“Trabajo seis días a la semana desde las 5:00 de la mañana hasta las 11:00 de la noche, si en la madrugada hay una emergencia debo de asistirla. Es un trabajo pesado, duermo mal, me alimento mal y siempre temo por mi familia”, contó Orlando, nombre ficticio de un policía de quién por seguridad se reserva su identidad real, al referirse sobre su faena diaria como agente del orden.
Orlando, es joven. Tiene 25 años y está destacado en la Policía Rural en el departamento de La Libertad. Hace dos años tomó la decisión de integrarse a las filas de la Policía Nacional Civil (PNC) debido a sus compromisos como esposo, futuro padre y la esperanza de algún día poder estudiar para convertirse en enfermero.
“Mi trabajo es pesado, realmente soy policía por necesidad, no por vocación, creo que lo mismo manifiesta el 90 por ciento de policías. Necesitamos el salario y la estabilidad laboral. Cuesta mucho encontrar un empleo en este país. Este es delicado; yo y mi familia corremos riesgo pero hay que encomendarse a Dios”, expuso el agente.
En El Salvador, el país más violento de Centroamérica, se ha desarrollado paulatinamente una guerra sin cuartel entre policías y miembros de pandillas, lo que día a día provoca que el oficio sea gravemente riesgoso, pues el miedo a ser torturado y asesinado se ha apoderado de la tranquilidad de los agentes.
De acuerdo a estadísticas oficiales, durante el 2015 fueron asesinados 64 policías; en 2016 murieron violentamente 47; y en lo que va de 2017 se ha reportado cinco policías asesinados. La mayoría fueron atacados mientras gozaban de licencia, en operativos y emboscadas.
Pese a esto, Orlando continúa amenazando su vida por un salario de $425 menos prestaciones al mes. Él afirma que lo que recibe no es justo, pero le ayuda a sostener a su familia y vivir con un poco de tranquilidad.
Lea: Asesinatos de policías y soldados ¿venganzas?
“Es un salario muy mínimo para lo que uno desempeña; en las zonas rurales hay mosquitos, no hay agua. Uno de policía se arriesga todos los días, se arriesga la familia; bastantes compañeros han perdido la vida. Organizando bien el dinero se logra llevar la vida con un poco de tranquilidad aunque haya limitaciones”, dijo.
Orlando contó a ContraPunto que con su salario debe financiar las municiones para poder usar su arma de equipo y defenderse contra ataques en su contra. Las 50 municiones para armas cortas tienen un precio de $40 la caja; cada munición de arma larga vale $1.
“Solamente nos dan el arma pero no municiones, las tenemos que costear de nuestro bolsillo, y a uno le duran depende de las situaciones peligrosas en que nos encontremos. Cuando uno se juramenta le dan como 30 cartuchos y eso fue todo”, detalló.
El director de la Academia Nacional de Seguridad Pública (ANSP), Jaime Martínez, aseguró recientemente que El Salvador posee el mayor número de policías a nivel centroamericano; a un elemento policial le corresponde brindar seguridad a aproximadamente 250 personas, pues existen cuatro agentes por cada mil habitantes.
Lea: Policías se pronuncian ante amenazas de muerte.
El joven y visionario Orlando afirma que en uno cuantos años ya no quiere seguir siendo policía, quiere irse con su familia a vivir en un lugar más seguro, estudiar para ser enfermero y poderse ganar el sustento tranquilamente.
“Es bien arriesgado andar trabajando así; yo ni sé si de un momento a otro ya no voy a regresar a mi casa, esto es bien delicado; ya no quiero pero ni modo, tengo que hacerlo por ahorita”, finalizó el agente.
La PNC es parte de las instituciones surgidas a partir de los Acuerdos de Paz que pusieron fin a una guerra civil de más de 12 años. Esta sustituyó a la Policía Nacional, a la Policía de Hacienda y a la Guardia Nacional. Nació como una entidad civil para tiempos de paz. Una que todavía no llega y a cuya esperanza se abrazan a diario los miles de agentes que deben garantizar la seguridad del pueblo salvadoreño.