Una oportunidad para cambiar la historia de Chile

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El 25 de octubre de 2020 Chile tendrá la oportunidad de enmendar la historia. Con un lápiz y un papel, las y los chilenos podrán a través de un plebiscito votar si desean o no una nueva constitución, y si es así, en qué términos. Para ello hay dos opciones. La primera es una Convención Constitucional, instancia conformada por 155 miembros electos directamente por la ciudadanía. La segunda opción es una Convención Mixta que estaría integrada en un 50% por parlamentarios y el otro 50% restante por ciudadanos electos a través de elección popular.

Pero la pregunta es, ¿Qué originó que se llegara a explorar la modificación de la carta magna? Un descontento ciudadano el que cada cierto tiempo se venía manifestando en nuestro país. “Una olla a presión” dirían algunos. Este disgusto es dueño de varias caras o necesidades.

Todo argumento razonable indicaba que Chile iba bien. Las frías cifras nos dicen que la clase media se duplicó los últimos treinta años del 23% al 58%; teníamos el mejor ingreso per cápita de la región el que supera en un 60% al promedio, la pobreza que en 1990 marcaba un 38%, hoy (en contexto pre pandemia) las cifras indican un 8%. El problema en nuestras niñas y niños no era la desnutrición, sino, la obesidad. Efectivamente Chile creció en los últimos años, pero siguió cargando dos grandes pesos. La primera carga es un modelo económico neoliberal instaurado en la dictadura de Pinochet que ha contribuido a incrementar las brechas de desigualdad entre personas extremadamente millonarias y las pobres. 

Asimismo, ha dejado que la “mano invisible” de Adam Smith haga lo suyo. Esto se traduce en privatizaciones y en una seguidilla de abusos por parte de algunas empresas en desmedro de la ciudadanía. La segunda carga es la constitución de los años 80´creada entre cuatro paredes y que maniató el sistema para beneficiar política y económicamente a los mismos de siempre. La implementación de todo lo anterior trajo consigo a modo de respuesta adoptar un nuevo modelo de sociedad con nuevas repolitizaciones e ideales sociales, junto con el empuje a la democratización de las relaciones de poder donde se releva el enfoque de derechos, igualdad y autonomía. Este escenario ha empujado a la recomposición de relaciones sociales nuevas, con un modelo que carece de esta evolución. Así cada uno ha interactuado en el mundo social, buscando soluciones individuales y de sobrevivencia en las redes sociales comunes.

Lo que gran parte de la ciudadanía requiere es que esta carta magna otorgue certezas respecto al acceso digno a la salud, educación, pensiones, recursos naturales, reconocimientos de pueblos originarios, ciudadanía de las mujeres y personas LGBTI (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero e Intersexuales) y plantear los derechos humanos con perspectiva de género.

Lo que vivió Chile a partir de las grandes movilizaciones del 18 de octubre del año 2019 es una revolución ciudadana comenzada por los estudiantes secundarios y luego seguida por gran parte de Chile y por algunos partidos políticos que se vieron impedidos de profundizar cambios dado la conformación de poderes en el congreso.

Chile está ad portas del fin de un ciclo que comenzó el 12 de septiembre de 1973, un día después de ser derrocado Salvador Allende. Las y los chilenos tienen en sus manos la posibilidad de cambiar el legado jurídico y económico de la dictadura, y con ello, escribir la historia de un nuevo Chile. La historia se está por escribir.

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