El nombramiento de los integrantes del gabinete del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, echa por tierra un elemento central de la modernidad: la separación entre la política y la empresa, entre los gobernantes y los dueños de los negocios.
Ahora van a hacer los mismos.Los empresarios en directo se hacen del poder. El presidente es un cuestionado empresario, pero también lo es el secretario de Estado, Rex Tillerson, CEO de la petrolera Exxon Mobile, una de las empresas más grandes del mundo.
Lo es también el ministro de Comercio, Wilbur Ross, que se ha dado a conocer en el mundo de los negocios por comprar empresas en quiebra, que luego reestructura. Se le conoce como el “rey de la bancarrota”. En su condición de empresario tiene problemas pendientes con la SEC.
El secretario del Trabajo, el multimillonario Andrew Puzder, es el dueño de cadenas de comida rápida como Carl´s Jr. Está en contra de aumentar el salario mínimo, el pago de horas extras y otorgar seguridad social.Betsy Devos, la secretaria de Educación, es la heredera del sistema de multinivel Amway.
Se ha pronunciado en contra de la Educación pública. Su fortuna se calcula en cinco mil millones de dólares.Trump celebra su elección y dice que “quiere a gente que ya ha acumulado una fortuna porque ahora negocian, pero junto conmigo” y en su versión es como “haber contratado a un gran jugador de béisbol o a un gran golfista”.
Con los equipos de estos secretarios vendrán otros cuadros de la empresa privada. Ya se han filtrado algunos nombres. ¿Cómo podrá este grupo comprometido con el sector empresarial no caer en un permanente conflicto de intereses? Lo que se debe de esperar es que gobiernen precisamente para los suyos.La sociedad de Estados Unidos nos sorprende todos los días. Lo ha hecho con la elección de Trump.
Habrá que ver cómo se desempeña este gobierno de empresarios. La historia demuestra que, en lo general, siempre hay excepciones, éstos no son buenos para la política y el ejercicio del servicio público.