En los 199 años de gestas patrióticas de tu pueblo por liberar tu alma secuestrada, por romper las cadenas del atraso feudal, al que nos ha sometido el régimen antidemocrático y excluyente, periodo en que se ha perpetuado el interés de los que han acumulado millones a partir del sudor y ruina de los hambrientos; hoy, los que hemos luchado por un país mejor, los que enfrentamos la opresión y la represión para hacer valer las reivindicaciones históricas, estamos dispuestos a cambiar la historia de esclavos y señores, para devolverte Patria la dignidad, la libertad, la independencia, para que tu pueblo sea feliz, porque está satisfecho.
Recuperar la dignidad para asegurar la felicidad del pueblo, requiere de un esfuerzo por rescatar la nación del oprobio infligido por la ruin deslealtad de minorías poderosas; pero también, de un cambio transformativo por elevar la responsabilidad de las instituciones y de las leyes con los intereses de las mayorías, es orientar el interés público y la riqueza nacional a satisfacer las necesidades de vida digna y segura de los ciudadanos, para que estos puedan gozar de igualdad de oportunidades para su prosperidad y progreso.
Pasar de la libertad declarativa a vivir en libertad como nación, para superar la formalidad en que se nos ha dicho que somos libres siendo prisioneros, siendo esclavos; hemos sido “libres” sin poder hacer ejercicio de nuestro libre albedrío. Ser libres y actuar en libertad es fundamental para que los ciudadanos salvadoreños definan su propio rumbo, su horizonte, que sólo será el límite de sus sueños, de su causa.
Conquistar la voluntad propia de esta patria, una vez rotas las cadenas de servidumbre a pequeños grupos locales e intereses foráneos, es lanzar nuestra voz soberana por la justicia y la igualdad de las personas y las relaciones de respeto entre naciones, nuestra independencia sólo está comprometida con el bienestar común de nuestra sociedad, con el interés único de la nación: la persona humana.
Recuperar la dignidad nacional, ejercer la libertad sin tutelajes y conquistar la independencia patria, ha sido la ingente tarea de miles de salvadoreños a lo largo de nuestra historia, hombres y mujeres de esta patria han enarbolado estas banderas; en su gesta, no han escatimado esfuerzo alguno, su sangre, su aliento, su dolor, sus sueños han quedado esparcidos por todos los rincones de nuestra tierra, constituyéndose en nuestros baluartes para siempre resurgir y volver a la carga, hasta ver a esta tierra cuscatleca liberada, libre, digna y soberana, donde valga la pena nacer y morir.
Los que se han opuesto, y oponen, a nuestro anhelo libertario, han hecho uso de todas las argucias posibles e inimaginables, hasta han llamado a hacer patria matando curas, sindicalistas, líderes sociales y políticos progresistas. Es evidente que su interés no es el de la nación, sino el de su posición y su acumulación de riquezas a costas de las mayorías en precariedad. Se hicieron por 200 años con el control y los favores del Estado, haciéndolo su socio sin derecho a dividendos, desde donde expropiaron, esquilmaron y jinetearon las riquezas nacionales; instalaron una dictadura de nuevo tipo, con sucesión de formas autoritarias, cuando perdieron el control, reprimieron, encarcelaron, torturaron, desaparecieron, asesinaron, masacraron, robaron elecciones, chantajearon, corrompieron.
En 2020, estamos en un momento de cambios, no sólo por el devenir de nuestros hechos sino frente a un acontecimiento inédito, como lo ha sido la pandemia del COVID 19, que ha trastocado nuestras reglas, para lo que nuestro sistema constitucional, las leyes y las instituciones del Estado, requerirán adecuaciones, a la era post COVID y a los requerimientos de la nueva república. Hay que entender que la Constitución es expresión de una correlación en un momento dado, así lo asumimos en los Acuerdos de Paz.
La nueva batalla es, después de todo, un escenario por generar las condiciones para imponer una hegemonía alternativa, y eso, pasa por definir una nueva mayoría en la Asamblea Legislativa. Ese es el centro principal del combate político actual.
La solución a construir, es la respuesta progresista, solidaria, incluyente y humana a los grandes, históricos y estructurales problemas del país, que permitan por fin superar las anclas y taras, por el bien de las mayorías y no para un puñado de la élite oligárquica ni de medradores.
Como ha señalado Alicia Barcenas, de la CEPAL, “la respuesta a la crisis requiere un nuevo pacto social basado en la igualdad, con más transparencia y responsabilidad”.
Y, como destaca Amartya Sen, en la idea de la justicia, NO HAY NADA QUE SE PERCIBA Y SIENTA CON TANTA AGUDEZA QUE LA INJUSTICIA, por lo que vale la pena preguntarse ¿UN MUNDO PERFECTAMENTE JUSTO, ES POSIBLE?, al menos, nosotros, los patriotas cuscatlecos, aspiremos a ese mundo ideal, ese solo hecho, nos hace mejores personas.
La propuesta progresista, humanista, solidaria, inclusiva y sostenible, serán determinantes para incidir en la nueva arquitectura, local y global, institucional, político-social y las relaciones económicas del futuro.
Por una patria libre, digna y soberana.