Por: Mario David Mejía.
Se desencadenó en mí un instinto evolutivo de venganza
que ha permanecido conmigo durante años.
Adrian Raine
Hace poco tiempo el you tuber mexicano Luisito Comunica visitó “El Centro de Confinamiento del Terrorismo”. Basicamente el mensaje es que los reos merecen el castigo que están recibiendo por el daño que han hecho a la sociedad, e incluso da a entender que ese castigo es poco comparado con el daño que hicieron. Todo discurso punitivista dice que quienes violan la ley merecen ser castigados, y que no hacerlo es un insulto a las víctimas. Ante crímenes que dañan la sensibilidad de muchas personas, se pide pena de muerte o penas largas de prisión, en donde los reos estén en condiciones de castigo. Cuando varios líderes naciolnalsocialistas alemanes fueron ejecutados en Nuremberg y Sadam Hussein fue también colgado , siempre se comunicó la idea de que merecían ese castigo.
El castigo existe desde los orígenes de la humanidad y tiene dos funciones en el fondo : Disuadir a potenciales violadores de las normas y retribuir al infractor el daño que ha hecho. Pero me atrevo a decir que lo que mueve más a castigar, es el deseo de retribución. En otras palabras, es el deseo de venganza, un instinto primitivo que el humano parece compartir con otras especies animales.
Aunque las diferentes civilizaciones han inventado muchos mitos para intentar justificar el castigo, me centraré en un mito que está actualmente vigente, ese mito es el libre albedrío.
La creencia en el libre albedrío consiste en asumir que tenemos una voluntad libre sobre la cual podemos tomar decisiones conscientes y razonadas, y por lo tanto, ser responsables de sus consecuencias . Si tomas malas decisiones, pues eres responsable y mereces las consecuencias negativas. En esto consiste basicamente el libre albedrío.
El derecho penal asume que los seres humanos tienen libre albedrío, por lo tanto, si una persona comete un delito haciendo uso de ese libre albedrío, entonces es responsable y merece ser castigada. Claro, el mismo derecho penal establece excepciones, como por ejemplo, tener una enfermedad mental que impida distinguir lo que se cree que es bueno y malo. Pero por regla general, el derecho penal asume que, los humanos poseen libre albedrío y que son responsables al cometer un delito si no se manifestó ninguna de las excepciones que el mismo derecho penal establece.
La nueva noticia es que hay fuertes argumentos científicos que confirman la no existencia del libre albedrío. Alguien podría decir que el debate aún está abierto y que los argumentos científicos en contra del libre albedrío podrían tener algunas debilidades. Aunque esto fuera cierto, es un hecho que los argumentos anti-libre albedrío llevan abrumadoramente la delantera, es más, ya filósofos de hace siglos dieron argumentos bien fundamentados en contra de esa supuesta libre voluntad, argumentos mucho mejores que los de aquellos que defendían ese tal libre albedrío.
Entonces, sino existe el libre albedrío , entonces nadie es responsable moralmente de sus actos, no merece las consecuencias, nadie merece recompensas ni castigos. El mismo derecho penal considera injusto castigar a quien cometió un acto ilegal sin tener libre albedrío en ese momento, pero sólo reconoce la ausencia de esa libre voluntad si hay una enfermedad mental. Pero la verdad es que los humanos no poseen libre albedrío, aunque no tengan una enfermedad mental que les impida saber lo que están haciendo. No son responsables, porque la toma de desiciones es en base a lo que son, y nadie elige lo que es. Lo que eres es producto de tus genes y el contexto social.
El universo es determinista e indeterminista, tu cerebro es parte de este universo, no hay cabida para el libre albedrío
Y como ya dije, si nadie tiene libre albedrío, nadie merece las consecuencias de sus decisiones . Ahora bien, si nadie merece ser castigado al cometer un acto ilegal, por no tener libre albedrío, ¿ qué hacemos con el castigo?. Jan Bover sotiene que si bien es cierto el libre albedrío no existe, la sociedad tiene derecho a protegerse de los delincuentes, por lo tanto, el castigo siempre será necesario. Pero, el castigo debe ser concebido no en base a la retribución sino en base a la ultilidad. Se debe aplicar castigos que realmente disuadan a los potenciales delincuentes y modifiquen el comportamiento de los que delinquen.
Jan Bover también reconoce que los criminales son gente que tiene mala suerte, y efectivamente así es. Si hay gente a la que es necesario castigar, la conclusión es que esa gente tiene la mala suerte de haber nacido con una genética y en un contexto social que hace que cometan actos que, la sociedad en las que les tocó vivir considera malos.
La única diferencia entre quienes no son castigados y quienes son castigados, es que quienes no son castigados tienen la buena suerte de haber nacido con una genética y en un contexto social que, hace que cometan sólo actos que la sociedad considera buenos. Y quienes son castigados tienen la mala suerte, como dije antes, de haber nacido con una genética y en un contexto social que, hace que cometan actos que la sociedad considera malos.
Si tú tuvieras la misma genética y la misma experiencia vital de vida de ese criminal que desprecias, fueras exactamente igual que él.
Bruce Waller considera que en el futuro previsible el castigo seguirá siendo necesario, pero que debe ser visto como una necesidad injusta. En otras palabras, la nueva visión sobre el castigo consiste en que, si bien es cierto a veces es necesario castigar, esto debe ser visto como algo injusto, una injusticia necesaria. Esta nueva visión del castigo puede llevar a buscar otras alternativas de prevención del delito y reparación del daño, apostarle más a la justicia restaurativa y mantener a los reos en condiciones más humanas y compasivas. Pueden haber reos incorregibles que necesiten estar largo tiempo segregados de la sociedad, pero estarán en condiciones no punitivas o no tan punitivas, porque la idea es que no dañen a la sociedad, no obtener placer en el sufrimiento de ellos.
Gregg Carusso propone un modelo penitenciario similar al de un sistema de cuarentena de salud pública. Una persona portadora de una enfermedad peligrosa y altamente contagiosa no es responsable de su enfermedad, pero aún así es necesario aislarla para que no contagie a otros. Se protege a la sociedad y se mantiene a la persona en condiciones no punitivas, tratando de curarla. Esta lógica es la que propone gregg carusso en el nuevo sistema penitenciario, que el reo no dañe a la sociedad y que esté en las condiciones no punitivas posibles, tratando de rehabilitarlo.
Uno de los grandes obstáculos para lograr este tratamiento más humano y compasivo del delito es el instinto de venganza del ser humano, el placer que otorga el castigar a alguien que creemos malvado, y este instinto es la base del mito del libre albedrío, que nos hace creer que hay gente que merece castigo por sus acciones.
Pero la humanidad debe avanzar, en el pasado se abandonaron muchos mitos para tratar de ir reduciendo la crueldad del castigo penal. Actualmente, las crueldades que aún hay en el castigo penal, se debe bastante al mito del libre albedrío. Debemos reconocer que el libre albedrío no existe, para así domar el instinto de venganza y crear un sistema de tratamiento del delito más humano y compasivo. Es el nuevo reto que tenemos.