Un asunto de familia (Japón, 2018) es una película del director japonés Hirokazu Koreeda que también elabora el guion. Osamu y su hijo Shota encuentran a una niña abandonada en el balcón de su departamento y deciden traerla a su casa, para que no se muera de frío. Intentan regresarla, pero no encuentran condiciones para dejarla donde la encontraron. La niña se queda a dormir con los Shibata y pronto se integra a la familia. Aquí la quieren.
La historia ocurre en el espacio de un año. De un invierno a otro. La casa de la familia Shibata es un cuarto redondo donde apenas caben. Ahí duermen y comen. Es también el lugar donde guardan sus escasas pertenencias. Ese espacio los protege de un mundo exterior hostil. El cariño entre ellos los hace vivir felices.
El desempleo y la pobreza los ha marginado. Cuando salen de su guarida es para robar tiendas. Para Osamu, los alimentos y objetos dispuestos en las estanterías “no tienen dueño todavía”. Enseña a Shota el oficio de robar. Ahora, la niña acompaña a su nuevo hermano que le enseña como también puede hacerse de las mercancías de las tiendas sin que nadie se de cuenta. Ella se identifica con él.
En la narración vamos conociendo a los integrantes de la familia. A la pareja de los Shibata, a Shoto su hijo, a la nueva hija, a la abuela y su nieta. En el cuarto redondo viven seis personas. Los lazos familiares son complejos y no termina de quedar clara la relación entre ellos, pero vemos que es sólida y amorosa. Unos cuidan de los otros.
La familia va al mar y se divierten, juegan y juntos saltan las olas. La cámara nos hace participar de la vida de los Shibata. Asistimos a sus comidas y pláticas más íntimas. Es una familia pobre, pero donde no hace falta nada. De los robos que hace Shoto, y después vende Oasmu en el mercado negro, se hacen de los recursos suficientes, para la sobrevivencia diaria.
En un robo de Shoto a un supermercado los dependientes se dan cuenta y lo persiguen. En la huida da un brinco y se lastima. Interviene la policía. En ese momento nos enteramos que salvo la pareja de los Shibata nadie es pariente entre sí.
Han construido una sólida familia, con lazos profundos y un gran cariño, sin ser familiares sanguíneos. La policía acusa a la pareja de haber secuestrado a la niña que vuelve con su madre, para vivir el abandono de antes. Shoto tiene que ir a un hospicio y la esposa de Osamu, antes de ser encarcelada, le dice en qué sitio y de qué marca y color era el carro donde lo habían dejado y ellos se lo llevaron.
La familia se disuelve de manera trágica. Un accidente da al traste con ella. En el futuro ninguno de sus integrantes va a encontrar los lazos de cariño que habían construido. Las autoridades y las leyes no tienen la capacidad de ver lo que tienen enfrente y del daño que van a causar a quienes integran esa comunidad. La convención social y jurídica no reconoce a esa familia que es diferente a otras.
Koreeda construye una gran película. El retrato de cada uno de los personajes, que incluye a los niños, es creíble y también profundo. Son personas reales con sus luces y sombras. Sufren y también aman. En esa familia viven felices. El director imprime en cada uno de los personajes una gran emoción, pero sin nunca llegar al sentimentalismo. La actuación de los seis es muy buena. La película es un tratado de humanismo sólido y muy bien elaborado.
En 2018 gana la Palma de Oro como mejor película en el Festival de Cannes y también como mejor película extranjera por la Asociación de Críticos de los Ángeles, el National Board of Review (NBR) y el Festival de San Sebastián. Estuvo nominada a mejor película extranjera en los Premios Oscar; Globos de Oro y BAFTA. Y ha obtenido muchos más premios en Japón y en festivales de otros países.
Un asunto de familia
Título original: Shoplifters
Producción: Japón, 2018
Dirección: Hirokazu Koreeda
Guion: Hirokazu Koreeda
Fotografía: Ryûto Kondô
Música: Haruomi Hosono
Actuación: Kirin Kiki, Sôsuke Ikematsu, Lily Franky, Moemi Katayama, Sakura Ando, Mayu Matsuoka
Twitter: @RubenAguilar