miércoles, 11 diciembre 2024
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Quien tiene una doble moral en verdad no tiene ninguna…

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Uno de los signos que particularmente distingue al orden moral prevaleciente en la sociedad salvadoreña, y extensivamente a algunos otros, es que tanto el nuestro como aquellos están inmersos en profundos e irrefrenables procesos de degradación axiológica del que no se avizora su fin. Al contrario.

Una manifestación de lo dicho es, sin duda alguna, la marcada propensión de las personas en términos individuales u organizacionalmente, a juzgar con un doble estándar moral a  determinadas situaciones cotidianas.

La doble moral como una nota caracterí­stica o peculiar del comportamiento del ser humano, al margen de su condición social, credo polí­tico, opción religiosa, raza, sexo, nivel intelectual y demás, consiste en términos sencillos y, solamente,  para efectos de una fácil comprensión de este texto, en aplicar un tratamiento diferenciado a ciertas materias o temáticas, lo cual es esencialmente injusto e incoherente.

 En virtud de la doble moral algunos, no pocos, se comportan de dos formas disimiles respecto a una misma situación. Esta figura  se proyecta como una práctica muy  extendida que se refleja, en ocasiones, en la tendencia a auto-concederse generosas licencias conductuales y, paradójicamente, en ser altamente  crí­tico y exigente con respecto a los demás.

Quién tiene una doble moral en verdad no tiene ninguna, dicen unos. Hay personas a las que les hace falta la moral y mejor tienen dos, dicen otros. En virtud de esta deformación del carácter moral de la persona se juzga a las mismas con criterios dispares. Así­ para el caso, las organizaciones conservadoras que se proclaman como inclaudicables defensoras de la vida son quienes más se pronuncian por la aplicación de la pena de muerte. Otro ejemplo, el Estado combate el alcoholismo a través de la recaudación de tributos a la producción  alcohol. Pura doble moral.

Para concluir con los ejemplos, traigo a cuenta el repetido discurso oficial sobre que los jóvenes son el futuro de la nación. Empero, no les damos oportunidades y exigimos experiencia y, a veces, los vemos con desconfianza y con sospecha. Doble moral.

La sociedad salvadoreña y otras extraviadas, sin nortes axiológicos que las orienten, claman por un proceso de refundación moral. En dicho proceso extirpar las pautas conductuales como la que se comenta  es clave.  Y es que no se puede ser medio ético o medio moral, o sé es  o no se es (nadie es medio ético o medio moral); por consiguiente, no se tiene que tranzar con la doble moral porque al final, por un lado, ello  se constituirí­a en una expresión de un nocivo relajamiento; y, por otro, debilitarí­a seriamente los cimientos en que se erige un orden social.

 No deja de ser una autentica ironí­a que el soldado que mata en una guerra a diez enemigos es considerado un héroe de guerra y, seguramente, será  recompensado con diversos premios o estí­mulos entre ellos condecoraciones, ascensos, licencias etc. Sin embargo, si ese mismo soldado mata a diez personas, en tiempos de paz, será catalogado como asesino serial.  Diez vidas por un lado, diez vidas por otro. Doble moral.

El insigne matemático, filósofo e intelectual inglés Bertrand Russell, Premio Nobel de Literatura (1950) sostuvo que la humanidad tiene una doble moral: Una que predica y no practica, otra que practica y no predica. Pero, pese a esta iluminadora visión no se debe de cejar en el  empeño de contribuir en la medida de nuestras posibilidades y, desde nuestro ámbito de responsabilidad,, en lograr moldear un ordenamiento social basado en valores que suceda el vigente que se sostiene sobre un catálogo de anti-valores en el que sobre sale, con luz propia,  la doble moral.

En este empeño, que se muestra como verdadera cruzada no se tiene certeza de triunfar  pero si se renuncia a luchar, se corre el riesgo de caer en un modelo social …en el que los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa…”, como sostuvo en su tiempo Demócrataes…

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El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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