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Mujeres, las invisibles de los acuerdos de paz

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“La bala ya no explora agresiva el corazón/la carne/el vientre”…quedaron atrás el sonido de las ráfagas, las noticias de batallas y los partes de guerra, pero no el del llanto. Y así­ en 1992, con “Los Acuerdos de Paz”, que puso fin a un conflicto armado entre el FMLN y el Gobierno de El Salvador, inauguramos una nueva época que llamarí­amos democracia o proceso democrático.

Gloria, loor, y otras palabras semejantes se emplean para referirse a  quienes protagonizaron el conflicto armado que en el imaginario oficial fue protagonizado por los hombres; pero en la épica y en la historia de las luchas de resistencia popular y el conflicto armado, las mujeres no solo fuimos ví­ctimas de actos como la violación, el exterminio y la masacre realizadas mayoritariamente por parte de las fuerzas represoras, sino fuimos también protagonistas.

En la investigación de Gloria Guzmán Orellana,  se expone que los Comités de madres de presos y desaparecidos polí­ticos realizaron una larga y fuerte lucha  en la década de los setenta y ochenta, por denunciar las violaciones a los derechos humanos, por evidenciar y condenar las desapariciones polí­ticas, por liberar a las presas y los presos polí­ticos y garantizar sus derechos. Estas mujeres y organizaciones, encontraron fieles aliados en Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Marí­a Julia Hernández de Tutela Legal del Arzobispado.

Las mujeres formaron parte también de los servicios logí­sticos y de avituallamiento de las fuerzas guerrilleras y el ejército. En las fuerzas guerrilleras, formaron parte como combatientes y jefes de unidades militares. Las feministas Clara Murgalday y Norma Vázques en su investigación sobre las excombatientes del FMLN “Mujeres montaña”, evidenciaron la diferencia entre mujeres y hombre en relación a como habí­an vivido (y sufrido) la guerra. Las mujeres expresaron el desgarramiento de la separación de sus hijos e hijas a causa de la guerra, la pérdida de muchos familiares y los abusos e incluso violaciones de parte de sus compañeros de lucha y el machismo existente en las filas revolucionarias. Esta catarsis colectiva colaboró en evidenciar una historia oculta y poco difundida: la de las mujeres en la guerra y el machismo. Muchas mujeres que habí­an vivido con cierto grado de autonomí­a dentro de las filas guerrilleras, en la Paz, regresaron a la sumisión en el mundo de lo privado.

Encontramos algunas mujeres de los mandos superiores de la guerrilla que participaron en el proceso de los Acuerdos de Paz, sin embargo, las mujeres o el Género, no fueron incluidos en los Acuerdos, así­ lo denunció en su momento el incipiente Movimiento Feminista y de mujeres.

Este Movimiento, con tradición en las luchas ciudadanas de mujeres, incluida la de Prudencia Ayala en los años treinta, surgido en su mayorí­a de las entrañas de la izquierda, tomó conciencia de que a pesar de que habí­an luchado por una sociedad igualitaria y sin discriminación, las mujeres como colectivo humano, continuábamos oprimidas. Y así­, fue un desafí­o a una sociedad y un Estado patriarcal que las ignoraba, comenzar a hacer conciencia de la necesidad de un cambio de paradigmas que contemplara la equidad, la igualdad y la no discriminación contra las mujeres. La lucha continúa.

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Silvia Ethel Matus
Silvia Ethel Matus
Columnista Contrapunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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