lunes, 15 abril 2024
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¿Qué se ha dicho y hecho de anti capitalismo en El Salvador?

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¿Es la dictadura del proletariado la ví­a para una transformación del sistema que permita justicia, equidad y paz para El Salvador? Los últimos años de ejercicio de poder por parte de la ex guerrilla nos dice que esa ví­a quizás no es posible. Por un lado parece ser que la gente del FMLN desde antes que terminara la guerra dejó de pelear por un modo de producción distinto y, por el otro, su incursión a los cargos burocráticos  de la democracia capitalista han demostrado que es más fácil que las personas se animen finalmente a vivir los placeres de la acumulación y la riqueza y compensar con un poco de caridad a enfrentar directamente al capitalismo con una cuota de poder.

En realidad esta ex guerrilla si luchó por un sistema no capitalista, quiso imponer una dictadura del proletariado durante los 70, pero con las renovaciones en la Unión Soviética y China de esa misma década, el apoyo para éstas revoluciones de la periferia  global se fue mermando, a tal punto que ya para finales de 1983 el FMLN solo estaba peleando por conseguir la paz o el silencio de las armas como resultó al final con los acuerdos de paz.

Entonces, ¿qué se ha planteado como anti capitalista desde el Gobierno Democrático Revolucionario del FMLN de 1980 ““ 1983? Para muchos es necesario acelerar el paso por un verdadero capitalismo que no termina de cuajar en el paí­s luego de una larga cultura de finca que no quiere retirarse.

Lo cierto es que para muchos otros, incluido Marx, los modos de producción se traslapan y los gérmenes de nuevos sistemas nacen en el seno del anterior. Lamentablemente la visión del “socialismo de estado” ha dejado esa idea de que las revoluciones empiezan con la victoria del poder económico y de gobierno, como si de un dí­a a otro el lastre ideológico y cultural de las personas se transforma gracias a los conocimientos teóricos del socialismo y el comunismo y que eso fuera suficiente ejemplo para arrastrar a las masas por el camino de la revolución. Funes y Sánchez nos demostraron que no es así­, ni siquiera el ex comandante pudo trazar ese camino revolucionario que tanto querí­amos ver muchos. Varios podrán decir que el FMLN ya no era realmente revolucionario, ni socialista desde 1983, pero nos atenemos a su discurso oficial.

Entonces ¿qué hubo después de esa propuesta del GDR? Los Acuerdos de Paz de hecho reafirmaron el modo de producción capitalista con el modelo de ajuste estructural neoliberal impulsado desde Washington, que ya Cristiani vení­a consolidando desde 1989. Durante la guerra, en la zona nororiental de Chalatenango se establecieron poderes populares que organizaron de manera distinta a la sociedad y la economí­a en los territorios controlados por la ex guerrilla. Estos poderes facilitaron los procesos de reinserción de los repobladores y de ex guerrilleros a esas zonas luego de los Acuerdos de Paz. Inspirado en esos procesos Aquiles Montoya lanzó una primer propuesta anti capitalista en el paí­s posterior a los acuerdos de paz.

Montoya propone algo a construirse desde una situación sin guerra y desde la gente, sin esperar la llegada al ejecutivo como normalmente se planteó en el siglo pasado. Apegado a autores como Ellacurí­a, otros utópicos y algunos anarquistas, se concentra en una praxis que no depende de la clásica “toma del poder” que claro, no la excluye como un factor acelerador. Para 1993, Montoya proponí­a una Nueva Economí­a Popular como “estrategia alternativa de y para las mayorí­as populares, en los ámbitos económico,  social, polí­tico y cultural, fundamentada en su propio esfuerzo organizativo y productivo, que tiene como finalidad resolver sus problemas de pobreza y marginación social en el campo y la ciudad, así­ como contribuir a la eliminación de las causas generantes de los mismos”(1). El planteamiento establece como sujeto  del cambio a las mayorí­as populares, enfocando el núcleo en repobladores, repatriados, refugiados urbanos, cooperativistas auténticos, rurales y urbanos y otros sujetos potenciales de aquel momento, que se organizan para llevar a cabo un proyecto empresarial que requiere de la generación de un excedente neto, la eficiencia en la gestión y la integración inter e intrasectorial para su éxito en la construcción de una economí­a periférica pero con suficiente autonomí­a y fuerza para ir ganándole espacio a al modo capitalista dominante.

Para 1999 Franciso Jovel lanza una propuesta de fondos sociales, siempre arraigado en un “Que hacer” ciudadano, alejándose de la idea de un programa de gobierno. En su propuesta, con un énfasis en la praxis de un sujeto socialista mas urbano e individualizado, sugiere que la acumulación de capital se colectivice a través de 4 fondos: 1- Para la reproducción directa de la fuerza de trabajo, 2- de seguro de salud, cesantí­a, invalidez y muerte, 3- de pensión y 4- para la adquisición y acumulación de capital(2). 

Esta visión podrí­a complementar el planteamiento de Aquiles Montoya, que pone énfasis en el sujeto emprendedor colectivo. Jovel, por su lado, aporta una idea apegada a una realidad social capitalista más consolidada luego de los acuerdos de paz, que habí­a disipado para finales de los 90 aquellos sujetos de Montoya en los que fundó su idea de Nueva Economí­a Popular.

Para el 2014, Salvador Arias en su propuesta “una pensión para todos”(3), plantea como alternativa a las AFPs un fondo autónomo, en manos de la gente, pero con el Estado facilitando la gestión. Esta propuesta concuerda con la visión de los fondos de pensión de Jovel y tiene a la base la construcción del sujeto de transformación que Montoya propone.

Estos autores sentaron las bases para un “Que hacer” de los que nos consideramos anti capitalistas en El Salvador. Como en la ciencia, hay que partir de lo ya avanzado, del camino andado por estos autores. Hoy más que nunca urge un planteamiento no capitalista que confronte y permita sopesar las variadas propuestas capitalistas que dominan en los tres poderes del Estado y en la sociedad civil.

Aspectos que podrí­an sumarse al debate son la necesidad de trabajar  para un mayor control ciudadano en el aprovisionamiento (incluida la importación), la comercialización y el consumo abandonados por ahora a “la mano invisible”, para lo que ya hay experiencias tanto nacional como internacional.

Por otro lado, creo que esta visión si requiere, como lo plantea  Jodi Dean(4), la necesidad de un partido, uno de nuevo tipo, que enfoque sus esfuerzos en la transformación de los ámbitos económico,  social, polí­tico y cultural, sin desviarse a los pantanos de la representatividad electorera que al parecer esteriliza los poderes populares de cara a las profundas transformaciones que requiere una sociedad más justa, con paz y verdadera democracia. El avance de un poder cultural, económico, polí­tico y social facilitarí­a seguramente dar el salto a esa democracia representativa del modo dominante capitalista sin temor a ser absorbido y solo con el objeto de acelerar la superación del capitalismo en la historia.

Los anticapitalistas tenemos el reto de sentarnos y discutir estos temas, avanzar en alianzas estratégicas que nos permita dar pequeños pasos, los pocos comunistas, socialistas, anarquistas y verdes del paí­s debemos de dar ese pequeño paso de madurez para construir una estrategia anti capitalista para El Salvador que en las próximas décadas facilite la crí­tica constructiva en el manejo de la cosa pública y por el otro lado construya otro mundo posible y real con una praxis verdaderamente revolucionaria.

(1) Aquiles Montoya, La Nueva Economí­a Popular, una aproximación teórica, UCA editores, 1993
(2) Francisco Jovel, Para una nueva visión socialista, publicado con el apoyo de la Friedrich Ebert, 1999
(3) Salvador Arias, Propuesta una pensión para todos, ADESES, 2014
(4) Ver sobre el tema: https://www.youtube.com/watch?v=eqRt5FomRUc

 

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Camilo Melara
Camilo Melara
Analista local

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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