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"Vivimos el año 2023, tres años del gobierno que elegimos y hemos cambiado la imagen de El Salvador, hoy somos el país más seguro de América Latina": Ernesto Panamá.

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Por: Ernesto Panamá.

Ayer fuimos gobernados por militares que sirvieron a la clase oligárquica del país. Sembraron sus tierras, antes expropiadas a nuestra raza originaria. Posterior a la revolución cubana la injerencia extranjera los designa para gobernar, pero permaneciendo sometidos a la oligarquía, la que sin dar la cara financia el sistema político partidario con el que fraudulentamente ganan elecciones, ocultan sus crímenes, aprueba leyes que les favorecen y designan el sistema de elección del aparato judicial, de manera que les brinde impunidad para contrabandear, evadir impuestos, y además garantiza el saqueo del erario sin consecuencias legales.

Este proceder trajo consigo la necesidad de reprimir a quiénes públicamente denunciaban lo que ocurría. La represión física, dio paso a la prisión, al exilio; al no acallarse las voces, finalmente las desapariciones y el asesinato con aprobación extranjera se ejecutaba.

Este sistema corrupto no lo inventamos los salvadoreños, lo promueve la intervención extranjera, quién provee el financiamiento a la oligarquía local, el que sumado a los impuestos sostienen al Estado. La malversación de estos fondos con aval del exterior corrompe nuestras estructuras afectando al ciudadano que recibe mala educación, salud, seguridad, obras públicas, etc.

El malestar acumulado desde la independencia hasta la administración del coronel Julio A. Rivera, facilita a James

Carter ocupante de la Casablanca, derrocar en 1979 al general Carlos H. Romero.

La etapa por desarrollarse en El Salvador era previsible si conocías las guerras terroristas de Chile, Argentina, Uruguay y Nicaragua. El gobierno norteamericano nos somete a más de veinte años de guerra, destruyendo nuestra infraestructura y casi eliminando a la generación nacida entre 1946 y 1964, entonces mayoría poblacional con capacidad de prestar servicio militar.

En El Salvador se divide la familia, su productividad se pierde convirtiéndonos en una nación de negocios ilícitos, crimen y necesitada de créditos para ofrecer lo mínimo a sus ciudadanos.

Claro, la capacidad de prestar dinero, la posee el gobierno extranjero que desde los años 50 dirigió nuestro destino, continuando su control y dominio.

Ellos traen del exilio a quien antes acordaron exiliar, y lo hacen presidente. La cobarde oligarquía regresa al país. Firmar “la paz” y dar el estatus de partido a los terroristas, fueron condiciones para recibir los créditos.

Eliminar al líder opositor del terrorismo fue necesario para que la oligarquía asumiera el control y financiara el bipartidismo.

De esta manera. Quiénes adoran el billete verde, financian la división política, religiosa o étnica de los pueblos, necesaria para dictar su modelo de gobierno.

Durante más de 50 años, quienes gobernaron se lucraron del pueblo, contrabandeando, evadiendo impuestos,

mientras permitían que los “políticos” impunemente desfalcaban el erario, mientras la propaganda oligárquica no polarizaba para llenar sus bolsillos.

Fue hasta febrero 2019 que harto de los abusos sufridos y consciente de las décadas de engaño, se dan dos fenómenos: el surgimiento de un nuevo liderazgo y la comprensión de que no es solución ni la derecha o la izquierda, la unidad es la fuerza que hace progresar a toda nación.

Vivimos el año 2023, tres años del gobierno que elegimos y hemos cambiado la imagen de El Salvador, hoy somos el país más seguro de América Latina, el mundo nos reconoce por el buen combate a la pandemia, por deportistas exitosos, estudiantes ganadores de eventos internacionales, por ser el primer país que provee computadoras y capacitación a todos los maestros y alumnos del sistema público, por lograr un 10 % de crecimiento del Producto Interno Bruto, aumentamos los salarios un 20 % , poseemos el nivel más nivel inflación de Centro América, la obras de infraestructura contribuyen al aumento de la exportaciones, turismos interno y externo, aumentamos la capacidad producción de energía, mejoramos la potabilización del agua y sus redes, adoptamos el BTC como moneda de curso legal disminuyendo al dependencia del dólar, mejoran los servicios de salud pública, el pulgarcito de América y naciones amigas construimos hoy mega obras y se desarrolla un plan de desarrollo a largo plazo: Bonos BTC, Bitcoin city, aeropuerto, ferrocarril, Surf city, universidades y más.

Claro las voces disonantes de ignorantes, ciegos, fanáticos, corruptos, oligarcas y falsos periodistas no faltarán.

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Ernesto Panamá
Ernesto Panamá
Columnista de ContraPunto, Escritor salvadoreño; Máster en Edición, con 13 obras publicadas

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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