viernes, 12 abril 2024
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Marx en contra del feminicidio

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Si Marx a mediados del siglo XIX expuso el suicidio de mujeres como evidencia social en contra del capitalismo, ahora en pleno siglo XXI el feminicidio constituye la actualización más visceral de esa evidencia en contra del mismo sistema

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Los obreros fabriles en Francia llaman a la prostitución de sus hijas y

esposas la enésima hora de trabajo, lo cual es literalmente cierto

Marx: Manuscritos Económicos y Filosóficos. Tercer Manuscrito


Se ha dicho que la violencia machista se ejerce mediante acción u omisión, en el marco de relaciones desiguales de poder, que directa o indirectamente afecta la vida, libertad, dignidad, integridad fí­sica, psicológica, sexual, económica o patrimonial, por el hecho de ser o sentirte mujer. Lo que no se ha dicho (pero Karl Marx se encargo de hacerlo), es que dicha violencia es connatural de la sociedad capitalista.

Hacia 1848 Marx publicó su traducción y adaptación de: Sobre el suicidio obra perteneciente a Jacques Peuchet un archivista de la Prefectura de Policí­a de Parí­s con dotes de escritor. No se trata de un escrito económico, histórico o filosófico, son relatos de vidas reales seguidas de algunos comentarios, los cuales Marx hace suyos reescribiéndolos para quitar lo religioso y sentimental del texto original y acentuar el carácter estructural en el que se suceden los hechos, es decir, suicidio al interior de la sociedad burguesa.

La selección de casos de Peuchet interesan a Marx porque encuentra en ellos un argumento extraí­do de la propia realidad (burguesa-capitalista) para hacer frente a cualquier abstracción que pretenda presentarnos esa sociedad como sí­mbolo del máximo progreso civilizatorio, pero también para fundamentar que la crí­tica filosófica debe constituirse en crí­tica social, lo que conlleva a que la crí­tica social debe constituirse en crí­tica filosófica al sistema opresor.

Para Michael Lí¶wy este artí­culo es una de las condenas más poderosas de la opresión de las mujeres suscritas por Marx,(1) y en efecto es una denuncia al poder patriarcal absoluto de los hombres sobre sus hijas y esposas, pero no de «celos» degenerativos de lo que fue un «amor puro», sino como la propia consecuencia de un sistema social basado en la «propiedad privada» y en una falsa moral que les veta su derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Patriarcado y capitalismo se funden para dar al «hombre» el poder de cosificar a las mujeres, no por su condición de clase sino por su género.  

Si Marx a mediados del siglo XIX expuso el suicidio de mujeres como evidencia social en contra del capitalismo, ahora en pleno siglo XXI el feminicidio constituye la actualización más visceral de esa evidencia en contra del mismo sistema. La mujer (res mobilis) es propiedad de un «macho» que la exhibe y utiliza cual prenda «desechable». Ello es, una crisis de civilización occidental (capitalista, patriarcal y hegemónica).

En El Salvador diversos movimientos e instituciones gubernamentales muestran preocupación ante el alza en casos de feminicidios. Sin embargo, si de verdad se quiere eliminar de raí­z el problema, ha de apostarse por la real liberación de la mujer, expulsando la sexualidad y su imaginario de las relaciones de dominio patriarcal y mercantilización capitalista, ello implica (desde luego) respetar su derecho a decidir sobre la interrupción voluntaria del embarazo.   

No es una lucha solo del movimiento de mujeres o del Gobierno, los tribunales especializados y las clí­nicas de salud son solo la respuesta al fenómeno, más no su resolución; la solución al feminicidio requiere una lucha de todos por una civilización anti y poscapitalista. Lucha a la que Marx en su cumpleaños número doscientos, nos sigue invitando.

(*) El autor es abogado constitucional, salubrista y ambiental.

(1). Lí¶wy: Un Marx inhabituel. Trad. del francés Miguel Vedda. Herramienta web 22.

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El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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