Qué significa la expansión de la OTAN hacia el norte

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Por Carl Bildt

ESTOCOLMO – Aunque aún no queda claro el probable resultado de la guerra de Vladímir Putin contra Ucrania, la agresión rusa ya cambió de manera significativa el orden de seguridad europeo. La única comparación histórica europea moderna es la invasión de Hitler a Polonia en septiembre de 1939: en ambos casos hubo ataques no provocados a gran escala contra países vecinos con la intención de eliminarlos (Hitler se negó a aceptar la existencia de una Polonia independiente, Putin se niega a aceptar la realidad de una Ucrania independiente).

La invasión de Putin representó una profunda conmoción para los gobiernos europeos. La mayoría de los líderes europeos había minimizado las advertencias estadounidenses sobre un ataque inminente, creyendo que aunque Putin puede ser impredecible, era improbable que hiciera algo tan irracional. Durante su primera visita a Moscú a principios de 2021 el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, había sido tratado de manera bastante brusca, pero la mayoría de los gobiernos europeos aún creía que la diplomacia podía crear una relación más estable.

Esa ilusión se hizo añicos el 24 de febrero, que se convirtió en el 11 de Septiembre europeo: un llamado de atención mundial y geopolítico con dos consecuencias principales. En primer lugar, el gasto militar aumentará en toda Europa. Después de años de melindres, casi todos los miembros europeos de la OTAN se alinearon repentinamente con la meta de destinar al menos el 2 % del PBI a la defensa. La mayor de las economías europeas, Alemania, aumentará el gasto para la defensa en el equivalente al 0,5 % de su PBI en tan solo un año.

En segundo lugar, se fortalecerá a la OTAN de varias maneras. Además de aumentar su presencia militar en los estados miembros adyacentes a Rusia, la alianza está preparada para sumar a Finlandia y Suecia a sus filas. Ambos países profundizaron sus relaciones con la OTAN desde la anexión de Crimea por Rusia en 2014 y sus incursiones en Ucrania oriental, pero ahora darán el paso crítico de solicitar formalmente su admisión.

El 24 de febrero creó una situación de seguridad completamente nueva para Finlandia y Suecia, ya que demostró de la noche a la mañana que Rusia está en manos de un régimen que utilizará la fuerza militar para imponer a Europa sus designios imperiales. Finlandia combatió en una guerra contra la Unión Soviética en 1939-40 y fue parte del imperio ruso durante un siglo antes de 1917. La invasión de Ucrania convenció inmediatamente a sus líderes de incorporarse a la OTAN.

El propio frágil acuerdo de Finlandia con la Unión Soviética, y luego con Rusia, fue una de las principales razones por las que Suecia también se mantuvo fuera de la OTAN. Luego del ingreso de Noruega y Dinamarca a la alianza a fines de la década de 1940, Suecia adoptó una política de neutralidad en la Guerra Fría, apoyada en sólidas fuerzas de defensa.

Después del colapso de la Unión Soviética, Finlandia y Suecia se incorporaron a la Unión Europea en 1995 y profundizaron gradualmente su cooperación para la defensa con la OTAN (y, así, con Estados Unidos). Su completa inclusión en la OTAN se consideraba como una opción potencial a futuro, pero aunque la opinión pública finlandesa y sueca se había tornado ligeramente más receptiva a esa idea, las mayorías seguían manteniendo su escepticismo u oposición.

El 24 de febrero, sin embargo, alteró ese equilibrio. Aunque hay todavía algunos procesos políticos internos que superar, es prácticamente una certeza que ambos países presentarán sus solicitudes de membresía mucho antes de la cumbre de la OTAN en Madrid a fines de junio. La opinión pública cambió dramáticamente en las últimas semanas. En Suecia, todos los principales partidos políticos, excepto por el ex Partido Comunista y el cada vez más pequeño Partido Verde están ahora a favor de la incorporación; en Finlandia, todos los partidos políticos, desde la derecha hasta la izquierda, indicaron su apoyo. Estamos presenciando un cambio político radical, debido al delirio imperial de Putin.

El ingreso a la OTAN de Finlandia y Suecia implica dos importantes cambios en la arquitectura de la seguridad europea. En primer lugar, el norte de Europa tendrá capacidad para coordinar fuerzas de defensa sustanciales en la región. Suecia y Finlandia proveerán a la OTAN nuevas capacidades importantes, como ya quedó demostrado en los ejercicios de entrenamiento regulares de la fuerza aérea que mantienen con Noruega. Además, la OTAN tendrá una mayor capacidad para controlar el mar Báltico y apoyar así la defensa de Estonia, Letonia y Lituania.

En segundo lugar, la membresía de Suecia y Finlandia reforzará el pilar europeo de la OTAN. Ambos países defienden el desarrollo de la dimensión de defensa y seguridad de la UE, y el fortalecimiento de los vínculos transatlánticos (incluida la importante relación de seguridad con el Reino Unido). Aunque la OTAN seguirá siendo el principal garante de la defensa territorial, la UE —con su mayor arsenal de políticas— se convertirá en un aliado de seguridad cada vez más importante (y la coordinación entre ambos se profundizará).

Un evento importante al que habrá que prestar atención será el referendo en Dinamarca del 1 de junio para eliminar las restricciones de ese país para participar en las políticas de seguridad y defensa de la UE. Esas restricciones son resabios de controversias a inicios de la década de 1990; Dinamarca —junto con Suecia— ya se comprometieron a aumentar su gasto en defensa al 2 % del PBI.

Esos pasos, conjuntamente, fortalecerán de manera sustancial el potencial defensivo de toda la región nórdico-báltica. Una defensa más sólida seguirá siendo fundamental mientras el Kremlin mantenga su curso actual, pero los europeos también deben cuidarse de no provocar a Rusia, que cuenta con importantes recursos y nodos económicos vecinos a Suecia y Finlandia. San Petersburgo es la segunda mayor ciudad rusa y una importante zona industrial, y en la península de Kola se encuentran las bases de submarinos y otras instalaciones rusas, así como la mayor concentración mundial de armas nucleares.

Los líderes rusos describen su proyecto imperial como una «lucha a muerte». Finlandia y Suecia tomaron en serio esa descripción y ya no perciben que su incorporación a la OTAN sea una opción estratégica… desde el 24 de febrero, se convirtió en un mandato existencial.

Traducción al español por Ant-Translation

Carl Bildt fue primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de Suecia.

Copyright: Project Syndicate, 2022.
www.project-syndicate.org

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Carl Bildt
Analista económico; colaborador de ContraPunto; fue primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de Suecia
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