Mientras en América Latina se llora la muerte del excelso cantautor, poeta, guitarrista clásico y popular; juglar del canto testimonial, de la denuncia y la protesta de aquellos años difíciles de regímenes dictatoriales, de latifundios y de ausencia de democracia, en una región esquilmada y sojuzgada hasta la saciedad, desde tiempos remotos de la conquista y de la colonia española, en los Estados Unidos este acontecimiento ha pasado de manera desapercibida, o quizás ignorada, por buena parte de la diáspora latinoamericana. Particularmente, considero que esa indifirencia ha sido más evidente aún, por parte de los sectores de las izquierdas de nuestra querida Comunidad Salvadoreña, hecho que no es justificable por haber sido Viglietti la voz viva que dijo presente, como fuente de inspiración y solidaridad, desde los inicios de nuestras luchas sociales antes, durante y después del conflicto armado de la década de los 80, culminando con sus reiteradas participaciones en el todavía vigente “Festival Verdad”, organizado por el Centro Cultural Universitario de la UCA.
Durante la semana recién pasada, mientras en nuestra región se alzaron muchas voces democráticas rindiéndole tributo a Viglietti, luego de su reciente fallecimiento, el 30 de octubre de 2017, este talento que, desde principios de los años 70″™s, cantó y puso cantar a viva voz a toda América Latina: “¡A desalambrar”¦! ¡A desalambrar”¦ que la tierra es tuya, es nuestra y de aquel; de Pedro, María, de Juan y Jos锦!”, levantando con ello la moral de lucha de tantos patriotas inmersos en una sociedad semifeudal, explotada y cansada de tanta represión y falta de libertades; aquí en el área de Long Island, Nueva York, New Jersey y Connecticut, la indiferencia fue una sensación percibida, ante el silencio de la prensa hispana, de artistas, políticos, humanistas y gente de izquierdas. Experimenté, una vez más, con mucha tristeza, una sensación de impotencia por la pérdida de nuestra memoria histórica, por la falta de conciencia de identidad y de sensibilidad social, por parte de una comunidad de pensamiento que ha perdido buena parte del contacto con su base social, del sentido de compromiso y convicción y que -quizás-, si se percató de la muerte del ilustre compositor, poeta y guitarrista revolucionario, no creo haya pasado más allá de una simple conmemoración íntima, celosa y egoísta.
Daniel Viglietti, al igual que Atahualpa Yupanqui, Víctor Jara, Violeta Parra, Alfredo Zitarrosa, Chabuca Granda, Mercedes Sosa, Carlos y Enrique Mejía Godoy, entre los principales, porque hay muchos otros grandes, reivindicó no sólo nuestras grandes luchas sociales sino que también el folklore regional, poniendo de relieve a nuestra América precolombina, hispana y diversa, a la vista del mundo como una región rica culturalmente, ansiosa de democracia, de libertad y de paz con identidad y dignidad propias. Esas circunstancias convulsionadas de su tiempo, le llevaron desde los 60″™s a desarrollar una intensa actividad como canta-autor, docente, investigador del folklore y locutor de radio, apoyando, desde estas trincheras, a la clase trabajadora y sus movilizaciones populares contra la injusticia y la dictadura en Uruguay, como en otras latitudes de América Latina, entre ellas El Salvador.
El legado poético-musical de Viglietti, es vasto y sacrificado para detallarlo en una columna periodística. Los 11 años de exilio entre 1973 y 1984, luego de su cruel e inhumano encarcelamiento, durante los tiempos de represión de los movimientos de izquierda, en nuestros países, le inspiraron a desarrollar un trabajo de creación prolífico de composiciones testimoniales y de protesta. Dentro de su extensa labor artístico-musical y discográfica se pueden citar “A Desalambrar” "Canción para mi América", "Milonga de Andar Lejos", “Canciones para el Hombre Nuevo”, entre otras. Pero, fundamentalmente, quiero destacar el inolvidable Concierto-Recital “A Dos Voces” intercambiando música, poesía y canto, en gira por el mundo con el Poeta Mario Benedetti, en la que se incluyó “Daltónica”, poema-canción en homenaje al poeta salvadoreño más universal, militante mártir y revolucionario, Roque Dalton García, a quien ambos conocieron y fueron amigos.
También, es importante señalar su otra faceta profesional y me refiero a su trabajo periodístico y radiofónico, oficios que desarrolló, coetáneamente, a sus recorridos por el mundo en giras musicales de solidaridad, llevando su canto y denunciando las injusticias y desigualdades en los países de Latinoamérica. En virtud de todo esto, considero que no se pueden pasar inadvertidos acontecimientos de esta magnitud. No podemos seguir siendo perversos al no corresponder con honor, al menos haciendo un homenaje público, modesto y sencillo, a quien fue coherente de por vida con su pensamiento, su práctica y su compromiso social; sobre todo, tratándose de un hombre solidario con las luchas populares contra la opresión y la injusticia social que, cuando se le hizo el llamado, siempre dijo presente y estuvo allí, donde la clase trabajadora y las fuerzas democráticas lo necesitaron. Daniel Viglietti, fue uno de los hombres luchadores imprescindibles de nuestros tiempos. Por esta sencilla razón, dedico este breve tributo a la memoria de ese uruguayo internacionalista que, al igual que sus paisanos: Mario Benedetti, Eduardo Galeano y Alfredo Zitarrosa, marcaron nuestras vidas y forjaron nuestro carácter democrático y libertario.