nos temblaban, el calor y frío nos agotaba. Al fin llegamos al cráter, ahí nos esperaba un frío de ocho grados celsius, aproximadamente. Un clima muy variable.
En el recorrido que se hace, su ecosistema alberga unas 125 especies de árboles nativos del lugar y se pueden encontrar animales como: coyotes, zorros, venados, tigrillos, gavilán cola corta, halcón de monte, águila negra, reptiles entre otras especies.
El trabajo de los geólogos es interesante, arriesgado, se necesita valor, paciencia, estar atento en todo momento, para dar resultados concretos a la población de un acontecimiento natural, que pueda suceder. Llegamos a la cima, los docentes y vulcanólogos de la Universidad de El Salvador, Rodolfo Olmos, Francisco Barahona y Agustín Hernández, dan indicaciones a los estudiantes de física y geofísica de la actividad, que desarrollarán.
“Este día, utilizaremos tres equipos para medir los gases que emite este volcán. El primero se llama, Multigas, este tiene sensores que miden la concentración en partes por millón (ppm) de los gases volcánicos (SO2,H2S, CO2, HCl y H2O) contenidos en el aire del entorno del cráter. El segundo, es el sistema de alerta rápida o Scaning DOAS, permite medir el caudal de dióxido de azufre, que viaja en la pluma de gases que sale desde el cráter y es conducida por la dirección predominante de los vientos hacia un costado del volcán”.
“El tercero, es el Móvil DOAS, este es un sistema portátil, que mide el caudal de dióxido de azufre emitido por el cráter, es un equipo antecesor al Scanning DOAS, ambos construidos por el grupo de investigación del doctor Bo Galle en la Universidad de Chalmers, Suecia. Con este equipo, generamos información meses antes de la última erupción este volcán.” asegura el docente y vulcanólogo de la UES, Rodolfo Olmos.
Este volcán Ilamatepec, está ubicado en el parque nacional Los Volcanes, área natural protegida en El Salvador, abarca tres de los 14 volcanes del país. Geológicamente son jóvenes, tienen entre 2 millones a 250 años de existir.
Esta zona es interesante, se encuentran los volcanes Ilamatepec, Izalco y Cerro Verde, cada uno de ellos, es reconocido por sus momentos históricos. Están ubicados entre los departamentos de Santa Ana, Sonsonate y Ahuachapán de la zona occidental del país, con una extensión de terreno de 2184.7 manzanas.
“Feliz día a todas y todos, este día haremos mediciones del nivel de concentración de gases volcánicos, tomados en el aire del sector sur del cráter de este volcán y el caudal de SO2 que viaja en la dirección predominante del viento de este día. Esperamos que luego de esta actividad se generen las sinergias necesarias entre estudiantes y profesores para que participemos activamente en proyectos de investigación y monitoreo de estos parámetros desde el Alma Mater”.
“Las pruebas las realizaremos con el equipo Multigas, donado a la UES por la Cooperación Italiana en el marco del proyecto RIESCA y los equipos portátiles Scaning DOAS y Móvil DOAS, por las Agencias de Cooperación Internacional de Suecia y España. El Scaning DOAS portátil, nos ayuda a medir grandes distancias, los caudales de dióxido de azufre emitidos a través del cráter de un volcán”.
“Con el uso de este aparato, se reduce el riesgo de los vulcanólogos que realizan tareas de monitoreo en momentos de inminencia eruptiva, por lo que fue concebido como Sistema de Alerta Rápida, destinado a utilizarse en el seguimiento de crisis en volcanes salvadoreños o centroamericanos, que no cuentan regularmente con la medición de este parámetro”, concluye Francisco Barahona, docente y vulcanólogo de la Universidad de El Salvador.