En la taciturna mañana del 28 de julio del 2019, como algo urgente, se supo que trascendía el poeta y gestor cultural Salvador Juárez, en momentos en que dos de sus hijas: Claudia y Gabriela, estaban recibiendo, en su nombre, un sentido homenaje que diferentes organizaciones culturales y civiles de su ciudad natal Apopa, le estaban ofreciendo por su trayectoria literaria y mostraban el orgullo de contar en él a un prominente hijo, ejemplo y orgullo del pueblo, es decir, el Poeta del Pueblo.
Sus quebrantos de salud presagiaban un desenlace repentino y esa mañana arrasó con el cielo de su familia, amigos y luego con el espectro cultural salvadoreño y centroamericano. Se había deslizado hacia lo insondable con la convicción de haberse vaciado en y llenado con su poesía y narrativa «De no haber sido/ así, / la vida me hubiese resultado otra cosa, /y no la fuente maravillosa de mi poesía». Esa mañana fue el inicio de un legado poético que es imprescindible darlo a conocer en Washington DC, donde convergen millones de hispanohablantes.
Ser poeta en Latinoamérica es difícil y en El Salvador es peor. Especialmente cuando se vive y escribe en medio de una guerra civil como azoló al país hasta 1992. Y si su poesía era sobre la paz, igualdad social y el amor en todas sus variantes, entonces el establishment lo consideraba subversivo y lo perseguían por considerar peligrosa su voz. Este fue el caso del poeta Salvador Antonio Juárez, quien nació en la ciudad de Apopa, de la Republica de El Salvador, el 9 de marzo de 1946.
Juárez vivió intensa y peligrosamente por mantenerse fiel a sus valores humanos y principios éticos, al grado tal que se vinculó al proceso revolucionario que buscaba edificar una mejor nación. Por su destacada y muy conocida labor literaria, así como por su militancia política, fue encarcelado -estuvo desaparecido- y obligado a exiliarse en México, donde continuó su labor comprometida con la cultura y con su pueblo.
Salvador Juárez era poeta, a carta cabal, «No por ninguna inventiva precoz/ ni por sagacidad alguna. / Únicamente por verme tan convencido/ en este oficio que en mi país/ resulta heroico, tozudez». En otro poema fulmina el tema cuando categoriza: «También es un estado de conciencia la poesía […] prefiero narrar/ y seguir conservando en mi poesía/ esa esencia de lo humano y lo divino».
Esta semana y en conmemoración del natalicio del Poeta del Pueblo, se lanza la edición del libro “Máxima Poética”, y pregunté a su hija Claudia Juárez, cómo se gestó este homenaje y dijo: «Cuando ves algo que tu padre dejó ahí y que no le alcanzó su vida para publicarla, te estremece el corazón y pues lo tomé y decidimos con mi madre buscar al Dr. Luis Alvarenga, poeta y editor, con gran experiencia y con un gran cariño hacia mi padre, para que nos ayudará a terminarla y darle la forma del libro. En enero lo busqué y le mencioné que necesitaba que el libro lo pudiésemos sacar en marzo por su natalicio. En los créditos dice "Cuidado de la Edición". Y así igualmente José Jaen ha colaborado en su montaje y diagramación».
La trayectoria literaria de Salvador Juárez es larga y muy bien reconocida con premios, homenajes, antologías, recitales, que el espacio no alcanza a detallarla, pero menciono sus libros: Al otro lado del espejo (1972), Tomo la palabra (1977), Puro guanaco (1977 y 7ª edición el 2012), Desenterramientos y otros temas libres (1987), Veinte poemas de rigor y una canción desperdigada (2000 y 2ª edición el 2005), De sismos y cismas (2002), En el túnel-poesía aria (2006), El tigre bizco. Libro I de Ensayos contra el descompromiso (2009), Los mas bajos fondos (2012), Los chuchulucos de la ideología y otros cambalaches. Libro II de Ensayos contra el descompromiso (2014) y ¿Y quién dijo silencio? (2015).
Cuando un poeta como Salvador Juárez, conocido socialmente como Chamba Juárez, se va hacia otros mundos a buscar el punto final, es inspiración para la familia de ofrecer y proporcionar un punto y seguido y que la obra escrita siga tan vigente como la memoria, amor y gratitud. «Como familia consideramos continuar promoviendo la obra de nuestro amado padre» anuncia Claudia Juárez y no hay más que felicitarlos por tan importante decisión.
El libro consta de un magnifico diseño y un interesante Prologo, además de citas escogidas por Juárez. Son 221 páginas que contienen creaciones que fueron revisadas y editadas por su autor, pero que no alcanzó a publicar. Esta seccionado en siete partes y eso permite una asimilación y disfrute de lectura pues están aglutinados por tropos. Disponible para ser adquirido y con envío hasta Estados Unidos de América, contactando a la siguiente dirección electrónica: [email protected].