lunes, 15 abril 2024
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Nuevos conceptos, nuevas prácticas, nueva izquierda

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Lo nuevo solo podrá emerger a partir de un conocimiento lúcido y crítico de aquellas nociones, prácticas y estructuras que han conducido al fracaso del que antaño fuera un proyecto de cambio popular.

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Asumamos que toda reflexión y acción futuras por parte de una nueva izquierda en El Salvador deberá partir de una situación objetiva: la del rechazo de un sector mayoritario del pueblo a los actuales dirigentes del FMLN. La que fue nuestra máxima organización popular ha perdido el apoyo mayoritario de la ciudadanía y no sabemos hasta qué punto este divorcio solo consagra el repudio a una cúpula o si es una larga condena al conjunto de la izquierda.

Que la caída del Frente no se convierta en la caída de todo el movimiento popular dependerá de con cuánta claridad reaccionen las fuerzas progresistas emergentes a la hora de establecer “sus diferencias” teóricas y prácticas respecto al liberal constitucionalismo y, sobre todo, respecto a la hueca retórica revolucionaria de una organización en crisis: el FMLN.

La clarificación de tales diferencias sería estéril si las nuevas alternativas no son capaces de construir y difundir un mensaje articulador y movilizador con voluntad de ser un proyecto de cambio factible.

Nuevas prácticas, nuevos conceptos, nuevo lenguaje movilizador. Lo nuevo solo podrá emerger a partir de un conocimiento lúcido y crítico de aquellas nociones, prácticas y estructuras que han conducido al fracaso del que antaño fuera un proyecto de cambio popular.

La nueva izquierda en movimiento necesita un proyecto de investigación abierto sobre la experiencia política de la posguerra, sobre el funcionamiento real de las instituciones y los mecanismos de poder que articularon la democracia enclenque nacida al terminar la guerra.

Finalizada la guerra, cuando El FMLN se incorporó a la institucionalidad democrática tenía una idea abstracta, pobre, de su funcionamiento y en esa medida tal vez creyó que podría cambiarla, pero no fue así: en una sociedad clasista como la nuestra la institucionalidad burguesa tiene el poder de separar a los gobernantes y a los diputados de la ciudadanía a la cual representan, convirtiéndolos en una casta privilegiada más en nuestro mundo. El FMLN no cambio esta dinámica institucional, fue esta la que cambió a los antiguos guerrilleros.

Dentro del marco del análisis de la política real de la posguerra ha de incluirse el análisis de las causas por las cuales el FMLN se alejó no solo de los movimientos sociales sino que también de aquella ciudadanía que durante los años 80 del siglo pasado lo convirtió en la alternativa del cambio. Ha de acompañar a esta investigación un sondeo de las causas que impidieron la formación de una verdadera democracia en el seno del Frente. A la cúpula no solo hay que condenarla, hay que explicarla para que dicho conocimiento impida que otras cúpulas se formen en los movimientos populares del futuro.

Las nuevas prácticas están ligadas a nuevos conceptos y enfoques, de ahí la importancia de que la nueva izquierda impulse los debates racionales abiertos y los tanques de pensamiento. De la experiencia, de los fracasos y aciertos populares debe surgir la teoría y esta a su vez deberá ser puesta a disposición del debate ciudadano. Más allá de las necesidades de la propaganda, necesitamos una editorial de izquierda, una biblioteca popular de izquierda compuesta de libros con rigor académico donde se pongan a disposición de la ciudadanía las investigaciones económicas, sociológicas, políticas, culturales sobre la experiencia colectiva de nuestro país en los últimos cincuenta años.

Sin esta base, cualquier intento de hacer nueva política puede caer en el voluntarismo y reincidir en la falsa creencia de que el mero relevo en los liderazgos dará pie a nuevas formas de hacer política.

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Álvaro Rivera Larios
Álvaro Rivera Larios
Escritor, crítico literario y académico salvadoreño residente en Madrid. Columnista y analista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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