¿Cansado de las arrugas, del dolor de espalda a los 30 años, de la gastritis? Bueno, pues usted debe escuchar a María Angélica Vega, narradora oral de las tradiciones ancestrales, terapeuta yurvedica y mentora en salud integral. Para ella ser joven es ser feliz y ser feliz es salud. Y por supuesto, todo empieza por el cuerpo.
Practicar el remo a nivel profesional no me da tanto cansancio de ver como saber que María Angélica se levanta antes que el sol a meditar, dar clases de yoga a las 6am, y luego lanzarse a remar en el mar. Y todo con un placer que parece una oración de agradecimiento. Eso y más es la mentora en salud integral, es un súmmum de salud que se expresa en una juventud muscular, capilar, epidérmica que daría envidia a muchas millenials o centenials. Es aquí donde se guarda el secreto, a la Luz del sol, en una persona con una actitud optimista ante la vida. «Enojo, ira, miedo, eso abunda en nuestra época. Emociones. Pero es incorrecto cuando dices “soy una persona resentida o iracunda”. Lo que pasa es que esa sensación pasajera pasa, transita en ti , y ya eres tú quien decide si se queda más o menos tiempo. Tu no eres un renegón, es solo que esa sensación transita en ti, y tú eres un cuerpo. No solo cabeza, eres también cuerpo. Entonces hay que dejar ir, soltar amarras, no apegarse a los sentimientos y emociones transitorias de la vida, sino a lo sustancial para hallar lo inherente en ti: quién eres. Porque quién eres es lo único que no transita. Y para ello hay que conocer nuestro cuerpo, escucharlo. Solo se conoce lo que se ama. ¿Te amas?». Me dice como si me rematara a esgrima María Angélica.
Y claro uno se pregunta cómo…
El cómo yace en el por qué y el porqué es el sentido de lo que se busca. Para María Angélica está claro que de lo que se trata no es en sí de un culto exacerbado al cuerpo, se trata de una cuestión de salud. Y la salud empieza por cómo estamos emocionalmente. Pero las emociones no solo ocurren como sucesos neuronales. Las emociones tienen su expresión en el cuerpo como una gramática de micro sucesos que se evidencian en la postura, en una mala digestión, en un malestar en una rodilla, etc.
A través de un extenso estudio sobre el cuerpo humano extraído de tradiciones de la India conjugadas con una relectura de las tradiciones amerindias del recóndito Perú, María Angélica ha desarrollado una metodología de la técnica del cuidado de la salud mental a partir de una premisa corporal. Años de experiencia en el arte dramático sumado a un estudio y rescate de la literatura ágrafa de las comunidades campesinas de los andes, la han llevado al desarrollo de su propio Qhapaq Ñan (Camino principal) del cuerpo como geografía en que se expresa el relato silente de nuestra propia historia personal. «Muchas veces nuestros problemas personales no son tan propios como comunes en una historia más grande, la de nuestros antepasados, padres, abuelos, que si no desatamos a tiempo ese nudo, ese quipu de nuestra historia que tenemos que aprender a leer en nuestro propio cuerpo, si no lo hacemos acabamos heredándolo a nuestros hijos. Es nuestra responsabilidad ser felices , desatar nuestros nudos y todo empieza por conocer nuestro cuerpo el cual dice más de lo que sospechamos».
Para la mentora peruana, la mente empieza en los huesos, en el músculo, en la piel. No son ideas sueltas en el aire, tienen raíz en lo real y no hay nada más real que el cuerpo. Sea a través de la aromaterapia, el relato oral, el masaje (aprender a conocer nuestro cuerpo más allá de lo erótico, a saber sentirnos, una caricia con ternura como mamá nos acariciaba de niños la cabeza), los ejercicios de yoga, o incluso algo tan simple como sonreír y saber respirar. «Es increíble como tan pocas personas saben ahora respirar. Respirar de verdad, absorber el aire que se nos ofrece. También es dramático ver como todos andan encorvados [escribo esto y me doy cuenta que lo hago encorvado, entonces me pongo derecho], jovencitos , niños pegados al celular, y no es que el celular sea el problema es que nos acostumbramos a una mala postura y ello involucra todo el cuerpo, involucra nuestra voz cuya potencia se difumina, involucra nuestro cuello, la cervical, nuestra propia visión, nuestra atención, nuestra respiración y por supuesto también nuestras emociones. Entonces, siéntate derecho, mirada al frente, y tú perspectiva del mundo empieza a cambiar. Es un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad, como diría el astronauta Neil Amstrong, Pero por pequeños pasos se puede ir más lejos en la salud que a la luna. Porque la felicidad está a la vuelta de la esquina si conocemos nuestro cuerpo, lo entrenamos y disciplinamos en el amor, porque solo se conoce lo que se ama. Y el cuerpo es el templo sagrado, el microcosmos que debemos cuidar. Porque en esta época en que muchos se preocupan por el medio ambiente, y que bueno que lo hagan, el primer ecosistema a cuidar es nuestro cuerpo, tenemos que ser conservacionistas y no taladores de nuestra salud. Es una invitación que hago a quienes se sienten cansados, estresados, a que inicien una conversación con su cuerpo que seguramente hace rato les grita en forma de dolor de cuello o de rodillas o de algún pensamiento sin carril que no los lleva a nada bueno, y ya saben ustedes cuál es. Entonces empecemos. Cierra los ojos, respira por la nariz, siente llenar de aire tus pulmones , hincharse tu vientre, exactamente bajo tu ombligo, el centro del mundo, siente tus pies, siente…». ¿Quiere saber más? Que el resto que se lo cuente ella. Porque la juventud no es un estado de ánimo, es el cuerpo que se expresa cantando en la forma radiante de una sonrisa más brillante que el sol.
«Entonces, solo se ama lo que se conoce».
Aristóteles: Regla de tres.