"Los militares están levantando ciudades masivas de carpas", dijo en una comparecencia en la Casa Blanca. "Esto es una invasión", manifestó a falta de cinco días para las elecciones legislativas de medio mandato, de cara a las cuales está agitando el miedo a la inmigración para movilizar a sus bases.
El mandatario ha enviado a 5.200 militares en activo a la frontera con México, más del doble de los 2.000 que hay en Siria luchando contra el Estado Islámico y la mayor operación de estas características desde la Revolución Mexicana. La víspera aseguró que podría llegar a elevarlos a entre 10.000 y 15.000.
Argumenta que son necesarios para frenar las caravanas de migrantes centroamericanos que se dirigen hacia el país atravesando México. Y ha construido un relato que los presenta como una horda de criminales y hasta yihadistas que, pese a que tienen aún semanas por delante para llegar, parece que estuvieran a las puertas de Estados Unidos intentado echarlas abajo.
"Esperamos que no pase nada, pero si pasa, estamos preparados", proclamó, y aseguró que los militares considerarán como fuego si los inmigrantes actúan como lo hicieron en la frontera entre Guatemala y México, donde hubo enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
"No tenemos alternativa. Vamos a defender nuestra frontera, vamos a defender nuestro país", manifestó. Antes del envío de soldados, en la frontera había ya 2.100 miembros de la Guardia Nacional -un cuerpo de voluntarios que es fuerza de reserva del Ejército- que envió en abril ante la llegada de otra caravana.
El mandatario dijo que los inmigrantes que entren ilegalmente en Estados Unidos no podrán ya presentar solicitudes de asilo. "Los retendremos", manifestó. La petición de asilo solo se podrá hacer en los puertos de entrada. "Voy a tomar cualquier acción legal para afrontar esta crisis", aseguró.